Texto y fotografía por: Samara Shames Pérez Harp
La famosa migración de la mariposa monarca (Danaus plexippus) nos regala increíbles santuarios que refugian a millones de sus viajeros en el territorio mexicano. En los bosques templados de Michoacán y el Estado de México, un impresionante número de ellas se agrupa sobre los árboles para pasar el invierno, tapizándolos con matices de naranja. Para los meses de febrero y marzo, las mariposas aumentan su actividad a medida que incrementa la temperatura y así inicia el espectáculo: millones de ellas volando entre de la vegetación y los visitantes humanos.
Es importante enfatizar la importancia de no tocar a las mariposas en estos santuarios para evitar hacerles daño. Sin embargo, más seguido de lo esperado, alguna de ellas tiene la confianza de posarse en tu ropa, tu mano e incluso tu cara. Uno de estos inesperados eventos ocurrió en mi visita al Santuario El Rosario, ubicado en el estado de Michoacán. Estaba preparándome para fotografiar las instantáneas que había tomado minutos atrás, con el bosque “enmariposado” de fondo, cuando una mariposa decidió descansar en el lugar más oportuno. Afortunadamente tenía la cámara de mi teléfono ya lista y, después de emitir un pequeño grito de emoción, logré capturar el fugaz momento. Sólo espero tener la suerte de seguir fotografiando este tipo de casualidades de la naturaleza.
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