Un equipo internacional dirigido por científicos en la Universidad de Stanford y la Universidad Autónoma de Barcelona han encontrado motivos para esperar que los árboles puedan seguir aspirando dióxido de carbono de forma generosa hasta, al menos, el final del siglo.

Sin embargo, el estudio, publicado el 12 de agosto en la prestigiosa revista Nature Climate Change, advierte que los árboles solamente pueden absorber una fracción del dióxido de carbono en la atmósfera, y su capacidad de hacerlo más allá de 2100 es incierta.

«Dejar los combustibles fósiles bajo tierra es la forma más segura de limitar cotas más elevadas de calentamiento global, pero frenar la deforestación y preservar intactos nuestros bosques para que puedan crecer más es nuestra siguiente mejor solución», explica César Terrer, autor principal del estudio e investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) y del Departamento de Ciencias de La Tierra de la Universidad de Stanford.

El peso del dióxido de carbono 

El dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero dominante que calienta la Tierra, es el alimento de árboles y plantas. Combinado con nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, el dióxido de carbono ayuda a los árboles a crecer y prosperar. Pero con la subida de concentraciones de dióxido de carbono, los árboles necesitan más suplementos de nitrógeno y fósforo para equilibrar su dieta. La pregunta de cuánto dióxido de carbono extra los árboles pueden aspirar de la atmósfera dadas las limitaciones de nutrientes es una incertidumbre crítica en la predicción del cambio climático.

«Plantar árboles o restaurarlos es como ingresar dinero en el banco. El crecimiento extra de los árboles con el del dióxido de carbono es el interés que ganamos en nuestra cuenta. Tenemos que averiguar cómo de elevada será la tasa de interés sobre nuestra inversión de carbono,» explica Rob Jackson, coautor del estudio y profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Stanford.

Varios experimentos que se han llevado a cabo, como aquellos en los que se fumigan bosques con niveles elevados de dióxido de carbono, o aquellos en los que se hacen crecer plantas en cámaras llenas de dióxido de carbono, han proporcionado datos críticos, pero ninguna respuesta definitiva a escala mundial. Para predecir la capacidad de los árboles y plantas para secuestrar dióxido de carbono en el futuro, los investigadores han sintetizado datos de todos los experimentos de dióxido de carbono conducidos hasta ahora (en prados, matorrales, cultivos y sistemas forestales) incluyendo algunos que los investigadores dirigieron.

Usando métodos estadísticos, inteligencia artificial, modelos matemáticos y datos de satélite, los investigadores cuantificaron la capacidad de los nutrientes y el clima para limitar el potencial de las plantas y árboles para absorber dióxido de carbono extra. Además, utilizando bases de datos de la disponibilidad de nutrientes actualmente en el suelo, también elaboraron un mapa del potencial del dióxido de carbono para aumentar la cantidad y el tamaño de las plantas en el futuro, cuando las concentraciones atmosféricas del gas podrían doblarse.

Los resultados muestran que los niveles de dióxido de carbono esperados hacia el final del siglo deberían aumentar la biomasa de plantas del planeta en un 12%, permitiendo a plantas y árboles almacenar más dióxido de carbono, el equivalente de seis años de emisiones de combustible fósil.

El estudio destaca la asociación simbiótica de árboles con microorganismos del suelo y hongos que les ayudan a extraer nitrógeno y fósforo de manera más efectiva y así equilibrar en su dieta la captura extra de dióxido de carbono. La investigación también enfatiza el papel crítico de los bosques tropicales (aquellos en Amazonas, Congo e Indonesia) como las regiones con el mayor potencial para almacenar el dióxido de carbono adicional.

«Ya hemos presenciado la tala indiscriminada de bosques prístinos en selvas tropicales, que constituyen los depósitos más grandes de biomasa en el planeta. Estamos avanzando de manera inexorable hacia la pérdida de un instrumento tremendamente importante para limitar el calentamiento global», concluye el investigador César Terrer.

Fuente: Universidad Autónoma de Barcelona