Con anterioridad este blog ha mencionado que, a la hora de comunicar conceptos o hechos científicos a distintos grupos de la sociedad, es importante perseguir una buena recepción por parte del público, atrayendo su atención e interés, y se ha sumado a la propuesta de buscar esta respuesta recurriendo a elementos como una narrativa interesante, sentido del humor y un énfasis en nuestro lugar dentro de la naturaleza

Sin embargo, incluso las mejores ideas pueden perderse en el proceso de la comunicación, lo que dificulta saber si el otro realmente ha comprendido lo que intentamos comunicar.

Más allá de las encuestas, o de los exámenes escolares, ¿sería posible ver los resultados de la comunicación de manera directa… a través de los procesos cerebrales del receptor? Y, aún mejor, ¿ayudaría esto a mejorar el intercambio de información?

Observar la interacción entre dos o más cerebros es un objetivo incipiente de la llamada “neurociencia social”, la rama de las neurociencias que busca tener acceso a la fuente de la comunicación interpersonal: el cerebro humano.

En esta línea, hace algunos años el investigador Uri Hasson, y colegas de la Universidad de Princeton, comenzaron a emplear la resonancia magnética funcional para observar los mecanismos cerebrales que participan en la producción y comprensión del lenguaje hablado.

Sus resultados han revelado que no estamos muy errados cuando afirmamos “sincronizarnos” con otra persona. Nuestro cerebro de verdad se acopla con otro cuando compartimos una idea o una anécdota. De hecho, al conseguir una comunicación real, la actividad cerebral de un receptor comienza a reflejar la actividad cerebral del emisor… Y cuanto mayor es el acoplamiento, mejor resulta ser la comprensión.

No obstante, el método tradicional de la resonancia magnética funcional utilizado por los investigadores de Princeton presenta ciertas limitaciones, pues precisa que los sujetos permanezcan recostados, sin moverse, dentro del ruidoso aparato, e impide observar de manera simultánea el cerebro de varios individuos hablando frente a frente.

Diálogo cerebral

Con el intento de resolver este problema, el equipo de Princeton recibió ayuda de ingenieros biomédicos de la Universidad de Drexel, quienes desarrollaron un instrumento portátil que permitiera analizar mejor este fenómeno.

Se trata de una diadema con un sistema de espectroscopía funcional cercana al infrarrojo (fNIRS), que utiliza luz para registrar, mediante el nivel de oxigenación en ciertas regiones del cerebro, la actividad neuronal durante situaciones de la vida real.

En febrero de este año, el equipo realizó una serie de experimentos que consiguió medir con éxito la sincronización de dos cerebros durante una conversación.

La idea era que la actividad cerebral de un receptor debía correlacionarse con la del emisor siempre que la comunicación fuera efectiva; esto es, que la información pudiera ser comprendida, en este caso, por estar en el idioma de los oyentes.

Para el estudio, pidieron a un voluntario angloparlante, y a dos hablantes de turco, que contaran espontáneamente anécdotas de la vida real en sus idiomas nativos. Mientras lo hacían, las historias fueron grabadas, y su cerebro fue observado con los dispositivos de espectroscopía funcional cercana al infrarrojo.

Más tarde, otros quince voluntarios, todos angloparlantes, escucharon las grabaciones, al tiempo que se medía la actividad neuronal de su cerebro, principalmente, la de las áreas prefrontal y parietal, que incluyen las regiones cognitivas que participan en la capacidad de interpretar las creencias, deseos y propósitos de los demás, o lo que se conoce como “teoría de la mente”.

Al medir la actividad en el cerebro de los voluntarios, el equipo observó que ésta se sincronizaba únicamente con la del narrador que hablaba en su idioma.

De igual forma, cuando compararon estos resultados con los datos de un estudio similar que había empleado resonancia magnética funcional, encontraron que ambos coincidían.

Acoplamiento eléctrico

Pero parece que este proceso de acoplamiento también es evidente cuando se mide la actividad eléctrica del cerebro. En fecha más reciente, otro grupo científico, del Basque Center on Cognition, Brain and Language, de España, realizó estudios similares, pero utilizando electroencefalografía, que mide el ritmo de las ondas cerebrales, también llamadas oscilaciones neuronales.

Los resultados del equipo vasco, dirigido por Alejandro Pérez, Manuel Carreiras y Jon Andoni Duñabeitia, indicaron que, cuando dos personas toman parte en una conversación, también se acoplan las oscilaciones de su cerebro.

En este estudio, los investigadores reunieron a 16 hombres y 14 mujeres, todos desconocidos entre sí, y los dividieron en parejas del mismo sexo. Los individuos de cada pareja se sentaron separados por un biombo y, siguiendo un guión, tomaron turnos para hablar y escuchar durante una conversación.

Cuando los científicos registraron sus ondas cerebrales, observaron que las oscilaciones comenzaban a acoplarse conforme hablaban entre sí. El fenómeno era como si sus cerebros trabajaran en conjunto para conseguir un objetivo en común: la comunicación.

En opinión de los investigadores, esta sincronización implica una comunicación directa entre cerebros, que podría constituir un factor esencial para las relaciones interpersonales y la comprensión del lenguaje.

Hasta hace no mucho tiempo, la producción del discurso y su comprensión se habían estudiado como procesos independientes dentro de un cerebro. Como si al hablar el cerebro hiciera sólo una cosa, y al escuchar, hiciera otra diferente.

Por el contrario, estos estudios han observado las interacciones entre dos cerebros como un proceso único y compartido.

En el caso del acoplamiento de las oscilaciones neuronales, los científicos dedujeron que éste no es el resultado de haber comprendido, sino la base neuronal que permite esa comprensión. En consecuencia, implica que la comunicación es un solo acto, realizado por dos o más cerebros implicados.

En palabras de Uri Hasson, estos descubrimientos presentan nuevos desafíos e interrogantes.

Por ejemplo, ¿por qué algunos cerebros se acoplan más fácilmente que otros? ¿Será un don que algunas personas consigan más fácilmente que el cerebro de los demás se sincronice con el suyo, o existirán técnicas para conseguirlo? ¿Qué puede facilitar este acoplamiento y la consiguiente comprensión del mensaje?

Hasson opina que probablemente existe un continuo con distintos grados de esta capacidad; desde los trastornos autistas, que impiden transmitir o recibir la información correcta para conseguir un correcto acoplamiento cerebral, hasta el éxito que pueden tener los líderes de opinión, o aquellos con quienes resulta tan fácil conectarnos.

Con todo, los equipos mencionados continuarán explorando nuevas aplicaciones que puedan ser útiles en los casos en que las personas tienen problemas para comunicarse…

Pero también buscan analizar y comprender mejor los complejos procesos de la comunicación, desde perspectivas que van de la psiquiatría a la educación; lo que incluye –¿por qué no?– conseguir que también compartamos de manera exitosa los asuntos de la divulgación científica.

Verónica Guerrero Mothelet (paradigmaXXI@yahoo.com)

Fuentes:

Yichuan Liu, Elise A. Piazza, Erez Simony, Patricia A. Shewokis, Banu Onaral, Uri Hasson, Hasan Ayaz. Measuring speaker–listener neural coupling with functional near infrared spectroscopy. Scientific Reports, 2017; 7: 43293 DOI: 10.1038/srep43293

Alejandro Pérez, Manuel Carreiras, Jon Andoni Duñabeitia. Brain-to-brain entrainment: EEG interbrain synchronization while speaking and listening. Scientific Reports, 2017; 7 (1) DOI: 10.1038/s41598-017-04464-4

Información adicional:

Un estudio revela que los cerebros se sincronizan durante la conversación (ABC.es)

Brain imaging headband measures how our minds align when we communicate (Science Daily)