Texto y fotografías por: Marco Reyes

En marzo 2017 se estrenó el largometraje Logan, que  cuenta el final de la historia de Wolverine, uno de los personajes más populares de Marvel. Dicho personaje cuenta con una serie de superpoderes entre los cuales el más sobresaliente es la capacidad de regeneración, que le permite reponerse de prácticamente cualquier herida, por grave que sea.

Esta aparente indestructibilidad es una de las principales razones de su popularidad y aunque la capacidad de regeneración pareciera pura ficción, existe un ser vivo extraordinario y misterioso que posee este superpoder.  Se trata del famoso y a la vez tan poco conocido Ambystoma, llamado comúnmente axolotl o ajolote, esta palabra en la lengua náhuatl  significa monstruo de agua. Este pequeño anfibio tiene la capacidad de regenerar cualquier parte de su cuerpo, incluso miembros completos y partes de su cerebro

Los ajolotes son anfibios que pertenecen al grupo de las salamandras, orden Caudata. Miden entre 20 30 cm, son de cuerpo robusto y piel lisa, tienen surcos en los costados, cabeza ancha y ojos pequeños, pero las características anatómicas que más lo distinguen son su  cola aplanada con una cresta que llega hasta el lomo y sus branquias en ambos lados de la cabeza. A diferencia de la mayoría de los anfibios, pueden permanecer por tiempo indefinido en su fase larvaria acuática, incluso son capaces de reproducirse sin salir de esta. A este fenómeno se le conoce como paedomorfosis y también existe en otras especies de salamandras.

Los ajolotes son capaces de respirar mediante su piel, pulmones y branquias. Su cola es aplanada con una cresta que llega hasta el lomo.

La especie más conocida de ajolote es Ambystoma mexicanum, endémica del Valle de México. Anteriormente solía habitar en muchos cuerpos de agua del Valle, pero hoy en día sólo se encuentra en los canales y lagos de Chalco y Xochimilco, así como  en pequeñas poblaciones en lagos artificiales en Chapultepec. Aunque A. mexicanum es la especie más popular, en realidad el termino axolotl o ajolote se utiliza para varias especies del género Ambystoma, el cual contiene aproximadamente 33 especies.

Fue en el año 1863 cuando los axolotes sorprendieron al mundo cuando salieron de México en manos de un militar francés para ser conocidos por el resto del mundo. Este militar envió un grupo de 34 ejemplares (entre ellos un ejemplar albino) a Paris. En el año 1866 se entregaron los 5 ejemplares sobrevivientes al zoólogo Auguste H. A. Dumeril  del Museo de Historia Natural de París, quien los describió y presentó a la comunidad científica. A partir de ese momento se empezaron a reproducir por miles en cautiverio y el mismo Dumeril envió  varios ejemplares vivos a  Inglaterra, Irlanda, Italia, Holanda, Bélgica, Suiza Babaría, Prusia, Rusia y Suecia. Sorprendente la resistencia de estos pequeños animales para aguantar semejantes viajes ¿no?

Este curioso animal fue de gran importancia para las poblaciones prehispánicas que se establecieron en el Valle de México, pues por su abundancia era una fuente de alimento popular. También fue, y sigue siendo, utilizado con fines medicinales para aliviar enfermedades cutáneas y respiratorias. Según la mitología azteca, durante la creación de la luna y el sol los dioses decidieron sacrificarse para darle movimiento a los astros, para lo cual el dios del viento Ehécatl se encargaría de matarlos; pero hubo un dios, Xólotl hermano gemelo de Quetzalcoátl, que no quería morir y escapó. Trató de ocultarse entre la milpa convirtiéndose en  maíz (xólotl), pero Ehécatl lo encontró; después trató de ocultarse convirtiéndose en maguey (mexólotl), pero volvió a ser encontrado por el dios del viento. Por último se escondió en el agua transformándose en un axolotl pero finalmente el dios del viento lo encontró y lo asesinó.

Ajolote de coloración silvestre (izquierda) y albino (derecha). Los ajolotes albinos no suelen encontrarse en vida silvestre, pero son muy comunes en cautiverio.

No hace mucho en algunos mercados Xochimilco, Toluca, Zumpango y otras localidades del centro de México  era común encontrar a estos anfibios a la venta vivos, asados o guisados. Su importancia trasciende a hasta nuestros días, actualmente es utilizado alrededor de todo el mundo como modelo biológico para realizar investigaciones científicas en diversas áreas como en la biología del desarrollo, regeneración, trasplantes, entre otras.

A pesar de su importancia, no sólo en México sino en todo el mundo, no se ha logrado evitar su decremento y posible extinción dentro de su hábitat natural. Esto es triste, pues esta especie es muy prolífica en cautiverio, maduran sexualmente relativamente rápido, se adaptan muy bien al cautiverio, producen cientos de huevos en cada puesta y son fáciles de cuidar. Entonces, si son tan fáciles de reproducir ¿Por qué están en peligro de extinción? Pues las principales causas por las que sus poblaciones silvestres están cada día mas diezmadas son: contaminación de los lagos y canales donde habitan; introducción de especies invasoras como la carpa (Cyprinus carpio) y la tilapia (Oreochromis niloticus); desecación de los cuerpos de agua; y en menor medida, la captura con fines comerciales.

Alevín se le llama a los individuos pequeños en tamaño y de corta edad. Este alevín de ajolote tiene 2 meses de edad.

Todavía en el año de 1998 se estimaba que habían 6000 ajolotes por kilómetro cuadrado, pero 10 años después este número decayó a tan solo 100 ejemplares por km2 y para el 2014 se estimaban menos de 35 por km2, este decremento es tan alarmante que se predijo que para este año la especie estaría extinta en vida libre.

Actualmente se crían ajolotes en cautividad para en un futuro poder ayudar a las poblaciones silvestres a recuperarse, pero de poco o nada servirá este esfuerzo mientras no se resuelvan todos los problemas antes mencionados. Si algún día este increíble animal llega a desaparecer de los lagos y canales de la Ciudad de México será una pena, pues nos ha aportado tanto y nosotros le habremos retribuido tan poco.

Alevines de ajolote nacidos en la Cantera Oriente de la Reserva del Pedregal de San Ángel (REPSA) en la UNAM.