Llegó diciembre y, para la cultura occidental, la temporada de fiestas, vestigios de celebraciones ancestrales del Sol y la luz…

El solsticio de invierno no sólo es el día con menos horas de luz solar… Desde una perspectiva optimista, también representa el comienzo de la paulatina prolongación de los días, cuando menos para la mitad del globo que está al norte del ecuador.

En contraste, para el hemisferio sur, donde este solsticio señala el inicio del verano, la transición será hacia el acortamiento de los días, mientras que para las regiones inmediatas al ecuador, las horas de luz no variarán mucho.

Esta discrepancia en la cantidad de luz solar nada tiene que ver con la distancia entre la Tierra y el Sol. De hecho, nuestro planeta se acerca más al Sol durante el mes de enero…

Más bien, se debe a que el eje de la Tierra tiene una inclinación de 23.5 grados y, durante el invierno en el Hemisferio Norte, esta mitad está inclinada hacia el lado opuesto del Sol, lo que deja al Polo Norte prácticamente en total oscuridad.

Al mismo tiempo, como esta inclinación no afecta la posición del ecuador frente al Sol, esa región no tiene muchos cambios durante el año.

Este año, el solsticio de invierno se producirá para el hemisferio norte del planeta el 21 de diciembre, a las 16:28 horas, Tiempo Universal (10:28 de la mañana, Tiempo Central de México). El Tiempo Universal (UTC) es sucesor del Tiempo del Meridiano de Greenwich (GMT) como el estándar, o la medida de referencia, para la comunidad científica.

Así, aunque los días comenzarán a volverse más largos, esto no sucede de inmediato; es un largo camino de seis meses. Por lo pronto, muchas ciudades europeas, del norte de Asia y América, en las semanas inmediatas al solsticio recibirán apenas unas 9 horas de luz al día… o mucho menos.

Por ejemplo, para las islas británicas, el día más corto durará aproximadamente poco menos de ocho horas, casi nueve horas de luz menos que su día más largo, en el verano.

En la era moderna, la falta de luz (y el frío) puede compensarse con electricidad, calefacción y hasta lámparas de rayos infrarrojos. No sucedía lo mismo en la antigüedad…

Y, de allí los festejos invernales. Después de todo, para las criaturas de la Tierra, nada es tan fundamental como el Sol, nuestra principal fuente de luz y calor.

Muchas culturas antiguas ya reconocían el solsticio invernal y, paradójicamente, la entrada del invierno representaba también el inicio de ese camino hacia días más cálidos y largos.

Los pueblos agrícolas (llamados “paganos” por los cristianos antiguos) dependían por completo del Sol, así que no resulta raro que encontremos, prácticamente en todas las culturas del planeta, distintas celebraciones en homenaje al solsticio de invierno y su representación como la renovación de la naturaleza.

Por ejemplo, el profundo conocimiento astronómico y matemático de los antiguos mayas les permitió representar en sus magníficas construcciones estos pasos del Sol sobre el firmamento. Para ellos, el solsticio de diciembre era el inicio del ciclo anual de la tierra.

Aunque no padecían los fríos extremos de los pueblos más norteños, por su ubicación geográfica –desde la península de Yucatán, en México, hasta la mitad de Centroamérica–, eran conscientes de los cambios y de su relación con las fechas.

Eso les permitió, entre muchas otras proezas astronómicas, orientar templos, como el del “Dios descendente”, en la ciudad de Tulúm, para que la luz del Sol del solsticio de invierno penetrara por una de sus ventanas, así como el edificio de “El Caracol”, conocido también como “El Observatorio”, en Chichen Itzá, para que una de sus esquinas apuntara a la puesta del Sol en esta fecha.

En el otro lado del mundo, el “arribo del invierno”, o Dōngzhì, es un importante festival que se realiza en China alrededor del solsticio invernal. Las familias celebran el regreso de la luz reuniéndose y preparando platillos especiales para combatir el frío.

En Oriente Medio (Asia Occidental), cada 21 de diciembre, durante la noche de Yalda, Irán también celebra el nacimiento, o la renovación del Sol, y la victoria de la luz sobre la oscuridad. En la antigüedad, la tradición zoroástrica relataba que, tras la noche más larga, el Sol era rescatado de las garras del demonio, representado por la oscuridad, y gradualmente extendía de nuevo sus rayos sobre el mundo.

Por ello, los miembros de la familia suelen reunirse hasta muy avanzada la noche, repartiendo granadas rojas, nueces y sandías, y compartiendo la lectura de antiguos mitos y poesía clásica.

Esta tradición, con raíces muy antiguas, es celebrada también por otros países de Asia Central, e incluso del Cáucaso.

Otro antiquísimo festejo invernal estaba dedicado al dios Poseidón, en la Grecia antigua. Con ligeras variaciones regionales, era épico… más parecido a un carnaval, con banquetes, hogueras, embriaguez y desnudos públicos; una juerga fenomenal, virtualmente sin ninguna restricción.

Tiempo después, muchos aspectos de este hedonista festival fueron adoptados por la Saturnalia romana, probablemente el festejo que más se asocia con la moderna celebración de la Natividad.

La celebración de Saturnalia, en la antigua Roma, comenzaba alrededor del 17 de diciembre, y se prolongaba durante varios días. Como su nombre lo indica, honraba a Saturno, padre de Júpiter y dios de la generación y la disolución, así como de la renovación.

De acuerdo con una cita de Quintus Lucilius, referida por Marco Tulio Cicerón, “en Saturno buscaban representar el poder que mantiene el curso cíclico del tiempo y las estaciones”.

Este festival de solsticio invernal también se caracterizaba por la disipación de las reglas y la disciplina, con la presencia de mucha comida y mucha bebida.

Sunset Snow Trees Winter Landscape Nature Russia

Más hacia el norte, hasta hace pocos siglos el invierno representaba una época en la que los campesinos de muchos pueblos europeos difícilmente podían contrarrestar las temperaturas gélidas y la escasez de alimentos.

Sin embargo, hacia la fecha del solsticio invernal disfrutaban de un breve momento de abundancia: los cultivos habían sido cosechados y la mayor parte de los animales sacrificados, para no tener que alimentarlos durante los meses más crudos.

Por eso, la mayoría de sus celebraciones en esta temporada incluían banquetes y la luz y calor de las hogueras.

By Robert Chambers (The Book of Days (1864), p. 734.[1]) [Public domain], via Wikimedia Commons

En la Escandinavia precristiana, el festival de Juul festejaba durante 12 días el renacimiento del Sol con la costumbre de quemar un “tronco de Yule”, una tradición que se extendió a Inglaterra, Alemania, Francia, y otros países europeos.

Muchos de los antiguos rituales del solsticio influyeron en la festividad contemporánea de la Navidad… El tronco o árbol, los regalos, las luces y banquetes, hasta el muérdago celta. De muchas formas, las celebraciones actuales fueron sustituyendo los festivales paganos, o agrícolas, que honraban al Sol.

Es probable que aunque la tecnología moderna y la globalización e industrialización de los alimentos permitan, cuando menos a una parte de la sociedad, pasar el invierno con menos incomodidades, aún tenemos la necesidad de entrar en resonancia con el cambio de las estaciones.

Y tampoco importa si no vivimos cerca del círculo polar ártico, en el solsticio invernal, cuando el Sol parece detenerse en el cielo y los días son cortos y fríos, nuestra parte instintiva siempre espera que la noche más larga ceda el paso nuevamente a la luz del Sol Invictus.

¡Feliz solsticio!

Verónica Guerrero Mothelet (paradigmaXXI@yahoo.com)

Fuente:

James MacDonald. «Celebrating Solstice the Ancient Greek Way» (JSTORE DAILY, December 21, 2016).

Información adicional:

Arqueoastronomía: Chichén Itzá

6 Ancient Tributes to the Winter Solstice (Live Science)

Pagan Roots? 5 Surprising Facts About Christmas (Live Science)