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El asma es una inflamación crónica del sistema respiratorio, en la que las vías respiratorias llegan a “cerrarse” o constreñirse, generalmente de manera temporal y reversible, debido a una hipersensibilidad a ciertos factores desencadenantes, como el polvo, el polen, sustancias irritantes u otros alérgenos. Sin embargo, las emociones y el estrés también se han considerado factores que pueden desencadenar estos síntomas.

Otros agentes señalados como culpables son los perfumes. De hecho, se han elaborado listas de fragancias y esencias cuyas moléculas pueden disparar una crisis asmática, y esto a menudo resulta contraproducente, porque exponerse a ciertos olores del entorno provoca ansiedad a los pacientes asmáticos.

La psicóloga cognitiva Pamela Dalton, del Centro Monell, en Filadelfia, se propuso determinar si los aromas provocaban síntomas asmáticos por sus propias características, o bien si la causa de que empeoren los síntomas se producía al asociar el olor con expectativas negativas; esto es, por una influencia emocional o psicológica. Para ello, reclutó a 17 personas, que padecían asma moderada.

En colaboración con la fisióloga Cristina Jaén, expuso a los voluntarios, durante 15 minutos, al olor de un alcohol aromático, conocido como fenetílico, que es similar al de las rosas. No obstante, este alcohol es un odorante “puro”, sin características irritantes conocidas.

Previamente a la exposición, a ocho de los voluntarios se les indicó que el olor tenía posibles propiedades terapéuticas, mientras que a los otros nueve se les advirtió que podría provocar ligeros problemas respiratorios.

Durante el experimento, se pidió a los participantes que evaluaran la intensidad del olor, la irritación y la molestia percibidas, al tiempo que se registraban sus signos vitales, como el ritmo cardíaco y respiratorio, para medir su función pulmonar, así como la inflamación de sus vías respiratorias.

Antes, inmediatamente después, y luego de dos y 24 horas de haber sido expuestos al olor de la sustancia, se pidió a los participantes que calificaran el estado de sus síntomas de asma, mediante un cuestionario estandarizado. También se midió objetivamente su nivel de asma, a partir de su constricción bronquial, y de otros indicadores de inflamación de las vías aéreas.

Los resultados del estudio, publicado en el Journal of Psychosomatic Research, fueron precisamente los esperados, ya que los participantes que creyeron que la sustancia podía ser benéfica, no presentaron reacciones adversas, a pesar de considerarse hipersensibles a los perfumes. Por el contrario, aquellos a quienes se hizo pensar que podía ser irritante, sufrieron inflamación en las vías respiratorias. Pero, además, esta inflamación, que aumentó inmediatamente después de la exposición al olor, continuó sin cambio durante las siguientes 24 horas.

Esto revela que el solo hecho de creer que un olor podía hacerles daño, realmente aumentó y prolongó la inflamación de las vías respiratorias en personas asmáticas. En otras palabras, se observó un efecto nocebo tan fuerte, que bastó con inducirles una creencia negativa para que ésta influyera en sus respuestas, tanto psicológicas como fisiológicas.

Desde hace algunos años comenzó a investigarse la acción real en el cerebro del llamado “efecto placebo”, un fenómeno psicobiológico que puede manifestarse por influencia de una pastilla, pero también de una cirugía, terapia médica o tratamiento psicoterapéutico, y que sólo tiene resultados porque quienes lo reciben creen que realmente funciona.

núcleo accumbens

Aunque originalmente se pensaba que este efecto se debía a la autosugestión, sólo observada en pacientes propensos a la ingenuidad, tras muchas investigaciones, científicos como Jon-Kar Zubieta, profesor de neurología y radiología de la Universidad de Michigan, descubrieron que está vinculado con un tipo específico de actividad neuronal, que se lleva a cabo en una región bien determinada del cerebro, llamada núcleo accumbens, y asociada con la liberación de dopamina, un neurotransmisor que anticipa la sensación de bienestar.

Pero el efecto placebo parece tener un gemelo malvado: el efecto nocebo, que produce efectos negativos, como el observado en el estudio de Dalton y Jaén. El término «nocebo» se acuñó hace poco más de 50 años, y ha sido mucho menos estudiado que su contraparte. Después de todo, no es fácil diseñar estudios que, sin faltar a la ética, induzcan a los pacientes a sentirse peor.

Por ello, el profesor Zubieta recurrió a tomografías por emisión de positrones para demostrar que el efecto nocebo, al contrario del placebo, estaba vinculado con una reducción de la dopamina, y de la actividad de los opiáceos del cerebro, lo que explicaría los casos en los que provoca un aumento del dolor.

En tanto, el efecto placebo también funciona a partir de las expectativas y de las asociaciones aprendidas, que igualmente modifican la química y los circuitos del cerebro. Estas modificaciones parecen generar cambios fisiológicos, e incluso cognitivos, como evidencian innumerables estudios.

Se ha planteado que ambos efectos podrían ser manifestaciones de una adaptación, que nos ayudó a sobrevivir durante la historia evolutiva predisponiéndonos a estar preparados para enfrentar peligros inminentes, al permitir que los cambios psicológicos promuevan cambios fisiológicos, únicamente a partir de nuestra expectativa.

Después de todo, la mente y el cuerpo no están separados, así que nuestras creencias pueden influir en el organismo, para bien o para mal.

Verónica Guerrero Mothelet (paradigmaXXI@yahoo.com)

Jaén, C., & Dalton, P. (2014). Asthma and odors: The role of risk perception in asthma exacerbation Journal of Psychosomatic Research DOI: 10.1016/j.jpsychores.2014.07.002

Información adicional:
Langer E, Djikic M, Pirson M, Madenci A, Donohue R. «Believing is seeing: using mindlessness (mindfully) to improve visual acuity». Psychol Sci. 2010 May;21(5):661-6. doi: 10.1177/0956797610366543. Epub 2010 Mar 19.

Rainero I. et al, «Conscious Expectation and Unconscious Conditioning in Analgesic, Motor and Hormonal Placebo/Nocebo Responses». The Journal of Neuroscience, 15 May 2003, 23(10): 4315-4323.

«In Asthma, It’s Not Just What You Smell, But What You Think You Smell»

Crédito imagen: «Julio Ruelas – Criticism – Google Art Project» by Julio Ruelas (1870 – 1907) (Mexican) (Painter, Details of artist on Google Art Project)YgFcH8rt8ONLGw at Google Cultural Institute, zoom level maximum. Licensed under Public domain via Wikimedia Commons.

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