La avifauna de las islas repetidamente ha generado novedades evolutivas. Un ejemplo claro es la aparición de especias inusualmente grandes e incapaces de volar. Un grupo de investigadores de Australia y Nueva Zelanda descubrieron fósiles del primer loro gigante conocido.
Un artículo publicado en Biology letters de The Royal Society reporta que se encontraron fósiles procedentes del Mioceno temprano que revelan que en esa época existió una especie de pistaciforme hasta ahora desconocida para la ciencia.
Los pistaciformes son un orden de aves que se distribuyen principalmente en zonas tropicales y subtropicales y al que pertenecen los loros y cacatúas. Los fósiles que se encontraron son dos tibiotarsos de un ave de una masa estimada de 7 kilogramos; esto es el doble de lo que pesa el loro más grande conocido, el kakapo (Strigops habroptila) una especie de loro nocturno endémico de Nueva Zelanda.
Los fósiles de esta ave pistaciforme muestran que los loros se unen a un creciente grupo de aves propensas al gigantismo en especies insulares en el que hasta la fecha solo se incluían paleognatos(avestruz), anatidas (patos), silviornis (extinta), columbidas (palomas), epiornitidos (aves elefante extintas), cicónidos(cigüeñas), titónidos (búhos), falcónidos (halcones) y los accipítridos (águilas).
Un ejemplo de la fauna de Nueva Zelanda es el ave gigante moa, muy parecida al avestruz y que midió unos 3 metros de altura. Las aves gigantes han sido encontradas especialmente en zonas insulares. Otro ejemplo es el Dodo Raphus cucullatus de Mauricio, una ave no voladora que medía alrededor de un metro de alto, pesaba unos 23 kilos y se extinguió en 1662. El loro encontrado que se bautizó con el nombre científico de Heracles inexpectatus se uniría a este tipo de aves gigantes que poblaron la Tierra en el pasado.
Nueva Zelanda se reconoce como un lugar privilegiado para la aparición del gigantismo en aves, pues se han encontrado más de 15 especies de aves que evolucionaron de ancestros pequeños a elementos gigantes de la avifauna del Holoceno. Su territorio amplio, ecosistema complejo y la ausencia de mamíferos depredadores pudieron jugar un papel importante para producir la mayor diversidad de aves gigantes del planeta.
Los fósiles encontrados fueron catalogados para las colecciones del Museo de Nueva Zelanda y fueron comparados con un amplio rango de esqueletos de aves del South Australian Museum y con imágenes del Smithsonian National Museum of Natural History para conocer su relación con otras especies de loros y de aves gigantes.
Fuente: The Royal Society
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