Texto y fotografías de: Luis A. Trujillo

Los seres humanos solemos categorizar nuestro entorno en elementos que nos agradan y elementos que nos desagradan, muy a menudo, de acuerdo con su apariencia. Usualmente hacemos esta categorización con base en estándares de belleza fuertemente arraigados en el colectivo social. Por ejemplo, si pensamos en animales bonitos, inmediatamente se vienen a la cabeza osos, tigres, leones, elefantes o ballenas; mientras que si pensamos en animales feos generalmente se mencionan roedores, murciélagos, serpientes, arácnidos e insectos. Sin embargo, la belleza está en los ojos de quien mira, y lo considerado feo puede ser llegar a ser sumamente interesante. En esta ocasión, hablaré acerca de la peculiar apariencia de un animal que es considerado por muchos como una de las especies de mamíferos más feas y extrañas, el fascinante murciélago cara de viejo, Centurio senex (Figura 1).

Figura 1: el murciélago cara de viejo, Centurio senex.

Cada vez que muestro una fotografía de C. senex, inmediatamente recibo una reacción de asombro e interés por parte de la mayoría de las personas. Generalmente, esa manifestación de asombro va acompañada de la percepción de belleza de cada individuo. “¡Qué horrible!”, “¡Está bien feo!”, “¡Qué cara tan rara!”, y “¡Ésa es una cara que sólo una madre puede querer!”, son sólo algunos de los comentarios más frecuentes. Sin embargo, cabe mencionar que existe un pequeño grupo de personas que consideramos a C. senex un animal hermoso y nos sentimos maravillados e intrigados por su particular apariencia.

Figura 2: detalle de los pliegues de la cara de Centurio senex.

Centurio senex se caracteriza por tener un rostro redondeado, extremadamente plano y lleno de pliegues de piel que le dan ese aspecto arrugado (Figura 2). Aunque se desconoce por qué esta especie tiene un rostro tan extraño, existen un par hipótesis que buscan explicar su increíble aspecto. La primera sugiere que el rostro chato le permite tener una poderosa mordida cuando requiere alimentarse de frutos duros. La segunda hipótesis sugiere que los pliegues de su rostro le sirven como canales para dirigir hacia su boca los jugos de los frutos de los que se alimenta.

Figura 3: macho de Centurio senex haciendo gala de la capucha de piel que los caracteriza.

Otra característica que hace única a esta especie es que los machos poseen una capucha de piel cubierta de abundante pelo blanco que puede extenderse desde el cuello hasta la frente, algo así como una bufanda hecha de su propia piel (Figura 3). Las hembras de la especie no tienen esta capucha (Figura 4), por lo que se cree que es un carácter sexual utilizado por los machos durante el cortejo. Esto quiere decir que la capucha es una característica que ayuda a las hembras a elegir a los machos más atractivos.

Figura 4: hembra de Centurio senex, que carece de la capucha de piel en el cuello.

Centurio senex nos recuerda que en la naturaleza la belleza es subjetiva, y que, independientemente de cuán “bonito” o “feo” nos parezca un organismo, lo importante es pensar cómo surgieron estas estructuras y qué funciones podrían estar cumpliendo en la naturaleza. De ahora en adelante, en lugar de valorar a un organismo por su apariencia, quizá sería mejor preguntarse ¿por qué se ve así?, ¿qué rol cumple en los ecosistemas? o ¿cómo puedo conocer mejor a esta especie?