Por: Alma Moreno Pérez, Blanca Rosales Macías, Cecilia Vargas García y Leonora Torres Knoop.

Fotos: Blanca Rosales Macías y Leonora Torres Knoop

La idea de encontrarse en una ciudad en la que se puedan disfrutar pericos y guacamayas silvestres sobrevolando calles y jardines, perezosos descansando en las ramas de los árboles de la universidad por donde cruza un río, es algo casi inimaginable para cualquiera que vive en la Ciudad de México, pero algo cotidiano en San José, Costa Rica.

Esto sucede gracias a que Costa Rica es un país preocupado por conservar la gran diversidad biológica que posee, ya que de acuerdo al Instituto Nacional de Biodiversidad (INBIO), en tan sólo el 0.03% del territorio mundial contiene aproximadamente el 4% de la biodiversidad del mundo. Algunas de las medidas que este país ha tomado en aras de la protección de la biodiversidad se ven reflejadas en la declaración de Parques Nacionales, Refugios Nacionales de Vida Silvestre y Zonas Protegidas que representan el 25% del territorio del país, los cuales se encuentran bajo la administración del SINAC (Sistema Nacional de Áreas de Conservación: http://www.sinac.go.cr/).

Parque Nacional Palo Verde

El curso de “Evolución, Ecología y Estudio de los Murciélagos”, impartido por los doctores Rodrigo Medellín y Bernal Rodríguez Herrera, es un esfuerzo internacional que atrae a estudiantes de países de Latinoamérica. Este año fuimos 19 estudiantes que proveníamos de Colombia, Costa Rica, Guatemala y México. El curso dio inicio el domingo 1º de abril en el Parque Nacional Palo Verde, ubicado al noroeste del país. Éste protege 18, 418 hectáreas e incluye doce comunidades vegetales distintas, incluyendo manglares y humedales y consiste en uno de los tres remanentes de bosque tropical seco que aún quedan en la zona de Mesoamérica (SINAC).

Dentro de la fauna que se puede encontrar en este Parque Nacional sobresale, el grupo de las aves, pues existen hasta 280 especies (incluyendo las especies migratorias), seguido por los mamíferos con 150 especies, entre los cuales se pueden distinguir a los saraguatos (Alouatta palliata), coatíes (Nasua narica), venados cola blanca (Odocoileus virginianus), pumas (Puma concolor), tepezcuintle (Cuniculus paca), pecaríes (Pecari tajacu) y una gran diversidad de murciélagos como Pteronotus parnelliiNoctilio albiventris y Micronycteris schmidtorum.

Nuestra estancia en Palo Verde fue de dos días, durante los cuales escuchamos pláticas durante el día, realizamos caminatas por la tarde y finalmente capturas e identificación de murciélagos en la noche. El tercer día por la mañana, el grupo se trasladó al Refugio Nacional de Vida Silvestre La Tirimbina que protege 345 hectáreas de bosque tropical lluvioso. Los principales objetivos de este sitio son realizar actividades de educación ambiental y de investigación científica, las cuales a su vez están financiadas por los fondos generados por el ecoturismo que visita la reserva.

Río Sarapiquí en Refugio Nacional de Vida Silvestre La Tirimbina

En esta reserva se han registrado una gran cantidad de animales, dentro de los cuales destacan las aves con 300 especies y los mamíferos con 89, de éstas, 59 son murciélagos con especies tan representativas como Ectophylla alba, Artibeus watsoni y ocho especies más que tienen como característica que construyen refugios modificando plantas (Tirimbina.org http://www.tirimbina.org/).

 

En los primeros días en la Tirimbina, también se realizaron pláticas y caminatas por el día y capturas de murciélagos por la noche. El contraste de ambientes entre Palo Verde y la Tirimbina fue claro; el intenso calor, la ausencia de follaje y la escasez de sombras caracterizaron nuestras caminatas en Palo Verde, sin embargo, estas condiciones fueron las que nos permitieron ver una gran cantidad de especies tanto de reptiles, como anfibios, aves y mamíferos.

En cambio, el tipo de vegetación presente en la Tirimbina no permite que el avistamiento de organismos de talla grande sea tan fácil, ya que se trata de un bosque tropical lluvioso donde el follaje es cerrado y la vegetación exuberante. Sin embargo, la presencia del característico puente de la reserva, el cual atraviesa el río Sarapiquí, representa un medio por el cual muchos animales cruzan el río. Por esta razón, cuando uno camina por el puente a horas variables es posible ver grandes zopilotes, saraguatos, puerco espines e incluso perezosos. Dentro de la selva, la sensación de calor húmedo, mezclado con la poca presencia de mosquitos y la gran cantidad de colores, formas y diversidad biológica que veíamos, nos atraparon desde el primer momento.

Trabajo de campo durante el curso.

Los últimos días los dedicamos a la realización de pequeños proyectos que planeamos a lo largo del curso. Éstos fueron realizados en parejas y pretendían responder preguntas concretas sobre la ecología, comportamiento y/o uso de hábitat de los murciélagos.
La mañana del 7 de abril, cada equipo presentó ante el grupo su proyecto y los resultados obtenidos durante el trabajo en campo, para posteriormente dar por concluido el curso.

Creemos que la participación en cursos de este tipo son oportunidades únicas que permiten conocer, aprender y retroalimentarse a través de experiencias e intercambios con estudiantes y profesores que comparten la misma línea de trabajo, pero que se han formado con perspectivas diferentes. Además, los proyectos que realizamos representaron un buen ejercicio para nuestra formación como investigadores, ya que pudimos formular y responder preguntas, alrededor del conocimiento que dentro del grupo y como parte del curso se estaba generando y compartiendo.

Durante el proceso en el que llevamos a cabo los proyectos nos enfrentamos a situaciones imprevistas que tuvimos que ir resolviendo en el momento, como la falta de material, tiempo muy limitado, exceso o falta de datos, entre otros. Este escenario en lugar de ser un contratiempo en la dinámica y el trabajo, representaron situaciones de aprendizaje donde la búsqueda de soluciones se logró de forma colaborativa.

Diversidad de especies observadas durante el curso.

Pensamos que la importancia de participar en actividades como ésta radica en que, a través del intercambio de ideas, del encuentro de realidades y la formación de relaciones entre los estudiantes y los investigadores, es que podemos lograr la generación de iniciativas y propuestas realmente integrales que busquen el mismo objetivo: la conservación de la vida silvestre en México y Latinoamérica. Además, los espacios de intercambio académico abren la oportunidad de impulsar planes conjuntos en los que se unen esfuerzos para la obtención de mejores resultados.

El trabajo de investigación que realizan con murciélagos tanto el Dr. Rodrigo Medellín, como el Dr. Bernal Rodríguez, se encuentra a la vanguardia en sus respectivos países y su aportación docente y de divulgación resulta vital para la capacitación de los estudiantes.

Nuestra experiencia en Costa Rica nos abrió puertas, nos aportó muchas respuestas, pero aún más, nos generó muchas preguntas.

Agradecemos la oportunidad de haber podido participar en este curso y con este texto buscamos fomentar el interés por la formación y la participación en este tipo de actividades.

Viernes 13 de abril de 2012