Por J. Antonio de la Torre

 

Una de las grandes amenazas para la fauna silvestre, en especial para los grandes mamíferos, es la destrucción y fragmentación de los hábitats donde viven. Esto en general significa que disminuye el número de sitios disponibles para que puedan vivir. Además, la fragmentación ocasiona que las poblaciones queden aisladas en sitios totalmente transformados por actividades humanas. Un ejemplo de una especie afectada por la destrucción y fragmentación del hábitar es el  jaguar (Panthera onca), el cual es el mayor felino que habita en nuestro país. Esta especie se encuentra en peligro de extinción en México principalmente por la cacería en venganza por depredar ganado doméstico y por la destrucción de su hábitat (Figura1).

 

Figura 1. El jaguar una de las especies que se encuentra amenazada en nuestro país por la pérdida y fragmentación de su hábitat (Foto J. Antonio de la Torre).

A pesar de esto, en los últimos ocho años en México se ha avanzado mucho con respecto a la conservación y manejo de esta especie. Esto se ha logrado gracias a varios estudios realizados por diversos investigadores, instituciones académicas, de gobierno y organizaciones no gubernamentales, por lo que hoy sabemos que quedan no más de 4,000 jaguares en nuestro país y dónde se encuentran distribuidos. Pero ahora el siguiente paso para salvar a este emblemático animal es lograr mantener las poblaciones remanentes conectadas, esto es, que los individuos puedan desplazarse de una población a otra sin problema. Estos puntos de conexión entre un sitio y otro se denominan corredores biológicos.

 

¿Pero por qué los jaguares necesitan de corredores biológicos? Con el uso de radio-collares de GPS hemos aprendido que estos animales tienen ámbitos hogareños gigantescos (Figura 2). Por ejemplo, nuestra investigación nos mostró que en la región de la Selva Lacandona una sola hembra lleva a cabo sus actividades normales como cazar a sus presas o patrullar su territorio, en un área aproximada de 150 km². En cambio, los machos pueden utilizar áreas muchísimo más extensas que las hembras, en la misma región hemos observado que pueden utilizar como ámbito hogareño áreas de aproximadamente 400 km². Considerando este ejemplo, no es difícil preguntarse: ¿cuánta área necesitamos conservar para mantener una población de esta especie? Con base en nuestra experiencia, considerando los ámbitos hogareños tan extensos y que son animales territoriales (es decir, que un jaguar en un territorio tratará de excluir a otros jaguares de este espacio), difícilmente encontraríamos áreas naturales protegidas en nuestro país que mantengan extensiones tan grandes de hábitat bien conservado, para que esto suceda (Figura 3).

 

Figura 2. Momento de colocación de un radio-collar de GPS Satelital a un jaguar (Foto: Silvano Gómez).

Figura 2. Momento de colocación de un radio-collar de GPS Satelital a un jaguar (Foto: Silvano Gómez).

            Por esta razón en el Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres estamos trabajando para identificar los sitios afuera de las áreas naturales protegidas, que sean adecuados para mantener la conectividad entre ellas. Nuestro trabajo actual se centra en la Selva Lacandona, específicamente entre el Monumento Natural Bonampak y el Monumento Natural Yaxchilán, en el área que se le conoce como Sierra la Cojolita. Esta área parece esencial para que los jaguares puedan desplazarse de las reservas con selva de México a las extensiones con selva que están en Guatemala.

 

Para identificar estas áreas lo que estamos haciendo es colocarles radio-collares de GPS a los jaguares y estudiando sus movimientos dentro de este paisaje. El lugar en el que trabajamos es un mosaico de zonas bien conservadas de selva húmeda tropical con zonas ya perturbadas por actividades humanas donde hay carreteras, cultivos, pastizales para la ganadería y poblados. Con este estudios esperamos poder identificar los sitios dentro de este paisaje dónde sea más probable que los jaguares pasen de un área importante de selva a otra.

 

Figura 3. Ámbito hogareño de una hembra (rojo) de jaguar y de un macho (naranja). Se puede apreciar que el tamaño de las áreas que utilizan es más grande, en algunos casos, que el tamaño de las Áreas Naturales Protegidas (en amarillo).

            ¿Pero por qué enfocar los esfuerzos solamente en los jaguares si existen muchas más especies amenazadas en esta región? Como ya lo hemos mencionado, gracias a nuestros estudios anteriores, sabemos que los jaguares requieren de áreas muy extensas para cubrir con sus necesidades normales de alimentación, cacería y para la cría de sus cachorros. Además sabemos que, principalmente las hembras, evitan moverse por sitios perturbados por actividades humanas o por sitios cercanos a poblados y carreteras. Esto nos da una base solida para utilizar al jaguar como especie sombrilla, y esto es útil para hacer una planeación de conservación integral en el área.

 

Los biólogos han definido a las especies sombrilla como aquellas que al conservarlas al mismo tiempo protegen a un gran número de especies en una misma área o ecosistema. Las especies sombrilla son una excelente herramienta de conservación ya que ayudan a maximizar los recursos invertidos en conservación o investigación. Por ejemplo, sería muy costoso o prácticamente inviable realizar un estudio o plan de acción de conservación para cada una de las especies que habitan en la región. Bajo este concepto, si nos enfocamos en la conservación del jaguar tendríamos más posibilidades de conservar una gran parte de la biodiversidad en esta región.

 

Lo que finalmente queremos con este proyecto es que los tomadores de decisiones, tanto el gobierno federal como las autoridades locales, utilicen esta información como una guía para realizar proyectos de conservación, restauración y desarrollo sustentable para asegurar que estos corredores permanezcan por muchísimos años junto con todas las especies que los utilizan.

 

Agradecimientos.  

Este proyecto ha sido posible gracias al apoyo del Corredor Biológico Mesoamericano México, The Conservation, Food & Health Foundation, the Conservation Leadership Programme, the Clevelands MetroParks Zoo, the Clevelands Zoological Society, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Bioconciencia A.C., Centro de Investigación en Geografía y Geomática “Ing. Jorge L. Tamayo” A.C.,  CONACYT y todos los miembros del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres.