Texto por: Daniel Zamora-Mejías

En la naturaleza los organismos tienen adaptaciones que les pueden servir para aumentar la probabilidad de supervivencia y reproducción, que además dan una idea de las características del hábitat en el que viven. Por ejemplo, los jaguares tienen manchas y colores en su piel que les permiten pasar inadvertidos en la selva y no ser fácilmente detectados por sus presas, es decir, son crípticos. De igual manera los monos tienen colas prensiles y extremidades largas que les facilitan moverse entre los árboles, así buscan comida, pareja o aprovechan los recursos en el dosel de la selva.

Existe un grupo de organismos que se ha adaptado a vivir en una relación muy íntima con otros seres vivos, ya sea en su interior o sobre su cuerpo: los parásitos. Estos organismos son todos aquellos que obtienen los nutrientes necesarios para su supervivencia de otro organismo causando daño fisiológico a su huésped. Los parásitos poseen adaptaciones morfológicas, fisiológicas o de comportamiento gracias a las cuales pueden explotar los recursos disponibles como alimento o refugio de una manera eficiente.

El organismo que porta un parásito es conocido como huésped. Los parásitos afectan al huésped de varias maneras, generalmente enfermando o disminuyendo su capacidad de moverse, afectando la manera de procesar adecuadamente sus alimentos o reduciendo su capacidad reproductiva, debido a que aprovechan la energía de este para su propio desarrollo y reproducción.

Los parásitos y sus adaptaciones

Los parásitos son un grupo muy diverso que incluye virus, bacterias, protozoarios, nematodos, hongos, artrópodos, plantas y vertebrados. Han desarrollado diversas adaptaciones especiales para poder vivir con su huésped sin llegar a matarlo, en la mayoría de los casos, ya que dependen de él para su propia supervivencia y movilidad. Sin embargo estas adaptaciones han surgido evolutivamente a través de mucho tiempo y son sumamente variadas.

Dentro de las múltiples adaptaciones que poseen los parásitos para obtener los recursos del huésped, hay dos de suma importancia que casi todos comparten:

  1. Órganos de fijación que ayudan al parásito a permanecer adherido, que evita que el huésped lo remueva (por ejemplo rascándose) y le ayudan a alimentarse de manera constante, ya sea dentro o fuera de su huésped (ver figura 1).
  2. Estructuras corporales simples, como la pérdida de ojos y de las funciones de algunas estructuras por ejemplo, la reducción de alas que ya no se usan para volar. Muchos parásitos compensan lo anterior con el desarrollo de órganos genitales repetidos varias veces, ambos sexos están en el mismo individuo (hermafroditismo) o sincronizando la época reproductiva con su huésped.

Ectoparásitos de murciélagos

Durante mi investigación trabajaré con murciélagos y sus ectoparásitos. Se dice “ectoparásitos” porque habitan en las partes externas del cuerpo como el pelo, la piel o mucosas (ecto significa externo). En un texto posterior relataré los resultados de mi actual investigación de doctorado en el Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres, la cual trata sobre el efecto que pueden tener los ectoparásitos en las migraciones de los murciélagos.

El primer paso de mi investigación ha sido conocer a estos pequeños animales que habitan sobre el cuerpo de los murciélagos y aquí muestro algunas de mis observaciones, que son las adaptaciones especiales que les permiten vivir asociados a sus huéspedes (Ver Figuras 1-6). A pesar de pasar desapercibidos o ser vistos de manera despectiva, son de una complejidad única, la cual yo diría es de una belleza sui generis.

Fig 1. Acaro con garras de fijación, patas robustas y cuerpo aplanado dorsoventralmente (Spinturnicidae) parásito de murciélagos. (Fotografía: Juan Bibiano Morales Malacara)

 

Fig. 2: A) Moscas ectoparásitas (Streblidae) en la especie de murciélago Pteronotus parnellii, en Costa Rica. B) Strebla diphyllae en el murciélago Diphylla ecaudata. A pesar de tener alas, estas moscas no vuelan libremente y no pueden vivir sin su huésped. Tienen el cuerpo aplanado y garras para adherirse al pelo, además de un aparato bucal modificado para chupar sangre. (Fotografía: Daniel Zamora Mejías)

 

Fig. 3: Conglomerado de ectoparásitos Chirnyssoides amazonae (Sarcoptidae) en el murciélago Carollia sowelli, Costa Rica. Estos parásitos secretan sustancias que los cementan y los mantienen aferrados a la membrana del ala. A) Comparación de tamaño del conglomerado con respecto a la punta de un lápiz y B) Detalle del conglomerado. (Fotografía: Daniel Zamora Mejías)

 

Fig. 4: Eudusbabekia diphyllis (Myobiidae) ectoparásito de Diphylla ecaudata, Querétaro, México. El primer par de patas está modificado para aferrarse al pelo de los murciélagos. (Fotografía: Juan Bibiano Morales Malacara)

 

Fig. 5: Paralabidocarpus sp. (Chirodiscidae), ectoparásito de Diphylla ecaudata y Desmodus rotundus, Querétaro, México. Sus patas están modificadas para permanecer aferrado a la base de los pelos. (Fotografía: Juan Bibiano Morales Malacara)

 

Fig. 6: Periglischrus paracaligus (Spinturnicidae), ectoparásito del murciélago Leptonycteris yerbabuenae, México. Su cuerpo es aplanado dorsoventralmente (de arriba hacia abajo) y las patas tienen uñas grandes. Ambas son adaptaciones para vivir en las membranas alares de los murciélagos. (Fotografía: Daniel Zamora Mejías)

Los parásitos en el ecosistema

Aunque a muchos les parezcan dañinos y que generalmente se trate de eliminarlos a toda costa, los parásitos juegan un papel muy importante, por extraño que parezca. Su desaparición o extirparlos puede tener consecuencias severas en el funcionamiento adecuado de los ecosistemas.

Los parásitos están implicados directamente en el flujo de energía y nutrientes del ecosistema, ya que controlan las capacidades reproductivas y competitivas de sus huéspedes. Por ejemplo, un animal con parásitos pierde energía debido que éstos extraen energía de su organismo y por lo tanto son más susceptibles a ser cazados o provoca que los individuos parasitados no puedan competir con otros sanos por una  pareja. A la vez son una fuerza de selección natural que permite a los huéspedes con mejor respuesta inmune tener más probabilidades de sobrevivir y reproducirse, pasando las ventaja que representa contar con características de resistencia a las generaciones sucesivas.

Los parásitos también son importantes en el control y tamaño de las poblaciones, ya que mantienen un equilibrio en las comunidades de animales. Científicos que han estudiado el efecto de los parásitos en las poblaciones de animales silvestres han comprobado que la presencia de parásitos ayuda al desarrollo de la respuesta inmune que todos los organismos necesitamos para hacer frente al ambiente en el que vivimos.

Por otro lado, es de suma importancia reconocer que la conservación de un hábitat particular implica proteger todos los organismos que lo habitan. Por lo anterior es que debemos tener en cuenta que todos los organismos del planeta contribuyen a mantener el funcionamiento de los ecosistemas, no importa que tan perversos parezcan. Al trabajar en conservación debemos aceptar que es necesario conservar todas las formas de vida por el papel que juegan en el complejo entramado de la vida en nuestro planeta.