Texto por Ana Ibarra

Observa. Hoy, en pleno centro de San Miguel Tocuila, Texcoco, en el Estado de México. Se trata de un poblado de apenas 105 165 personas, en donde las casas de cemento son pequeñas, pero con un patio trasero en donde todavía se crían animales domésticos y donde hay un pozo de agua para el uso casero. Y fue la excavación precisamente de unos estos pozos lo que llevó al mayor descubrimiento de fauna pleistocénica en América de los últimos tiempos.

Imagina. Exactamente el mismo lugar, hace aproximadamente 11,000 años, una planicie inundable, a menos de 200 metros de la orilla del lago de Texcoco. La planicie está cubierta por pastos que sirven de alimento a grandes grupos de enormes herbívoros que transitan el paisaje. Donde hay herbívoros hay depredadores. Esta planicie es cruzada por cauces o canales someros por los que bajan las aguas del deshielo de las cumbres nevadas que rodean el valle. En ocasiones aguas tranquilas, en ocasiones corrientes tempestuosas de lodos, llamadas lahares, que podían arrasar y enterrar en lodo aquello que encontraran a su paso. Y fue gracias a estos lahares que llegan a nuestra era ecos de un minuto en la vida de los gigantes que habitaron esas planicies.

Dr. Joaquín Arroyo, investigador del INAH, explicando lo encontrado en la excavación, así como las posibles causas de la formación de dicha concentración de restos fósiles. A la derecha se pueden observar las defensas de dos mamuts y al fondo una mandíbula.

Dr. Joaquín Arroyo, investigador del INAH, explicando lo encontrado en la excavación, así como las posibles causas de la formación de dicha concentración de restos fósiles. A la derecha se pueden observar las defensas de dos mamuts y al fondo una mandíbula. Foto: Ana Ibarra

Los lahares de San Miguel Tocuila formaron lo que hoy es el yacimiento más importante de restos fósiles de fauna pleistocénica en América. En 1996, los dueños de algunos predios en el centro de Tocuila empezaron a excavar un pozo en el patio trasero de su casa, descubrieron este tesoro petrificado en el tiempo. En un área de aproximadamente  40 hectáreas  se concentra la mayor densidad de restos fósiles de mamut en el continente americano. Los habitantes de esas casas decidieron llamar a investigadores del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) de México, quines se han concentrado específicamente en el estudio de una excavación de aproximadamente 25 m2 de esas 40 hectáreas. Tan sólo en este reducido espacio encontraron restos de al menos cinco mamuts (Mammuthus columbi), camellos, caballos, conejos y restos de un felino de gran tamaño, probablemente un dientes de sable. A menos de un metro de distancia de este sitio existen otros dos yacimientos similares que, después de registrarlos, el personal del INAH ha vuelto a enterrar para poder preservarlos mejor. En un futuro esperan contar con recursos económicos para estudiarlos.

Actualmente el dueño del predio con la pequeña pero relevante excavación de 25m2 y con ayuda de los pobladores de San Miguel Tocuila mantiene un pequeño museo paleontológico del sitio, en donde es posible admirar algunos de los restos en el sitio de excavación, preservados en la posición en que fueron encontrados. También hay fichas de información técnica y un mural que recrea la escena de hace 11,000 años. Lo admirable es que, debido a lo limitado de recursos disponibles para la preservación del sitio, los mismos pobladores han tomado la acción en sus manos, protegiendo el gran tesoro que tienen enterrado en sus patios traseros.

Mural en el museo paleontológico de Tocuila, sitio de la excavación, que recrea una escena de la vida de un grupo de mamuts en las planicies del centro de México, hace aproximadamente 11,000 años.

Mural en el museo paleontológico de Tocuila, sitio de la excavación, que recrea una escena de la vida de un grupo de mamuts en las planicies del centro de México, hace aproximadamente 11,000 años. Foto: Ana Ibarra