Por Leonora Torres-Knoop, Clementina Equihua Z y J. Antonio de la Torre.
Después de un tiempo de estar fuera de línea regresamos a tener actividad en el blog “La Huella del Jaguar”, el cual representa un medio de difusión del trabajo que realizamos en el Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres (LECVT) del Instituto de Ecología de la UNAM. Esta nueva fase del blog La Huella del Jaguar seguirá teniendo información sobre nuestros proyectos de investigación para la conservación de vertebrados terrestres, pero además incluiremos opiniones sobre distintas políticas de conservación que se llevan a cabo en nuestro país y en el resto del mundo. Esperamos que esta nueva etapa sea del agrado de nuestros lectores y los invitamos a participar con sus comentarios, así como con sugerencias sobre temas o problemas a tratar.
La crisis ambiental está llevando a la extinción a un gran número de especies en todo el mundo. Esto se debe en gran medida a la destrucción de bosques, selvas y otros ecosistemas que son utilizados para la construcción de industrias, poner campos de cultivo o para los asentamientos humanos. En conjunto podemos decir que el crecimiento de la población humana amenaza día a día nuestra biodiversidad. Pero no todo está perdido, en esta ocasión, nos es grato iniciar esta nueva etapa de La Huella del Jaguar, con una muy buena noticia, de esas que no escuchamos con frecuencia.
El pasado 21 de octubre de este año celebramos que por primera vez en la historia de México una especie saldrá de alguna de las categorías de riesgo establecidas por la ley mexicana. Hablamos del murciélago magueyero menor, que tiene por nombre científico Leptonycteris yerbabuenae (Figura 1). El evento lo organizaron el Instituto de Ecología de la UNAM, Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Durante la celebración las autoridades del INECC anunciaron que en la próxima edición de la Norma Oficial Mexicana (NOM-059) se eliminaría al murciélago magueyero menor de la lista de especies amenazadas (Figura 2).
El murciélago magueyero menor fue incluido en la lista de especies amenazadas desde 1993 de la Norma Oficial Mexicana NOM-059 de la SEMARNAT. En esa edición el murciélago magueyero es incluido bajo el nombre científico de Leptonycteris curasoae que años después los científicos cambiarían a L. yerbabuanae. Además, esta especie es considerada como en peligro de extinción desde 1984 en la Endangered Species Act del gobierno de los Estados Unidos. Desde hace casi 20 años, en un esfuerzo conjunto, científicos mexicanos y estadounidenses elaboraron un plan con acciones para la recuperación de la especie, que ha dado frutos positivos.
La investigación que se ha llevado a cabo con L. yerbabuenae ha permitido conocer los patrones de distribución de esta especie, así como aspectos básicos de su ecología, dieta y reproducción. Se trata de un murciélago nectarívoro migratorio que habita a lo largo de prácticamente todo el territorio mexicano y algunas partes del suroeste de Estados Unidos. Cuando se empezó a estudiar la biología de este murciélago se pensaba que todas las poblaciones eran migratorias, sin embargo, ahora sabemos, gracias a estudios realizados por diversas instancias, entre ellas, el Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres, que solamente algunas de las poblaciones lo son y que son principalmente las hembras preñadas las que migran hacia el norte de México y suroeste de los Estados Unidos y posteriormente bajan con las crías al centro de nuestro país (Figura 3). Existen otras poblaciones que en lugar de moverse hacia el norte, se mueven al sur del país y regresan al centro de México. Gracias a la investigación realizada en el Laboratorio de Ecología de Comunidades del Instituto de Ecología de la UNAM, dirigida por el Dr. Alfonso Valiente, se descubrió que la mayoría de los machos de la especie permanecen en la región de Tehuacán-Cuicatlán, o sea que son poblaciones residentes y se mueven de manera altitudinal a lo largo de parches que florecen en distintas temporadas del año. Todos los estudios enfocados a esta especie han permitido la identificación de cuevas de maternidad en el norte y de apareamiento en el centro, así como las zonas de poblaciones residentes.
Con respecto a dieta del murciélago magueyero menor se sabe que es una especie nectarívora que consume néctar y polen de plantas como el cazahuate, el sahuaro, el cardón y diversas especies agaves, entre ellas los utilizados para la producción de mezcal y tequila. Su función biológica es fundamental para el mantenimiento de la salud de los ecosistemas en donde vive y contribuye al bienestar genético de muchas especies de utilidad económica. Sin embargo, también durante nuestra investigación, encontramos que L. yerbabuenae puede llegar a consumir algunos frutos, como el de las pitayas, cuando las flores escasean.
Una historia de éxito como esta es el resultado de la unión de esfuerzos conjuntos que a través de distintas trincheras, resuelven los diferentes problemas de conservación que enfrenta la biodiversidad de nuestro país. Pero es importante resaltar que un esfuerzo de esta índole depende del trabajo realizado por las comunidades que conviven todos los días con la especie, de los estudios que a lo largo de décadas los investigadores han llevado a cabo y de las intervenciones y regulaciones de instancias gubernamentales como el INECC, la CONANP, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), entre muchas otras. Todos estos actores fueron cruciales para asegurar la protección, estabilidad y recuperación del murciélago magueyero menor.
Desde el 21 de octubre de 2013, L. yerbabuenae o el murciélago magueyero menor, se convierte en un ejemplo de que es posible recuperar a una especie cuando se identifica que sus poblaciones son estables gracias a la investigación y participación de diferentes sectores de la población. Como biólogos y científicos, estas noticias nos motivan a seguir nuestro trabajo e investigación y a luchar para conocer, proteger y asegurar la sobrevivencia de nuestra biodiversidad.