El lenguaje humano es complejo y flexible, y en todas sus variedades ha evolucionado al punto de incluir, entre sus características, la posibilidad de crear una gran diversidad de metáforas que las personas promedio pueden comprender. Estas metáforas, más convencionales, resultan muy útiles para explicar conceptos sobre el tiempo, la cantidad, el estado, la acción, y otros igualmente difíciles de definir.
Pero existen también metáforas poco convencionales, más ambiguas y originales, muy utilizadas en poesía, la máxima expresión de la creatividad lingüística. Su propósito es exaltar o acentuar ciertas cualidades de lo descrito en el texto con unas cuantas palabras; o bien, construir imágenes que le permitan al lector percibir desde los sentidos las emociones implícitas y explícitas que el autor desea expresar, asociando contextos diferentes de manera novedosa.
En general, el uso de lenguaje metafórico requiere la habilidad de activar un grupo de asociaciones semánticas más amplias y flexibles, y de combinar conceptos mínimamente relacionados en un producto lingüístico novedoso y adecuado, que adquiere sentido. Sin tales expresiones metafóricas, la poesía sería gris, los refranes inexistentes, y los chistes… nulos.
Y, sin embargo, si por alguna razón diéramos a las frases metafóricas un sentido literal, se desataría un caos. Equivaldría a buscarle “cinco pies al gato”, creyendo que la espada de Damocles (peligro inminente) realmente sirve para cortar el nudo gordiano (problema de difícil solución). De igual forma, interpretar como metafórica la asociación de cualesquiera términos totalmente distantes e inadecuados sólo llevaría a una confusión semántica del lenguaje.
No obstante, esos extremos se han encontrado en personas que tienen ciertas condiciones clínicas específicas, como el síndrome de Asperger o la esquizofrenia, debido a un posible daño en esta habilidad. ¿Cuál es la razón? Aunque se ha avanzado mucho en el conocimiento de los procesos cerebrales y cognitivos que participan en la creación y comprensión del lenguaje metafórico, hasta ahora no se había presentado una descripción o teoría exhaustiva, que pudiera explicar todas las aristas de esta forma de creatividad.
Hacia este esfuerzo, el equipo dirigido por Miriam Faust, con la participación de Yoed Kenett, del Centro Multidisciplinario de Investigación Cerebral Goldschmied de la Universidad Bar-Ilan, en Israel, ha investigado durante los últimos 20 años el procesamiento cerebral y cognitivo de las metáforas, principalmente comparando cómo se procesan las metáforas novedosas, como las que pueden extraerse de la poesía, con las metáforas convencionales, las expresiones literales y con duplas de palabras sin sentido ni relación.
En fecha reciente, estos investigadores publicaron una teoría bastante “redonda” sobre el procesamiento cerebral/cognitivo de las metáforas, que parte de la noción de que el lenguaje es un sistema semántico complejo, organizado como un continuo, que puede explicar el papel de ambos hemisferios en el procesamiento de las metáforas y las diferentes formas del procesamiento semántico, como las variaciones individuales de las personas promedio y sus diferencias en habilidad creativa, así como los extremos observados en personas con Asperger y en pacientes con esquizofrenia.
La teoría propuesta establece que la habilidad semántica podría estar asociada con diferentes patrones flexibles de interacción hemisférica, y principalmente con la participación del hemisferio derecho para procesar metáforas novedosas. De hecho, es conocido el modelo que asigna al hemisferio derecho el papel exclusivo en la activación de un amplio rango de significados y asociaciones, que permiten la creación de combinaciones conceptuales originales, mientras que deja la intervención del hemisferio izquierdo para la comprensión del lenguaje literal, que tiene un significado relevante y particular dentro de un contexto.
En términos específicos, la teoría de Faust y Kenett propone que la habilidad que tienen las personas promedio (o neurológicamente intactas) para manejar todas las relaciones semánticas que se expresan en el lenguaje depende del patrón de interacción entre múltiples redes cerebrales de los dos hemisferios (izquierdo y derecho), durante el procesamiento semántico. En este sentido, estos investigadores consideran que el lenguaje es un proceso cerebral completo, que requiere tanto la participación del hemisferio izquierdo –que procesa el sentido o significado del lenguaje de manera más rígida– como la del derecho, cuyo procesamiento semántico es más flexible y cuya intervención probablemente es mayor en el procesamiento de metáforas nuevas y más creativas, porque el significado figurativo de las metáforas requiere la activación de conceptos lejanamente relacionados en un campo semántico más amplio.
Durante sus investigaciones, los científicos emplearon técnicas conductuales y neurocognitivas, como la medición de la precisión y los tiempos de respuesta, experimentos con división de los campos visuales, aplicación del potencial de respuesta evocada (ERP), estimulación magnética transcraneal, resonancia magnética funcional y magnetoencefalografía, para estudiar las diferencias de procesamiento cognitivo/cerebral entre las metáforas novedosas, metáforas convencionales, expresiones literales y parejas de palabras sin relación, en pacientes con Asperger o con esquizofrenia, comparados con personas promedio. Además, revisaron evidencias morfológicas, microanatómicas y cognitivas descubiertas por otros equipos, que subrayan la importancia de la activación bilateral y la cooperación hemisférica en el procesamiento del lenguaje creativo y metafórico.
Así encontraron consistentemente una contribución particular del hemisferio derecho en el procesamiento de metáforas nuevas y creativas en las personas promedio, una característica que no se cumple en pacientes con Asperger o con esquizofrenia, por lo que en ellos afecta de diferente forma el procesamiento del lenguaje creativo. En el caso de los individuos con Asperger, los investigadores constataron la consabida rigidez de pensamiento, y dificultades para procesar metáforas novedosas, correlacionadas con una menor participación del hemisferio derecho. En el otro extremo, los pacientes con esquizofrenia, capaces de exhibir asociaciones excesivamente amplias (a menudo sin verdadera relación semántica o lingüística), parecen tener un diferente patrón de participación hemisférica, que incluye una notable actividad del hemisferio derecho.
Hallaron también que esas diferencias en la habilidad metafórica se relacionan con similares variaciones en la memoria semántica, que presentaba un estado excesivamente rígido en el hemisferio izquierdo de las personas con Asperger y caóticamente flexible en el hemisferio derecho de los sujetos con esquizofrenia. No obstante, a la mitad de ambos extremos observaron que la estructura de la memoria semántica podía presentar diferentes estados, lo que relacionan con las diferencias individuales en la creatividad semántica de las personas sin esos trastornos. Además, verificaron que en ambos trastornos existía una comunicación inter e intrahemisférica deficiente, cuando estudios independientes han conjeturado que esa comunicación podría ser una condición necesaria para el procesamiento semántico efectivo y equilibrado.
A partir de sus hallazgos, Faust y Kenett sugieren que incluso las pequeñas variaciones en el nivel de integración semántica podrían relacionarse con las diferencias individuales en la creatividad lingüística. Pero cuando se rompe el equilibrio, con el predominio exclusivo de alguno de los hemisferios, puede provocar o bien la rigidez semántica, o el caos, perjudicando de esta forma el proceso del lenguaje metafórico.
De allí concluyeron que la interacción de los sistemas semánticos del hemisferio izquierdo y el derecho depende de un continuo semántico, que pasa, según los términos empleados por estos autores, de la rigidez al caos. A la mitad de este continuo cognitivo pueden ubicarse también distintos grados de equilibrio, o integración semántica.
Como se trata de una estructura compleja, los autores recurrieron a la ciencia de redes para realizar un análisis cuantitativo que a la vez pudiera asociar cada estilo de procesamiento con la participación hemisférica. Igual que en cualquier red, la red semántica está formada por nodos, que representan las unidades básicas del sistema, y por conexiones o “ligas”, que representan las relaciones entre los nodos. En estos términos, definieron que el sistema en las personas con Asperger es una red rígida, más modular (o más dividida en subpartes), poco eficaz para el procesamiento del lenguaje creativo, lo que sugiere una rigidez de pensamiento que podría dificultar la comprensión de un lenguaje con ambigüedades semánticas. En cuanto al sistema de procesamiento de los pacientes con esquizofrenia, la aplicación de la ciencia de redes a los datos obtenidos mediante electroencefalogramas y resonancia magnética funcional les revelaron una pérdida de la conectividad funcional general, con un aumento en la aleatoriedad de la red, además de una menor modularidad.
Empero, con base en sus descubrimientos previos, los autores explican que la creatividad en general probablemente no se confina al hemisferio derecho, sino que es producto de la interacción de un sistema dual en un dominio cognitivo determinado; esto es, que tenemos un sistema neurocognitivo especializado, responsable del procesamiento convencional, y otro sistema neurocognitivo no especializado, responsable del procesamiento no convencional. Es entonces la interacción entre esos dos sistemas lo que permite el procesamiento eficaz de los estímulos, tanto convencionales como novedosos, apoyando la creatividad. De igual forma, en un artículo reciente, ya comentado en este blog, los autores habían establecido que la red semántica de las personas poco creativas es más rígida que la de aquellas con elevada creatividad, de acuerdo con la teoría desarrollada por Sarnoff Mednick en 1962 sobre las diferencias individuales en creatividad, que sugiere que las personas muy creativas se caracterizan por tener una jerarquía semántica más amplia y horizontal, y no estrecha y vertical.
En resumen, los investigadores proponen que la integración semántica es esencial para el bienestar semántico, que es la capacidad de comprender y manejar tanto el lenguaje literal como las metáforas comunes y las metáforas originales. Esta integración parece surgir a partir de la comunicación hemisférica entre un sistema especializado y un sistema no especializado, lo que podría explicar algunos hallazgos contradictorios en relación con el papel del hemisferio derecho en el procesamiento de las metáforas. Asimismo, describen cómo los diferentes patrones del procesamiento de metáforas novedosas puede explicarse con este continuo, reconciliando también las evidencias contradictorias que se han encontrado en cuanto a la función de cada hemisferio en el procesamiento de metáforas.
Finalmente, sugieren que puesto que la organización cerebral puede interpretarse, en cualquier nivel, en la forma de redes, la aplicación de la ciencia de redes podría ampliar y desarrollar los modelos neurocognitivos, para ofrecer explicaciones más generales y predicciones empíricas.
Analizar de esta forma los diferentes estados del léxico mental, que dan como resultado varias condiciones de comunicación, lenguaje y pensamiento, podría contribuir a la investigación de tales condiciones, al ofrecer un marco teórico en el que puedan relacionarse.
Verónica Guerrero Mothelet (paradigmaXXI@yahoo.com)
Fuente:
Faust, M., & Kenett, Y. (2014). Rigidity, chaos and integration: hemispheric interaction and individual differences in metaphor comprehension Frontiers in Human Neuroscience, 8 DOI: 10.3389/fnhum.2014.00511
Información adicional:
White matter structures associated with creativity: evidence from diffusion tensor imaging
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