Texto por: Paulina Arroyo Gerala

Cuando inicié mi tesis de Licenciatura en la Selva Lacandona colocando cámaras de fototrampeo con el objetivo de conocer la diversidad de mamíferos en sus diferentes paisajes, pensé que se trataba de una tarea sencilla: llegar a un punto, colocar la cámara con baterías y tarjeta de memoria, para regresar un mes después a ver qué se fotografió. No sabía en lo absoluto en lo que me estaba metiendo. Es por esto que les comparto mi experiencia con algunas recomendaciones básicas que considero les pueden ayudar si realizan trabajo de campo en sitios similares.

Imagen 1: Recorriendo la selva para colocar las cámaras-trampa

Imagen 1: Recorriendo la selva para colocar las cámaras-trampa. (Foto por: Michell Leon)

Ten buena condición física
Primero que nada si se pretende utilizar cámaras de fototrampeo para un proyecto, éstas deben de colocarse a una distancia que dependerá del diseño de muestro. Generalmente se debe considerar que debe haber una gran distancia entre las cámaras para asegurar así que los individuos que se fotografíen sean diferentes en cada una de ellas. Entonces este fue el primer reto al que me enfrenté: colocar 48 cámaras separadas por 1.5 km de distancia. Esto implicó realizar largas caminatas de 8 a 10 horas por día, y posiblemente más si agregas las veces que te pierdes. Aprendí que por más cansada que estuviera no debía de arrastrar los pies porque hay un motón de lianas y bejucos con los cuales te puedes tropezar. También, en la época de lluvias el piso se vuelve muy resbaloso  lo que hace más difícil subir pendientes y es casi imposible evitar las caídas. Si les sucede lo que a mí, regresarán con lodo hasta el cuello.


Ten cuidado con lo que tocas
Por más experiencia que se tenga es inevitable no caer y muchas veces lo que se intenta es sostenerse de cualquier cosa para evitarlo, pero hay que tener precaución de qué, porque en la selva hay muchos árboles con espinas en la corteza. Uno de los más comunes es el escobillón (Cryosophila stauracantha), del cual si no se está atento terminarán heridos por haber intentado sujetarse de él. Sin embargo, no siempre son espinas a lo que se enfrentas. Los árboles de acacia (Acacia spp) son plantas que tienen una relación simbiótica con la hormiga Pseudomyrmex ferrruginea. La acacia produce en la base de las hojas un néctar de color rojo rico en azúcar y aminoácidos que las hormigas consumen. Por su parte, éstas defienden a la planta de posibles depredadores y plagas que puedan atacarla, pues además de ofrecerles comida les ofrece refugio y por lo tanto terminarán con mordidas de estas hormigas. Entonces si se van a caer pongan atención de lo que se detienen para evitar dolores.

Imagen 2: A Kevin, compañero del laboratorio, durante su primer salida conmigo se sostuvo de la planta espinosa Bactris sp.

Imagen 2: A Kevin, compañero del laboratorio, durante su primer salida conmigo se sostuvo de la planta espinosa Bactris sp. (Foto por: Paulina Arroyo)

Aprende de la experiencia de la gente local
He sido muy afortunada pues he tenido a los mejores maestros que me han ofrecido sus conocimientos de la selva como son mis compañeros del laboratorio, la gente local y los guardaparques de la comunidad chol.  Lo más importante que me han enseñado es a no perderme entre tanta vegetación.

Cuando se enfrenten a la selva por primera vez, quedarán asombrados por la belleza y la cantidad de especies vegetales que hay sin percatarse por donde van. Muchas veces se camina por senderos ya establecidos por lo que es difícil perderse, pero si ustedes y sus acompañantes están explorando y conociendo por primera vez un sitio será de gran ayuda fijarse en detalles del paisaje para guiarse en el camino de regreso. Esto es especialmente importante cuando colocas por primera vez las cámaras, pues es muy útil registrar detalles como un árbol caído, grandes hongos o ciertas marcas en los árboles en sitios donde no hay senderos establecidos. Generalmente el que va al frente abre el camino con un machete y marca ciertos árboles con un corte inclinado que sirve como guía para regresar por ahí mismo.

No hay que confiarse totalmente del GPS pues muchas veces no recibe señal de los satélites debido a que el dosel de la selva está muy cerrado y como bien me enseñaron, no nos debemos de confiar de los aparatos eléctricos pues se pueden quedar sin batería. Por ejemplo, si sucede que van caminando de regreso y chocan con telarañas lo más probable es que vayan por el camino incorrecto. En estos casos es necesario regresar al último árbol cortado y buscar el camino por donde se llegó. Alguna vez me perdí con los guardaparques porque regresamos cuando ya estaba oscuro, y ya nos habíamos quedado sin agua y sin comida. En esa ocasión todos aprendimos la importancia de cargar siempre con una linterna y con suficientes provisiones para cualquier imprevisto. Gracias a estas lecciones fue que aprendí a disfrutar el pozol, una bebida típica chiapaneca a base de maíz y agua. Es precisamente lo que se necesita mientras caminas por la selva: algo que quite el hambre y la sed. Después de esa vez que nos perdimos cada guardaparques carga tres litros de pozol.

Imagen 3: René, mejor conocido como “Tigre” disfrutando del delicioso pozol.

Imagen 3: René, mejor conocido como “Tigre” disfrutando del delicioso pozol. (Foto por: Leon Michell)

imagen 4

Imagen 4: Feliciano, o “Chano” para los cuates, es uno de los guardaparques me ayudó a realizar mi proyecto de tesis. (Foto por: Paulina Arroyo)


Utiliza el calzado adecuado
Aunque no pareciera importante, el calzado adecuado puede hacer la diferencia. Las botas de hule son la mejor opción para un bosque tropical húmedo porque hay cuerpos de agua por todas partes y en repetidas ocasiones es necesario cruzarlos. En otros casos hay que atravesar potreros con lodazales, que se asemejan a arenas movedizas y que pueden llegar hasta las rodillas. Además, las botas de hule ayudan a evitar que se suban garrapatas o pinolillos, ácaros casi invisibles que causan mucha comezón y ronchas. También protegen contra mordeduras de serpientes venenosas como la nauyaca (Bothrops asper). Por estas y muchas razones más hay que estar atentos por dónde pisar pues por accidente  pueden encontrar algo así, como me sucedió la última vez que fui a la selva.


Los insectos siempre están presentes
Hay que aceptarlo: por más repelente que uses siempre va a haber piquetes de algún insecto. Es un hecho que se te suban pinolillos, garrapatas o que te muerdan los tábanos, en  casos más desagradables es posible regresar a la ciudad con larvas de colmoyote (Dermatobia hominis). Ésta es, una mosca que parasita al ser humano y otros mamíferos, como parte de su ciclo de vida. Durante su etapa larvaria los colmoyotes, como se les llama a estas larvas, se instalan en el tejido debajo de la piel y se alimentan de secreciones.  Para quitarlos lo que a mí mejor me ha funcionado es poner esmalte de uñas sobre el orificio para asfixiarlos y una vez muertos es muy fácil retirarlos, sólo los exprimes.


Disfrutar y prepararse para nuevos desafíos
Con seguridad la próxima vez que regrese, todo será diferente a la última vez.  Los caminos cruzados posiblemente desaparecerán, sobre todo en acahuales o claros donde abundan plantas herbáceas, lianas y algunos arbustos. Estas plantas son pioneras y se caracterizan por tener un crecimiento rápido por lo que pronto cubrirán el camino que apenas utilizamos una vez. También habrá árboles que se han caído y bloqueado el paso, e incluso pueden haber caído sobre la cámara.

Con el tiempo uno se va acostumbrando a los mosquitos, a la humedad, a las largas caminatas y comienza a disfrutar mejor la selva. Se vuelve divertido huir de las tropas de monos araña (Ateles geoffroyi): animales territoriales, que si se paran debajo del árbol en el que están, avientan hojas y ramas o, en casos peores, sus heces. En ocasiones es posible avistar animales como temazates (Mazama temama) y pecaríes (Pecari tajacu y Tayassu pecari) y se llega a disfrutar el despertar con el aullido de los saraguatos (Alouatta pigra).  A pesar de las largas y cansadas jornadas es una de las mejores experiencias que he tenido y siempre le agradeceré a la Selva Lacandona todo lo que me ha enseñado.

Imagen 5: Paulino posando junto a un insecto palo. Él es otro de los guardaparques que hizo posible este proyecto.

Imagen 5: Paulino posando junto a un insecto palo. Él es otro de los guardaparques que hizo posible este proyecto. (Foto por: Paulina Arroyo)