Los chimpancés son tan famosos por copiarse actitudes o ademanes, que es probable que esta propensión facilitara la transmisión del uso de ciertas herramientas entre los miembros del grupo, como descubrió Jane Goodall en la década de 1960.

Si es de por sí asombroso observar a estos, y otros primates, utilizando varas para atrapar termitas, o rompiendo frutos con una piedra, o bien eligiendo una cueva como refugio contra el calor, estas conductas se justifican por una necesidad evolutiva de sobrevivencia. No obstante, en fecha reciente se detectó otro comportamiento creado espontáneamente por una chimpancé, y luego aprendido por sus semejantes, que no parece tener ningún propósito práctico, mucho menos para sobrevivir, y que se asemeja más bien a lo que los humanos entendemos por “moda”.

Un equipo internacional de científicos, dirigido por Edwin van Leeuwen, del Instituto Max Planck de Psicolingüística, en Holanda, informó haber observado cómo una chimpancé hembra inició la costumbre de colocarse una rama de hierba en la parte exterior del oído, iniciando una tendencia que siguieron rápidamente muchos de sus compañeros.

Cómo se impone una moda.

Cómo se impone una moda.

En 2010, mientras estudiaba cuatro grupos de chimpancés en un santuario de vida silvestre ubicado en Zambia, van Leeuwen advirtió que una chimpancé hembra, llamada Julie, se introducía ligeramente en el oído un extremo de una rama de hierba, sin razón aparente. La chimpancé se dejaba la ramita allí, mientras se acicalaba, jugaba o descansaba. En visitas subsecuentes, el investigador notó que otros chimpancés del grupo habían comenzado a hacer lo mismo.

Esto lo hizo cuestionarse si la conducta de los otros simios se debía únicamente al aprendizaje social, un comportamiento que sólo consiste en ver y copiar, principalmente a los jefes del grupo. Para averiguar si se trataba de una conducta al azar, una ocurrencia fugaz, o un comportamiento más sólido, su equipo reunió y analizó 740 horas de video, tomado durante el curso de un año a 94 chimpancés de los cuatro diferentes grupos sociales del santuario.

Aunque todos los chimpancés vivían en el mismo territorio, los científicos encontraron que sólo un grupo exhibía esta conducta constantemente. Un integrante de un segundo grupo lo intentó alguna vez, pero sus compañeros no lo siguieron. Por el contrario, ocho de los doce chimpancés del grupo de Julie repitieron muchas veces esta conducta. El primero en copiarla fue su hijo, Jack, seguido por otros tres con los que la hembra interactuaba regularmente.

El equipo piensa que este comportamiento no parte de factores genéticos, ni ecológicos (como usar las varitas para limpiarse los oídos)… parece una cuestión meramente cultural. De acuerdo con sus observaciones, la conducta no era aleatoria, aunque sí espontánea. Van Leeuwen describe cómo los chimpancés elegían una ramita, a veces la sacudían, como si quisieran ajustarla a su gusto, y luego intentaban colocársela en la orilla del oído. “La mayor parte del tiempo, los chimpancés se dejaban la ramita colgando, mientras realizaban otras actividades… a veces durante un tiempo prolongado”.

Es probable, señala el investigador, que Julie actuara como un modelo a seguir para los otros once chimpancés de su grupo. Así, algunos examinaron su comportamiento atentamente antes de copiarlo, y les pareció tan disfrutable que un par de ellos mantuvo la moda incluso después de la muerte de Julie, su creadora original.

El hallazgo, publicado en la revista Animal Cognition, resulta atractivo e intrigante porque, aunque se sabe que los chimpancés son propensos a aprender de sus semejantes, ésta es la primera vez que se observa que exhiban una conducta colectiva sin un propósito práctico discernible; sin ningún beneficio evolutivo, ni en términos de la comunicación en el interior del grupo.

Este y otros indicios observados han llevado a pensar, principalmente a algunos primatólogos, si podríamos adjudicar cierta forma de cultura a los chimpancés, principalmente por el hecho de que tienen ideas originales que luego transmiten a sus semejantes. “Esto refleja la proclividad de los chimpancés de investigar activamente y aprender de las conductas de los demás miembros del grupo, para obtener información biológicamente relevante. El hecho de que estas conductas puedan ser arbitrarias y sobrevivir a su creador dice mucho sobre el potencial cultural de los chimpancés”, señala van Leeuwen, quien incluso llega a comparar el comportamiento de la “rama en la oreja” con las tendencias en la cultura humana, como ”llevar aretes, o cierto tipo de sombreros”. En su opinión, “todo el mundo puede usar arillos en las orejas, sólo bastó con que alguien tuviese la idea de hacerlo”.

En este sentido, queda claro que la cultura no se reduce exclusivamente a aquello que resulta funcional o adaptativo, y así sucede en nuestra especie. La cultura implica creatividad mental, que nosotros expresamos a través del arte y del juego, entre otras actividades. ¿Por qué tendríamos que ser los humanos los únicos cuyos juegos tuvieran significado?

Imagen: Mike R, Wikimedia Commons

Fuente: Edwin J. C. van Leeuwen, Katherine A. Cronin, Daniel B. M. Haun. A group-specific arbitrary tradition in chimpanzees (Pan troglodytes). Animal Cognition, 2014; DOI: 10.1007/s10071-014-0766-8

Información adicional:

Springer Science+Business Media. «‘Grass-in-the-ear’ technique sets new trend in chimp etiquette: Chimpanzees spontaneously copy arbitrary behavior.» ScienceDaily. ScienceDaily, 3 July 2014. www.sciencedaily.com/releases/2014/07/140703102612.htm

https://www.youtube.com/watch?v=OjOlXMXkeQI (video).

http://vimeo.com/5001465  (video).