Texto por: Abiael Alexis Illescas Cobos

“Jabalís jardineros”, o abreviadamente “J.J.”, es la forma en que me gusta llamar a los pecarís. Curiosamente, son ungulados que se conocen con gran variedad de nombres, tales como jabalís, saínos, cochos, javelinas, jabatos, cuches, pakira y taititu, entre muchos otros. Esto podría dar la idea de que son muchas las especies que existen, pero en realidad sólo se cuentan tres especies: el pecarí de collar (Pecari tajacu), el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari) y el pecarí del Chaco (Catagonus wagneri). En México se pueden encontrar dos: el pecarí de collar, presente en la mayoría de los estados de la República a excepción de la península de Baja California y la Altiplanicie Central, y el pecarí de labios blancos, presente sólo en los estados de Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Veracruz y Yucatán.

Especies de pecarís presentes en México, a) Pecarí de collar (Pecari tajacu) y b) Pecari de labios blancos (Tayassu pecari). Imágenes obtenidas de CONABIO.

El porqué de llamarlos “jabalís jardineros” se debe al gran papel que desarrollan en los ecosistemas para mantener la estructura vegetal al dispersar y destruir las semillas de muchas familias vegetales. Un estudio publicado en el 2005 por Harald Beck estableció que, a lo largo del neotrópico, entre el pecarí de collar y el pecarí de labios blancos consumen frutos y semillas de 207 especies de plantas pertenecientes a 53 familias botánicas, de las cuales 128 especies de plantas de 38 familias corresponden a los pecarís de collar , mientras que los pecarís de labios blancos se alimentaron de 144 especies de plantas de 36 familias.

Existen tres formas de dispersión de semillas por jabalís. La primera es la endozoocoria, donde las semillas tragadas pasan por el tracto digestivo del animal y soportan los jugos gástricos, que rompen la latencia de éstas y permiten su germinación cuando son expulsadas en el excremento. La segunda es la masticación de semillas, que ocurre cuando los jabalís consumen la pulpa de frutos con semillas grandes para luego escupir la semilla cerca de los árboles progenitores. La tercera es la epizoocoria, cuando semillas con ciertas estructuras se adhieren al pelaje de los jabalís, quienes ayudan a transportarlas y posteriormente liberarlas cuando realizan sus echaderos.

Ejemplo de plantas dispersadas por pecarís, a) Amate negro (Ficus cotinifolia) dispersada por endozoocoria y b) Coatecomate (Crescentia alata) dispersada por masticación de semillas. Imágenes obtenidas de CONABIO.

Además de su contribución a la dispersión de semillas, los jabalís han sido denominados “ingenieros del ecosistema”. Este término es asignado a especies que pueden modificar su entorno biológico de forma biótica y abiótica. Por ejemplo, al remover las capas del suelo con el hocico para generar echaderos promueven su aireación y mejoran el ciclado de nutrientes, favoreciendo su fertilidad.

Por desgracia, actualmente los J.J. se enfrentan a problemas de extinción local, disminuyendo sus poblaciones en áreas de su distribución nativa debido al cambio de uso de suelo y su cacería no sustentable. Preocupado por ello, actualmente desarrollo un proyecto para conocer la percepción social de los jabalís en poblados de la sierra de Oaxaca e imparto charlas sobre sus roles ecológicos en la zona. En la siguiente nota será un gusto poder compartir más sobre este trabajo y su enfoque para la conservación de los jabalís jardineros de México.

Referencias:

  • Beck, H. (2005). Seed predation and dispersal by peccaries throughout the Neotropics and its consequences: a review and synthesis. Pp. 77–115 in Forget, P. M., Lambert, J. E., Hulme, P. E. & Vander Wall, S. B. (eds.). Seed fate: predation, dispersal and seedling establishment. CABI Publishing, Wallingford.