Monkey-typing

En su cuento de 1947, «Jerry Was a Man» (Jerry era un hombre), el escritor de ciencia ficción Robert A. Heinlein relata la historia de Jerry, un “neochimpancé” genéticamente modificado cuyos representantes entablan un juicio en la ficticia “ciudad corporativa de Great New York”, para que le sea reconocido y respetado su derecho a la vida y a no sufrir daño. La primera declaración de su abogado es que le resulta extraño escuchar que una “ficción legal”, una entidad imaginaria llamada “persona corporativa” (la empresa demandada), argumente que “una criatura de carne y hueso, un ser con esperanzas y deseos y pasiones, no tiene existencia legal”…

Es bien sabido que, en ocasiones, la ciencia ficción no hace sino adelantarse a la realidad, como lo refleja la reciente audiencia legal otorgada por la jueza Barbara Jaffe, de Manhattan, al abogado de los chimpancés Leo y Hércules, propiedad del Centro de Investigación New Iberia, y actualmente arrendados a la Universidad Stony Brook, de Nueva York. Este proceso, que comenzó en 2014, es el más reciente de una serie de litigios iniciados hace dos años por la organización Nonhuman Rights Project, en los que ha solicitado a diferentes tribunales que se reconozca la personalidad legal de cuatro chimpancés en cautiverio en el estado de Nueva York.

Aunque la decisión de la corte será anunciada en las próximas semanas, el mero hecho de que se concediera esta audiencia, celebrada el pasado 27 de mayo, puede marcar un hito jurídico cuando menos para el estado de Nueva York, porque si bien se trata de un proceso para conseguir un recurso de hábeas corpus (cercano al “juicio de amparo” en México) en favor de los simios, la cuestión que se debate a fondo es si los chimpancés pueden considerarse “personas jurídicas”, con derechos legales limitados (como el derecho a la vida, a la libertad y a no sufrir tortura).

Por extraño que parezca, ésta no es una cuestión insólita. En 2002, el parlamento alemán agregó a su constitución, en el artículo que obliga al Estado a respetar y proteger la dignidad humana, la frase “y la de los animales”; en términos más específicos, Nueva Zelanda otorgó protección especial a cinco especies de grandes simios en 1999 y, en 2007, el parlamento de la comunidad autónoma española de Islas Baleares aprobó la primera legislación del mundo que otorga personalidad legal a los grandes simios. Igualmente, en otros lugares de Europa se ha prohibido la experimentación con homínidos: (clasificación que, además de los humanos, incluye a chimpancés y bonobos, orangutanes y gorilas). Más recientemente, en diciembre de 2014, la justicia argentina reconoció a una orangután hembra (llamada Sandra) como sujeto de derecho, otorgándole precisamente el recurso de hábeas corpus que garantiza su derecho a la libertad, sin implicar ninguna obligación por su parte, como se aplicaría a niños pequeños o a personas con grave discapacidad mental.

El propósito de Nonhuman Rights Project es que Leo y Hércules, actualmente utilizados por el equipo de la especialista en anatomía Susan Larson, de Stony Brook, para investigar la evolución biomecánica del bipedalismo, sean liberados a un santuario establecido en Florida, en donde vivirían con otros chimpancés.

Entre las pruebas que ofreció Steven Wise, el abogado de Nonhuman Rights Project, en favor de Hércules y Leo, además del testimonio de nueve expertos en cognición de primates, se encuentran más de 400 artículos científicos que refieren la complejidad cognitiva de esa especie, como evidencias de que son seres autónomos y autodeterminados, “que no se guían únicamente por instinto”, que poseen una teoría de la mente (es decir, que pueden suponer y comprender lo que otros piensan), y de que presentan autoconsciencia, que es la capacidad de identificarse como individuos, lo que generalmente se establece con experimentos como el de colocarlos frente a un espejo para verificar si son capaces de reconocer la imagen como propia. Esto implica, de acuerdo con Wise, que los chimpancés entienden que existieron ayer y que continuarán existiendo mañana, lo que, en su opinión, significa cierta capacidad de planificación y, por tanto, de tener un sentido de vida.

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Sin profundizar en la cuestión de si la capacidad de planificar de los chimpancés implica que tengan la facultad de darle un sentido a su vida (similar o distinto al que podemos darle los humanos), en realidad los últimos 50 años de investigaciones sobre estos simios, en libertad y en cautiverio, han demostrado que poseen atributos sorprendentes, que eran inimaginables décadas atrás, y hallazgos más recientes sólo se suman a las conclusiones que les otorgan muchas aptitudes que se consideraban exclusivas del Homo sapiens.

Por ejemplo, en la edición de junio de Proceedings of the Royal Society: B, la psicóloga de la Universidad Yale, Alexandra Rosati, y su colega Felix Warneken, de Harvard, presentaron los resultados de una serie de experimentos realizados en un santuario silvestre en la República del Congo, que confirman, como estudios anteriores, que los chimpancés prefieren la comida cocida, en lugar de cruda. Pero lo interesante es que su investigación encontró también que, cuando los simios observados suponían que su alimento iba a ser cocinado, eran capaces de contenerse pacientemente para no comerse la comida cruda, aunque la tuvieran justo enfrente. Aún más curioso, estos chimpancés colocaban sus alimentos crudos en lo que creían era algún “aparato para cocinar”, que en realidad era un contenedor con un fondo falso, por donde los investigadores reemplazaban la comida cruda con alimentos cocidos. En opinión de los científicos, todo esto sugiere que, aunque no cocinen ni puedan controlar el fuego, los chimpancés exhibieron un nivel de planificación para el futuro, y cierto razonamiento causal (que conecta la cocción como la causa que produce la transformación de los alimentos), de ahí que estuvieran dispuestos a ejercer su autocontrol para no comerse la comida cruda.

En forma análoga, un estudio independiente, realizado por Katja Karg, y colegas del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, observó que los chimpancés pueden decidir si revelan el lugar donde hay comida oculta, o mantenerla disimuladamente fuera de la vista de los investigadores, dependiendo de si suponen que éstos les dejarán el alimento o se lo llevarán. De nuevo, tal comportamiento sugirió que los simios observados podían inferir la conducta de los investigadores, a partir de una experiencia anterior, y ajustar su estrategia en consecuencia. Esto implicaría que los chimpancés comprenden las intenciones de otros, y pueden adaptar voluntariamente su conducta a esas intenciones.

Otras investigaciones también han encontrado que los chimpancés son capaces de distinguir entre la vida y la muerte, e incluso de realizar actos que algunos expertos interpretan como rituales, a la vista de alguno de sus compañeros muertos. Respuestas de este tipo han llevado a investigadores, como la primatóloga Jane Goodall, a conjeturar que los chimpancés efectivamente tienen una especie de “cultura” propia.

De vuelta con el proceso, Nonhuman Rights Project argumenta que estas características son suficientes para que los chimpancés dejen de ser considerados legalmente como “cosas” y reciban el reconocimiento de “personas”, con algunos derechos superiores a los que disponen las actuales leyes para la protección de animales en el estado de Nueva York. Su petición ha tenido viabilidad porque, de hecho, las leyes de ese país (como las de otros) no definen el concepto de “persona”, ni especifican que una “persona legal” deba ser necesariamente un individuo humano, como sucede con las compañías, que también tienen una “personalidad legal”. Por esta cuestión, y sobre la base de que las leyes evolucionan de acuerdo con los nuevos descubrimientos y costumbres de la sociedad, la magistrada Jaffe decidió escuchar y ponderar los argumentos de la organización.

En contraste, en un par de litigios anteriores entablados por el mismo grupo, en nombre de otros chimpancés, dos tribunales decidieron que aquellos no podían recibir el recurso de hábeas corpus, pero ambas decisiones han sido controvertidas: En uno de los casos, la razón para negarlo fue que el simio en cuestión sería transferido de una forma de cautiverio a otra (un santuario), pese a que es posible liberar humanos ilegalmente retenidos para transferirlos, por ejemplo, a un hospital, y en el segundo se argumentó que los chimpancés no son personas legales, porque no pueden tener obligaciones frente a la sociedad, lo que en los hechos tampoco se aplica a los niños pequeños o a quienes padecen enfermedades mentales que los incapacitan, y que no por eso dejan de ser “personas” frente a la ley. Con todo, a partir de esa experiencia, Wise orientó su declaración hacia el argumento de que “el propósito del recurso de hábeas corpus no es proteger a un ser humano”, sino el de proteger la autonomía, porque este instrumento se funda en el enorme valor que la sociedad estadunidense da a la libertad, que es sinónimo de autonomía. Al ser los chimpancés autónomos y autodeterminados, razonó Wise, caben en ese modelo.

Otros expertos coinciden con la idea de que los grandes simios deben tener la calidad de personas; entre ellos están la propia Jane Goodall, el biólogo evolutivo Richard Dawkins y el filósofo Peter Singer, integrantes del Great Ape Project (Proyecto Gran Simio), una organización que también busca obtener derechos legales básicos para los simios no humanos, en el entendido de que no son seres humanos (Homo sapiens), pero sí homínidos, a los que deberíamos incluir en una “comunidad de iguales”.

De más está señalar que si la magistrada Jaffe resuelve a favor de Leo y Hércules, establecerá cierto precedente, porque representaría la primera vez en Estados Unidos que a un animal no humano se le otorgaran derechos antes reservados únicamente para los humanos. No obstante, no sería un precedente legal de cumplimiento obligatorio, pues la decisión sólo tendría efecto en ese estado y podría ser apelada en una instancia mayor.

En cuanto a la investigación, estos juicios tendrán poco impacto en el corto plazo, más allá del que pudiera sufrir Stony Brook pues, de acuerdo con Nature y Science, no existen más chimpancés en laboratorios del estado de Nueva York. E incluso en esa universidad, el proyecto de la doctora Larson está por concluir, después de lo cual corresponderá a New Iberia decidir qué hará con los simios y, según Larson, la empresa ha mencionado que piensa retirarlos a un santuario.

Además, toda la investigación con chimpancés que se realiza en Estados Unidos podría terminarse muy pronto. El pasado 12 de junio, U.S. Fish and Wildlife Service (Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos) anunció que ha clasificado a los chimpancés como especie en riesgo, por lo que estará sujeta a la protección de leyes que prohíben importar y exportar individuos de especies clasificadas, así como causarles daño, hostigarlos, matarlos o lastimarlos. Esta nueva reglamentación prohibirá la mayor parte de los estudios invasivos en chimpancés, con excepciones que pudieran “beneficiar a las especies en vida silvestre”, o ayudar a su propagación o supervivencia. Esto se aplica a los más de 700 chimpancés en cautiverio que existen en Estados Unidos, en instalaciones de investigación, zoológicos y circos.

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Susan Larson refirió a la revista Science, como alusión a lo que considera una “impostura” (sham) por parte de estos procesos, que “uno no tiene que pretender que algo es una persona para tratarlo justamente”. En efecto, para respetar a otros seres, no tendría que ser necesario otorgarles una categoría creada por humanos con el interés puesto en humanos, aunque el debate no deja de tener relevancia, así como profundas connotaciones en relación con el lugar que creemos ocupar dentro de la naturaleza.

También es cierto que cada vez se utilizan menos simios en investigaciones de laboratorio y que, cuando se consigue la aprobación, las normas éticas y la supervisión son mucho más estrictas que en el pasado. Sin embargo, existen otros chimpancés en cautiverio, para ser exhibidos, explotados como atracción, o retenidos como mascotas.

Pese a nuestro cercano parentesco genético, los simios en general han sufrido mucho a manos de los humanos, y aun cuando se reconoce su riesgo, e incluso en algunos casos su peligro de extinción, siguen siendo amenazados por cazadores, sacrificados, lucrados, utilizados y expulsados de su medio por la destrucción de su hábitat… Tal vez en este sentido no sea un despropósito buscarles una categoría legal que pudiera ofrecerles mayor protección frente a otras “personas”.

Verónica Guerrero Mothelet (paradigmaXXI@yahoo.com)

Fuente:
Warneken F, & Rosati AG (2015). Cognitive capacities for cooking in chimpanzees. Proceedings. Biological sciences / The Royal Society, 282 (1809) PMID: 26041356

Información adicional:
US government gives research chimps endangered-species protection

Chimpanzee Rights Get a Day in Court

Arguing in Court Whether 2 Chimps Have the Right to ‘Bodily Liberty’

Chimpanzees strategically manipulate what others can see

Humanlike behaviors of Primates

Chimpancés diseñadores

Créditos de imágenes:

«Monkey-typing» by New York Zoological Society – Picture on Early Office Museum. Licensed under Public Domain via Wikimedia Commons

«Chimpanzee mother with baby» de derekkeats – originally posted to Flickr as Chimpanzee mother with baby. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 2.0 vía Wikimedia Commons

«Chimpancé en Parque Zoológico Baradidas», de Wilfredo Rodriguez (The Photographer), Con licencia de Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported license.

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