Somos criaturas sociales y, en gran medida, nuestra especie sobrevivió sus primeros días gracias a un cerebro que evolucionó para interactuar con los demás; para “leer” en sus rostros y ademanes una gran variedad de claves emocionales y sociales, y para predecir su comportamiento mediante el desarrollo de lo que se conoce como “teoría de la mente”, que es el reconocimiento de que las otras personas también poseen estados mentales subjetivos, como creencias, deseos o intenciones.
Al mismo tiempo, esta interacción humana es esencial para el continuo desarrollo del cerebro y de sus habilidades de comunicación y socialización, lo que posibilita adquirir las experiencias sociales que permiten tanto conocer la cultura como sobrevivir. De hecho, muchos especialistas consideran que la socialización es el proceso de aprendizaje que se extiende durante toda la vida. Conseguirlo no sólo requiere cultivar la comunicación verbal, sino también la física.
Sin embargo, es posible que la fuerte influencia que tiene la tecnología digital en nuestra vida esté deteriorando, entre otras, las habilidades sociales de los niños y preadolescentes, de acuerdo con un estudio realizado por Patricia Greenfield, y colegas de la Universidad de California en Los Ángeles. La causa de esta correspondencia negativa se debe, concluyeron los investigadores, a que al pasar más tiempo entretenidos con los medios digitales, los chicos dedican menos tiempo a las interacciones personales. No obstante, también encontraron que este efecto es fácilmente reversible.
Los psicólogos del Centro Infantil de Medios Digitales de la UCLA estudiaron a más de cien preadolescentes, hombres y mujeres, que cursaban el sexto año en una escuela elemental pública de California. Sin tomar en cuenta el sexo, los dividieron en dos grupos: 54 continuaron su vida normal y 51 fueron invitados a permanecer juntos, durante cinco días, en el Instituto Pali, un campamento de ciencia y naturaleza cercano a Los Ángeles, que como regla no permite el uso de aparatos electrónicos como teléfonos inteligentes, consolas de videojuegos, computadoras, televisiones y, en general, ninguna pantalla digital.
Todos los chicos del estudio habían informado que cotidianamente utilizaban los mensajes de texto, la televisión y los videojuegos durante un promedio de cuatro horas y media al día, aunque otras encuestas han encontrado que es más alta la cifra real para ese promedio de edad.
Antes de comenzar el estudio, y de nuevo al terminarlo, se evaluó la habilidad de ambos grupos de estudiantes para reconocer las emociones humanas en fotografías y videos. Con tal objetivo, les fueron mostradas 48 imágenes de rostros felices, tristes, enojados o asustados, así como videos con representaciones actorales de distintas interacciones, pidiéndoles que identificaran las emociones.
A diferencia de los estudiantes que continuaron empleando sus aparatos, el grupo que pasó los cinco días en el campamento mejoró de manera notable su capacidad de leer las emociones faciales, así como otras claves no verbales, con un promedio de 9.41 errores al final del estudio, casi cinco menos que al comenzarlo. En contraste, los resultados de quienes se quedaron en casa se mantuvieron prácticamente sin cambio.
En opinión de los autores, los beneficios de los medios digitales para la educación se han examinado con mayor detenimiento que sus costos, y uno de estos últimos es la notable disminución de la capacidad de comprender las emociones de los demás.
Por una parte, en una pantalla resulta imposible leer las claves emocionales no verbales, tal y como se captan durante una conversación personal. Asimismo, además de las claves visuales, las interacciones personales permiten percibir otras señales, como la entonación y el timbre de la voz. Por el contrario, los medios basados en texto, como correos, mensajes instantáneos, y demás, eliminan estos aspectos, e incluso los “emoticones” son un sustituto muy deficiente de la comunicación personal.
El elemento positivo, que aumenta el interés y relevancia de esta investigación, publicada en línea en la revista Computers in Human Behavior, es el breve tiempo que se necesitó para que los preadolescentes incrementaran, o recuperaran, sus habilidades sociales.
Desde luego que el uso de tecnología ha tenido muchas implicaciones positivas, y probablemente produce sus más claros beneficios cuando se emplea en un ambiente controlado, ya sea dentro del aula o en el hogar. No obstante, su uso en exceso podría dañar la habilidad humana de comunicarse, interactuar y aprender de los semejantes.
Verónica Guerrero Mothelet (paradigmaXXI@yahoo.com)
Fuente:
Uhls, Y., Michikyan, M., Morris, J., Garcia, D., Small, G., Zgourou, E., & Greenfield, P. (2014). Five days at outdoor education camp without screens improves preteen skills with nonverbal emotion cues Computers in Human Behavior, 39, 387-392 DOI: 10.1016/j.chb.2014.05.036
Información adicional:
In our digital world, are young people losing the ability to read emotions?
Common Sense Media
UCLA Newsroom