Por: Marco Antonio Reyes Guerra

Hace poco más de un año, mientras buscábamos serpientes en la cordillera de Talamanca, en Costa Rica, pasamos por una quebrada y escuchamos el llamado de una rana. Para mí fue un detalle irrelevante y pretendía continuar con nuestro camino. Sin embargo, el guía insistió en que buscáramos de dónde provenía el llamado, asegurándome que veríamos algo increíble… y vaya que tenía razón.

Después de buscar por alrededor de 5 minutos, el guía dio con el lugar de donde provenía el llamado: una hoja que colgaba encima de un riachuelo. Con mucho cuidado nos asomamos debajo de ésta y encontramos una hermosa rana pocas veces vista. ¡Se trataba de un macho de rana cristal de rayas verdes (Hyalinobatrachium talamancae), que se encontraba cuidando dos puestas de huevos! Sus llamados eran para atraer a otra hembra y lograr una puesta más.

Macho de la especie Hyalinobatrachium talamancae cuidando sus puestas de huevos, las cuales probablemente pertenecen a dos hembras diferentes. Aun así, el macho continúa llamando hembras. Aunque rara vez se observa un macho con más de dos puestas, tienen la capacidad de cuidar de varias simultáneamente.

Estas ranas pertenecen a la familia Centrolenidae y son conocidas comúnmente como las ranas de cristal. Actualmente se conocen más de 150 especies de esta familia, que se pueden encontrar desde México hasta el norte de Argentina. Este grupo de ranas es interesante en muchos sentidos. El más notable es que su piel es trasparente, sobre todo en el vientre, y se pueden observar sus órganos internos. Además, en varias especies de estas ranas es el macho quien se encarga de cuidar a los huevos hasta que los renacuajos eclosionan para defenderlos de los depredadores y evitar que se deshidraten. Este tipo de conductas son relativamente raras entre las ranas, pues se estima que de todas las especies de ranas que se conocen en el mundo menos del 15% presentan algún tipo de cuidado parental.

Las ranas de cristal son especialmente sensibles a la pérdida y degradación de su hábitat, pues dependen por completo de cuerpos permanentes de agua corriente como arroyos y riachuelos. Otros factores como los hongos quítridos y la colecta para el mercado internacional de mascotas también pueden poner en riesgo sus poblaciones.