El concepto de “creatividad” se ha venido transformando, de considerarse un resultado de la intervención divina durante la antigüedad, a convertirse en un aspecto sublime de la genialidad humana en el siglo XIX. Sin embargo, fue hasta el siglo XX que surgió el interés por estudiar el proceso creativo como un rasgo biológico más de los humanos. Actualmente, la ciencia y sus herramientas de investigación permiten examinar la habilidad creativa como cualquier otro proceso cognitivo, que requiere el concurso de otras habilidades cognitivas como la memoria de trabajo, la planificación o la flexibilidad. Esta perspectiva ha facilitado fragmentar la creatividad en habilidades cognitivas específicas, que pueden medirse independientemente de manera empírica.
Un área que se ha asociado con el nivel de creatividad individual es la memoria semántica, que no solamente facilita la capacidad de recordar el sentido y significado de los conceptos, sino también la flexibilidad, fluidez y originalidad que éstos reflejan, lo que da como resultado productos lingüísticos de alto orden, como la ironía, el humor y las metáforas. Para conseguir estos productos lingüísticos de alto orden, el sistema de lenguaje debe procesar y tener acceso a múltiples significados alternos para cualquier término determinado, incluyendo aquellos que no están muy próximos, o cuya relación es poco común. De esta forma, la creatividad semántica se produce al asociar conceptos que aparentemente no están relacionados, o son distantes, y al hacerlo se crea una expresión lingüística con sentido.
Este conjunto de asociaciones forma una red de memoria semántica, cuya estructura parece influir en el nivel de creatividad personal. En la década de 1960, el investigador Sarnoff Mednick definió el proceso creativo como una combinación de asociaciones remotas en un resultado novedoso y pertinente. Por ello supuso que la red de memoria semántica en las personas creativas tiene una jerarquía de asociación “horizontal” (flat), que les permite asociar un concepto con términos más distantes (por ejemplo, el concepto “taza” con “porcelana” o con “caliente”). En contraste, la estructura jerárquica de asociación en los individuos menos creativos posiblemente es más pronunciada o “vertical” (steep), lo que limita su elección a términos más próximos (como “plato” o “cuchara”, en el mismo ejemplo).
A partir de esta definición, otros investigadores han inferido que, cuantos más elementos puedan recordarse durante el proceso de creatividad semántica, más probabilidades habrá de generar asociaciones o soluciones poco comunes, y mayor será el depósito de ideas novedosas de donde escoger. Tal noción de exploración en la memoria incluso se ha comparado con el algoritmo de búsqueda utilizado por Google.
Para examinar su teoría, el propio Mednick desarrolló una prueba de asociación remota (Remote Association Test, o RAT), en la que se presenta a los sujetos un trío de palabras, en apariencia inconexas (como chedar, suizo, pastel), y se les pide encontrar una cuarta palabra que se relacione con ellas (como queso). Esta prueba se ha usado empíricamente para investigar la creatividad semántica, pese a que algunos especialistas piensan que más que medir el pensamiento divergente –un proceso de ideas que genera un amplio rango de soluciones ante un estímulo–, considerado la marca de la habilidad creativa, la RAT indica más bien el pensamiento convergente, que es un proceso deductivo con reglas sistemáticas para llegar a una única solución correcta.
Para estudiar la estructura en red de la memoria semántica, y los complejos procesos cognitivos que funcionan en los sistemas (o redes) de lenguaje, se cuenta ahora con la aplicación de redes computacionales. Como éstas, se considera que la red semántica también está formada por “nodos” (que pueden ser conceptos o palabras), y “ligas”, que indican la distancia entre ellos.
Con un enfoque novedoso, un equipo formado por Yoed Kenett, y colegas de la Universidad de Bar-Ilan, en Israel, empleó esta herramienta para estudiar las redes semánticas, y definir la similitud semántica entre conceptos. A partir de la teoría de Mednick, estos investigadores propusieron que la red semántica de las personas con mayor creatividad realmente es diferente a la de los individuos menos creativos, y les permite combinaciones conceptuales más flexibles e innovadoras durante el proceso semántico. Así, su objetivo fue examinar cuantitativamente las diferencias individuales en las redes semánticas de sujetos que tienen poca creatividad semántica y aquellos con elevada creatividad semántica.
Para establecer el nivel de creatividad de sus más de cien participantes, les realizaron varias pruebas, entre ellas la RAT, pues consideraron que también puede indicar un pensamiento divergente, en la forma de flexibilidad, originalidad y fluidez lingüística. Una vez clasificados dos niveles de creatividad (baja y elevada), ambos grupos llevaron a cabo una tarea de asociación libre, a partir de 96 palabras. A continuación, con base en la superposición de sus asociaciones (o “nubes de asociación”), se calculó y modeló la red semántica de cada grupo, que representaba la organización de los términos principales en su léxico mental. Finalmente, se analizaron y compararon las estructuras de ambas redes, para examinar sus diferencias.
Como era de esperarse, además de la originalidad de las respuestas de los sujetos más creativos, la cantidad de términos asociativos por palabra que ofrecieron fue mayor que la del grupo menos creativo.
Como una extensión de la teoría de Mednick, el equipo de Kenett esperaba encontrar una red asociativa más rica, mejor interconectada y más flexible (expandible) en las personas creativas –lo que implica una organización igualmente flexible de la memoria semántica–, pero también menos modular (con menos subpartes), ya que esto probablemente les facilitaría rastrear y detectar más palabras, pese a que éstas no tuvieran una relación directa con el término original. Por el contrario, la red de los individuos poco creativos tendría que ser menos condensada e interconectada, así como más modular, lo que posiblemente impediría su expansión. Como resultado, los investigadores no sólo descubrieron que la red de memoria semántica de las personas con baja creatividad era mucho más rígida, sino que se separaba en más subpartes; esto es, que era más modular. En contraste, la red de memoria semántica de las personas muy creativas, además de horizontal, estaba interconectada de manera mucho más densa y, por tanto, era menos rígida, lo que posibilitaba su expansión para conectar más asociaciones con menos relación entre sí.
Si bien otros estudios han demostrado que existe un fuerte vínculo entre la creatividad y las funciones ejecutivas del cerebro (como inteligencia fluida, memoria y atención, que permiten el acceso al contenido semántico), por lo que algunos científicos piensan que son éstas las que distinguen a las personas muy creativas, y no la estructura de sus jerarquías de asociación, incluso esa perspectiva no deja de reconocer la importancia de esta estructura en el proceso creativo. De hecho, en opinión de Kenett, un modelo completo de este proceso debe tomar en cuenta ambos elementos. Después de todo, la creatividad semántica podría considerarse como un eficiente ejercicio de rastreo y detección, que comienza en una red de memoria semántica, pero cuyo éxito depende tanto de la estructura de esa red como de la eficacia del propio proceso de búsqueda.
Verónica Guerrero (paradigmaxxi@yahoo.com)
Fuente:
Kenett YN, Anaki D, & Faust M (2014). Investigating the structure of semantic networks in low and high creative persons. Frontiers in human neuroscience, 8 PMID: 24959129
Información adicional:
Thinking in prose and poetry: A semantic neural model
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