Observaciones realizadas con ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) y la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea –ESA-, han revelado la presencia del organohalógeno freón 40 en el gas que hay en el entorno tanto de una estrella joven como de un cometa. En la Tierra, los organohalógenos se forman por procesos orgánicos, pero ésta es la primera vez que se detectan en el espacio interestelar.
Este descubrimiento sugiere que los organohalógenos pueden no ser, tal y como se había especulado, buenos marcadores de la vida, pero sí pueden ser importantes componentes del material a partir del cual se forman los planetas. Este resultado, que aparece en la revista Nature Astronomy del pasado 2 de octubre, pone de relieve el desafío de encontrar moléculas que puedan indicar la presencia de vida más allá de la Tierra.
Registros lejanos
Utilizando datos captados por ALMA, en Chile, y por el instrumento de ROSINA de la misión Rosetta de la ESA, un equipo de astrónomos ha detectado rastros débiles del compuesto químico freón 40 (CH3Cl, también conocido como cloruro de metilo y clorometano) alrededor del sistema estelar infantil IRAS 16293-2422 -a unos 400 años luz de distancia- y del famoso cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko (67P/C-G), en nuestro propio Sistema Solar.
Los organohalógenos son halógenos, como el cloro y el flúor, enlazados con carbono y, a veces, otros elementos. En la Tierra, estos compuestos se crean por algunos procesos biológicos —en organismos que van desde los seres humanos a los hongos— así como por procesos industriales como la producción de tintes y medicamentos.
Descubrimiento que obliga a revisar las teorías existentes
Este nuevo descubrimiento de uno de estos compuestos, el freón 40, en lugares que deben ser anteriores al origen de la vida, puede interpretarse como una decepción, ya que investigaciones anteriores habían sugerido que estas moléculas podrían indicar la presencia de vida.
«Encontrar el organohalogenado freón 40 cerca de estas estrellas jóvenes de tipo solar fue sorprendente«, afirma Edith Fayolle, investigadora del centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica, en Cambridge (Massachusetts, EE.UU.) y autora principal del nuevo trabajo. «Simplemente, no predijimos su formación y nos sorprendió encontrarlo en tales concentraciones. Ahora está claro que estas moléculas se forman fácilmente en los viveros estelares, proporcionando importante información sobre la evolución química de los sistemas planetarios, incluyendo el nuestro propio«.
Hasta ahora se conocen más de 3000 exoplanetas, pero la investigación en este campo ha ido más allá de la detección de planetas, extendiéndose a la búsqueda de marcadores químicos que indiquen la posible presencia de vida. Un paso fundamental es determinar qué moléculas podrían indicar esa presencia de vida, pero establecer marcadores fiables sigue siendo un proceso complicado.
Fuente: ESO
Boletín original: http://www.eso.org/public/spain/news/eso1732/
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