Texto y fotografía de: Francisco Perera Rieder

Cuenta la leyenda que una noche Quetzalcóatl visitó en el cielo nocturno a la hermosa estrella virgen Mayahuel, quien dormía entre sus hermanas. Quetzalcóatl convenció a Mayahuel de bajar al mundo terrenal con él y, al hacerlo, ambos se convirtieron en un árbol de dos ramas. Al darse cuenta de esto, la abuela de Mayahuel arrancó la rama donde ella se escondía y la ofreció como alimento a sus propias hermanas. Terminado el festín, el desconsolado Quetzalcóatl recogió las astillas y ramas, que en realidad eran los huesos de la hermosa virgen, y los enterró. De los huesos y la tierra nació el maguey, cuerpo de la diosa Mayahuel y símbolo de fertilidad.

-Leyenda náhuatl de Mayahuel

De acuerdo con la leyenda, los agaves o magueyes tienen una conexión especial con la noche y el cielo nocturno debido a que Mayahuel era una estrella. Ecológicamente hablando, las plantas pertenecientes al género Agave también están íntimamente relacionadas con la oscuridad de la noche. La principal razón para ello es su estrecha relación con los murciélagos, quienes actúan como sus principales polinizadores. La relación agaves-murciélagos data de hace unos 10 a 12 millones de años aproximadamente, cuando los agaves descubrieron a los murciélagos como un polinizador no aprovechado por otras plantas y los murciélagos encontraron que nadie aprovechaba los recursos que los agaves proporcionaban. Esto dio origen a una coevolución entre agaves y murciélagos. Los magueyes comenzaron a exponer ciertas características como una apertura de las flores (antesis) y producción de néctar nocturnas, un aroma fuerte a fermentación y exhibieron las flores a gran altura sobre el suelo donde los murciélagos las pudieran alcanzar fácilmente. Todas estas adaptaciones que atraen a los murciélagos a los agaves tardaron miles de años en desarrollarse y se conocen como “quiropterofilia”. Por el otro lado los murciélagos se especializaron en aprovechar los recursos que los agaves les proveían presentando un rostro alargado y delgado así como una larga lengua que les permite extraer el preciado néctar del interior de las flores, intercambiaron la agudeza de su ecolocalización por un fino olfato y la habilidad de revolotear en un mismo punto en el aire.

Al caer la noche en medio del campo de agave espadín (Agave angustifolia), cultivo empleado por la familia García para producir mezcal, saqué mi cámara y decidí fotografiar esta peculiar escena: hileras de agave esperando la llegada de los murciélagos bajo estrellas que se mueven sobre el cielo debido a la rotación de la Tierra.

Hileras de A. angustifolia bajo el cielo nocturno de la sierra Oaxaqueña.

Obras consultadas:

Ávila Casanueva, A. (16 de noviembre de 2015). El agave y el murciélago: No necesito conquistar un lugar, necesito conquistarte a ti. Obtenido de Tenga para que se entretenga: https://tengaparaqueseentretenga.wordpress.com/2015/11/16/el-agave-y-el-murcielago/

Flores Abreu, I. N. (2007). Coevolución entre género Agave sensu lato y sus murciélagos polinizadores (Phyllostomidae). Tesis de Maestría en Ciencias Biológicas, UNAM, Instituto de Ecología.