La creación de nuevos organismos vivos es uno de los objetivos finales de la biología sintética. Esta rama de la ciencia apareció a principios del siglo XXI y, desde entonces, hemos visto a científicos manipular genéticamente bacterias para que degraden polímeros de plástico o incluso fabricar riñones humanos mediante las impresoras 3D. A medida que avanzan la biología sintética y también la ingeniería de tejidos, resulta necesario conocer los límites de lo posible en lo que a nuevos organismos se refiere. ¿Son viables todas las estructuras biológicas que podemos imaginar? Si no es así, ¿cuáles son las limitaciones y qué las impone?
El morfoespacio o la apertura de nuevos horizontes
Científicos del Laboratorio de Sistemas Complejos de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Cataluña, buscan responder esta pregunta a través de un morfoespacio en el que incorporan tanto estructuras naturales como artificiales y proponen utilizar la biología sintética como herramienta para indagar en aquellos caminos inexplorados por la evolución.
Los investigadores, cuyo trabajo final ha sido publicado en el último número (abril 2016) de la revista Integrative Biology, han definido este morfoespacio de órganos y organoides con el que contemplar el universo de todas las estructuras biológicas posibles. Los tres ejes que lo conforman son: la complejidad de desarrollo, la complejidad cognitiva y el estado físico.
Hacia el diseño de nuevos órganos hasta el momento desconocidos
Los avances de cada una de estas disciplinas, biología sintética e ingeniería de tejidos, han sido notorios. Entre ellos podemos destacar la creación de los llamados organs-on-a-chip, dispositivos que recrean a microescala las funciones de un órgano real y permiten su estudio, o la creación de organoides en cultivos 3D, que llevan a cabo procesos de desarrollo generando una estructura similar a los órganos naturales, teniendo la autoorganización un papel crítico. Sin embargo, estos ejemplos se basan en imitar órganos o funciones que ya existen en la naturaleza.
Por esta razón, los autores de este estudio plantean que “no hay ninguna razón para limitarnos a fabricar órganos y tejidos tal y como existen en la naturaleza. Podríamos imaginar, y tal vez diseñar nuevos órganos que lleven a cabo -e incluso mejoren- las funciones de los órganos ya existentes.” Esta fisiología mejorada podría incluir funciones completamente nuevas o incluso la capacidad de diagnosticar y curar enfermedades. Mientras tanto, el morfoespacio supone una herramienta muy útil para plantear las posibilidades de éxito que tendrían nuevos diseños biológicos.
Fuente: UPF
Boletín original: https://portal.upf.edu/es/web/e-noticies/home_upf/-/asset_publisher/8EYbnGNU3js6/content/id/3950616/maximized#.Vxkw9XpGSSo
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