Investigadores del Centro Riken de Biología Evolutiva de Kobe, Japón, afirmaron que el caparazón de las tortugas se desarrolló a partir del pecho de sus antepasados y no forma parte de una combinación de estructuras óseas internas y externas, como se creía hasta el momento. Tras un minucioso estudio de un par de genomas de tortugas realizado en el Laboratorio de Evolución Morfológica de dicho centro de investigación, los científicos aportaron un nuevo elemento a la historia evolutiva de dichos animales, estableciendo que las tortugas son un grupo hermano de los cocodrilos y aves (de la familia de los Archosaurios), los cuales divergieron de los antiguos lagartos y serpientes (Lepidosaurios).

En el caso de las tortugas el caparazón encierra los órganos importantes, algo que no es habitual en los vertebrados. Hasta ahora no estaba claro el origen de esa peculiaridad. En otros animales de concha, ésta procede de un esqueleto externo. Los científicos pensaban que también en el caso de las tortugas su caparazón se había desarrollado a partir de un esqueleto externo. A partir de los análisis realizados, los científicos llegaron a la conclusión que la parte exterior del caparazón de las tortugas se tuvo que desarrollar de forma independiente a su esqueleto externo. Esa parte evolucionó a partir de grandes costillas y vértebras, es decir, de partes del esqueleto interno.

Publicado en la revista “Nature Genetics”, este trabajo fue posible gracias a los esfuerzos de colaboración de un consorcio internacional de científicos pertenecientes a once instituciones diferentes, entre ellas el Instituto de Genómica de Beijing y el “Wellcome Trust Sanger Institute”.

Boletín original: http://www.cdb.riken.jp/en/04_news/articles/13/130508_draftgenomes.html