La pandemia de COVID-19 impacta de manera más importante a los adultos mayores. De esto no hay duda. Una prueba clara es que la tasa de mortalidad es de cerca del 15 por ciento para mayores de 80 años mientras que es de 0 en los menores de 10 años.

Un artículo reciente publicado en International Psychogeriatrics aborda el tema de la discriminación por edad y la tensión intergeneracional durante la pandemia 19. La autora Lyat Ayalón, investigadora de la Universidad Bar Ilan en Israel, quien dirige el Laboratorio de Efectos Psicosociales de Envejecer, comenta que la edad no debe ser el único criterio para predecir el impacto médico directo del brote.

La especialista propone un discurso más refinado que simplemente retratar a los adultos mayores como un grupo homogéneo y vulnerable. Esto es porque este último tipo de discurso ha resultado en discriminación por edad (el edadismo se define como discriminación, estereotipos y prejuicio hacia las personas por su edad) y tensión intergeneracional en todo el mundo.

 

Muestras de discriminación

Desde los primeros casos, el retrato de la pandemia imperante ha sido de “un problema de adultos mayores” y se ha promovido una separación de las personas mayores de los jóvenes. En distintos países se han visto diversas manifestaciones de esta tensión. Por ejemplo, en China muchos adultos mayores se niegan a usar cubrebocas o máscaras faciales y son vistos como personas egoístas que se rehúsan a seguir las prácticas sociales actuales.

En países como Israel, el Ministro de Defensa declaró que lo más importante para combatir la pandemia es separar a la gente vieja de la gente joven y que la combinación más letal es cuando el abuelo abraza al nieto. Estas declaraciones hacen parecer que el contacto intergeneracional es el problema. En esa misma lógica, señala la autora, en Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson sugirió que los adultos de más de 70 años deberían aislarse ellos mismos mientras que los demás grupos de edad deberían de “continuar como siempre”.

Estas ideas también se basan en el hecho de que en muchos países desarrollados, los adultos mayores cuentan con sus pensiones y no se ven tan afectados por los problemas financieros ocasionados por la pandemia. El problema es que detrás de estas medidas también están ideas como que “los adultos ya vivieron su vida” o que es tiempo de “que ellos den un paso atrás”.

Comprometer la autonomía de los adultos mayores, menospreciar sus contribuciones o necesidades sociales, es discriminación por edad. Esto es porque automáticamente la edad avanzada se equipara con vulnerabilidad, dependencia y contribución limitada.

En redes sociales frecuentadas por jóvenes como Tik Tok, se hizo popular el hashtag #boomerremover que hace referencia a que el coronavirus afecta más a adultos mayores.
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Considerar a la gente adulta mayor como el principal grupo de riesgo, ha llevado a que muchos jóvenes se sientan invencibles y que piensen que “esta enfermedad no es de ellos”. Esto ha llevado a que en algunos países como Estados Unidos y Alemania jóvenes hagan festejos del brote llamados por ellos “corona parties” o la creación del hashtag #boomerremover, que hace referencia a que el coronavirus “está borrando a los viejos”.

En Israel ha habido autoridades que declararon que “por el bien de unas pocas personas cuya expectativa de vida no es demasiado alta, no se debería arruinar un país”. En Estados Unidos el gobernador del Estado de Texas declaró que “preferiría morir que dañar la economía de Estados Unidos” y que “muchos abuelos estarían de acuerdo con él”.

Además de estas tensiones sociales, se ven otras amenazas como el racionamiento en el tratamiento médico debido a la falta o escasez de insumos para la salud. Por ejemplo, la autora señala que el Colegio Italiano de Anestesia, se pronunció por evaluar la posibilidad de poner un límite de edad para que las personas accedieran a cuidados intensivos con el objetivo de reservar recursos para aquellos “a quienes les quedaran más años de vida”.

En España, uno de los países más golpeados por la pandemia, muchos adultos fueron dejados morir solos en sus camas luego de que las personas que les proporcionaban cuidados huyeran por miedo a la enfermedad COVID-19. Estas acciones son causadas por el racionamiento en los cuidados médicos basados en el criterio de edad y la percepción de que las personas mayores son personas con menor valor y una carga para el sistema de salud.

El artículo recomienda dejar de usar la edad como único criterio para la asignación de bienes y servicios o para determinar la vulnerabilidad, pronóstico o vía de tratamiento médico. Además se debe considerar que hay una gran variabilidad en la edad adulta y no se debe hacer equivalente ser un adulto mayor con vulnerabilidad y dependencia ya que esto, afecta la propia percepción de las personas que envejecen e intensifica la división entre generaciones. Asimismo, sería deseable cambiar el concepto de distanciamiento social por el distanciamiento físico, ya que la interacción social es deseable durante la crisis.

Algunos temas que han creado tensión generacional en el mundo es el Brexit, el coronavirus y el cambio climático.
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Practicas discriminatorias cómo las descritas anteriormente deterioran el tejido social, por lo que los derechos humanos de las personas mayores deben respetarse.

Aquí puedes ver algunas buenas prácticas e iniciativas que algunos países Europeos han implementado para atender por igual a personas de todas las edades durante la pandemia de COVID-19.

Fuente: No hay nada nuevo bajo el Sol: Edadismo y tensión intergeneracional en la era del brote de coronavirus.