En 2019, un incendio devastador derribó y perforó el techo de la Catedral de Notre Dame de París. Un grupo de científicos especialistas en restauración del Laboratorio de Investigación de Monumentos Históricos de Francia se encuentra evaluando el inmueble. Ahora la revista Science en un texto de Christa Lesté Laserre da a conocer parte de los hallazgos.

Los científicos afirman que el incendio abre una ventana de investigación única, ya que ha dejado expuestos materiales que por mucho tiempo se encontraban inalcanzables para la ciencia. Por poner un ejemplo: el tamaño y la composición de los anillos en piezas de roble que sobrevivieron al incendio pueden revelar el clima y el lugar en donde crecieron. También podría usarse un radar que revele si bajo la Catedral de Notre Dame hay restos de iglesias mas antiguas que algunos investigadores creen que se construyeron en ese lugar.

Véronique Vergès-Belmin, una geóloga del Laboratorio de Investigación de Monumentos Históricos, dijo que se cuenta con algunas rocas que cayeron del techo abovedado de la catedral. Muchas de estas rocas fueron obtenidas por robots debido a lo peligroso de examinar la catedral cuando aún se encontraba inestable.

 

Esquema muestra el daño hecho por el fuego al techo de la catedral de Notre Dame
Crédito: Science

La científica explicó a Science que el color de las piedras puede dar algunas pistas sobre si es posible usarlas en la reconstrucción. A una temperatura de 300 a 400 grados centígrados, los cristales de hierro que permiten que la roca se mantenga unida comienzan a romperse haciendo que la superficie de la roca se ponga roja. A una temperatura de 600 grados, los cristales se transforman en un óxido de hierro que es color negro, y a 800 grados centígrados la piedra caliza pierde todos sus óxidos de hierro y comienza a convertirse en un polvo. Aunque no es una ciencia exacta, esta guía de color sí puede dar una idea muy aproximada de la fortaleza que tiene una piedra, por lo que las rocas que han cambiado de color no deberían ser usadas en la reconstrucción.

Los óxidos de las estructuras de hierro de la catedral pueden dar otras pistas. A medida que la temperatura aumenta, la microestructura de los óxidos cambia. Entre otras cosas los investigadores planean hacer un “mapa del calor que recibieron las piedras”. Además la catedral tiene un sistema de barras de acero dentro y alrededor de sus muros. Sobre este sistema no se sabe si se usó como parte de la construcción o como un refuerzo porque no se había estudiado antes.

El agua también puede crear un desastre. Al apagar el incendio, los bomberos trataron de mojar lo menos posible los vitrales, pero no tuvieron opción y empaparon los muros de piedra caliza porosa, la cual puede aumentar hasta un tercio de su peso absorbiendo agua, y es difícil que se deshaga de ella. Por otro lado, el agua de lluvia sigue cayendo por el techo perforado de la catedral. Los ingenieros no han podido colocar una cubierta temporal debido al esqueleto destrozado de andamios que se colocaron en el 2018 para llevar a cabo restauraciones a largo plazo.

En enero de 2020 se inicio el proceso de retirar la red de andamios parcialmente derretida, lo cual se tiene que hacer cuidadosamente para evitar que se derrumbe.

Estos son solo algunos ejemplos de los hallazgos del equipo de científicos que está evaluando la catedral. Algunos otros estudios se encuentran relacionados con los aerosoles de plomo tóxicos que se desprendieron del incendio y que se depositaron en los barrios vecinos.

Investigadores descubrieron la firma del autor de una escultura que se encontraba en lo alto de la catedral.
Crédito: AP PHOTO/FRANCOIS MORI

Otro tema que se está investigando es si el plomo proveniente del techo de la catedral podría haber sido arrastrado por el agua de lluvia y vertido en el Río Sena contaminándolo por siglos. Además, se busca una forma de descontaminar de plomo los vitrales, que afortunadamente sobrevivieron, sin dañarlos. Esto es fundamental con vistas a que la catedral pueda ser visitada por turistas en el futuro.

El gobierno de Francia ha creado un grupo de cerca de 100 investigadores de múltiples instituciones. Algunos de ellos buscan conocer más sobre la arquitectura y la historia del edificio ahora que no se encuentra atestado de turistas. Otros buscan conocer el lugar del cual fueron extraídas las canteras que se usaron en la construcción de Notre Dame.

Las maderas que se usaron en la construcción de esta célebre catedral provienen de árboles que crecieron en los siglos XXII y XIII y podrían revelar el clima de esos siglos, que a través del cruce de datos que se conocen sobre la economía en ese momento, podrían ayudar a entender de qué manera los cambios del clima afectaron a las sociedades medievales. Conocer el lugar donde crecieron los árboles de los que se obtuvo esa madera también podría servir para usar materiales más similares a los originales en la reconstrucción.

Encuentra más información sobre los trabajos en este video:

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Redacción Ciencia UNAM. Naixieli Castillo