Científicos de la Universidad de Washington, Estados Unidos, realizaron un estudio que explicaría la razón de la aparente estabilización del proceso de calentamiento global registrado al finalizar el siglo XX, demostrando que esta reducción de calor en la superficie podría estar acumulándose en las profundidades del océano Atlántico norte y sur, como parte de un ciclo natural. Los resultados de este estudio fueron publicados en la revista “Science” el 22 de agosto pasado.
En efecto, el calentamiento bajo la superficie del océano explica por qué las temperaturas medias mundiales del aire se han estancado desde 1999, a pesar de una mayor presencia de gases de efecto invernadero que atrapan el calor solar en la superficie de la Tierra. “Cada semana se da una nueva explicación de esta pausa”, comenta el autor Ka-Kit Tung, profesor de Matemáticas Aplicadas y profesor adjunto de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Washington-. “Muchos de los documentos anteriores se han centrado en los síntomas en la superficie de la Tierra, donde vemos muchos fenómenos diferentes y relacionados. Nosotros nos fijamos en el océano para tratar de encontrar la causa subyacente”.
Los resultados muestran que una corriente de lento movimiento en el Atlántico, que transporta calor entre los dos polos, se aceleró a principios de este siglo para hundir el calor hacia casi 1.500 metros de profundidad. «El hallazgo es una sorpresa, ya que las teorías actuales han señalado al Océano Pacífico como el culpable de ocultar el calor -resalta Tung-. Pero los datos son bastante convincentes y demuestran lo contrario«. La mayoría de los estudios anteriores se centraron en la variabilidad a corto plazo o en las partículas que podrían bloquear la luz solar, pero no pudieron explicar la enorme cantidad de calor que faltaba desde hace más de una década. El hallazgo es una sorpresa, ya que las teorías actuales han señalado al Océano Pacífico como el culpable de ocultar el calor. Pero estos nuevos datos son bastante convincentes y demuestran lo contrario.
Fuente: Universidad de Washington.
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