Por Begoña Iñarritu

Para muchos la contemplación de las nubes es un arte olvidado y una herramienta ya abandonada. Sin embargo, la identificación del tipo de nubes ofrece algo más que pasar un buen rato buscando formas dibujadas en ellas. Al ser un fenómeno omnipresente que obedece a un conjunto de condiciones climáticas y leyes físicas, las formas y tipos de nubes nos ofrecen información valiosa. Por ejemplo, es posible predecir el tiempo local durante el día con base en las formaciones de nubes que se observen. Esto puede constituir una gran herramienta para aquellos que planean una excursión e  incluso, muchos agricultores usan este conocimiento de forma empírica. Nosotros los biólogos de campo debemos tomarlo en cuenta al planear nuestras actividades de acuerdo a las condiciones meteorológicas, pero también porque pueden influir directamente en el comportamiento de los seres vivos que estudiamos ya que cambia el nivel de actividad de algunos animales por afectar, por ejemplo, su metabolismo o el alcance de la visión.

La formación de nubes comienza cuando el vapor de agua se incorpora a la atmósfera. Como parte del ciclo del agua el vapor se condensa en pequeñas gotas líquidas o forma, sin pasar por el estado líquido, cristales de hielo (sublimación). Lo anterior, aunado a las condiciones locales como la temperatura de la superficie terrestre y del aire, contribuye a que existan diferentes tipos de nubes. Generalmente, se puede decir que las nubes con forma de estratos (nubes en capas), así como el cielo despejado, están relacionadas con la estabilidad atmosférica, mientras que las cumuliformes (nubes abultadas) se relacionan con condiciones poco estables en la atmósfera por la ascendencia y descendencia del aire. Esta clasificación general se debe al inglés Luke Howard y el francés Jean-Baptiste Lamark (Sí. Lamarck), quienes fueron los primeros en proponer una hipótesis sobre la formación y el comportamiento de las nubes.

Géneros de las nubes y su posición altitudinal.

Imagen 1: Géneros de las nubes y su posición altitudinal.

Gracias a estos dos científicos y las consecuentes investigaciones, actualmente existe el Atlas Internacional de Nubes de la Organización Meteorológica Mundial que distingue 10 géneros de nubes de acuerdo a su forma, origen, tamaño y altitud; y que en el sitio web Cloud Appretiation Society puedes encontrar. Por ejemplo, la Imagen 2  retrata una típica Cumulus humilis la cual es un conjunto de nubes aisladas y densas bien definidas que suelen estar presentes en verano por la mayor humedad del ambiente. Este tipo de nubes son consecuencia del movimiento del calor entre zonas de diferentes temperaturas, conocido como corrientes convectivas. Debido a sus propiedades físicas, las Cumulus reflejan más el calor del sol que el que retienen de la superficie terrestre por lo tanto, su efecto es de enfriamiento.  Estos tipos de nube son generalmente estables, por lo que anuncian un buen tiempo local, pero puede llegar a convertirse en Cumulonimbus, que indican tormentas y chubascos. Las anteriores son un ejemplo de las nubes comunes, pero podemos encontrar nubes raras como las lenticulares o las Kelvin-Helmholtz; las últimas tienen formas de ola y se forman en sitios en donde convergen dos corrientes de aire con diferente velocidad.

Carretera con Cumulus humilis en un día de verano en Guanajuato, México. Foto por: Begoña Iñarritu

Imagen 2: Carretera con Cumulus humilis en un día de verano en Guanajuato, México. Foto por: Begoña Iñarritu

Aunque a veces no les prestemos tanta atención, si nos damos cuenta que las nubes están en constante cambio podemos observar que  proveen información sobre las condiciones locales del tiempo. De esta forma, los biólogos podemos tomar decisiones sobre si seguir trabajando en el campo o no, sobre todo cuando lo que estamos estudiando puede ser afectado por las condiciones climáticas. Por ejemplo, durante días nublados la fisiología de algunas plantas cambia porque la luz solar se difumina en el cielo y esto provoca que aumente la actividad fotosintética y la absorción de carbono en el dosel.

Para mí es un tema apasionante la influencia que tienen las nubes sobre la conducta de los animales, pues si nosotros los humanos -quienes hacemos uso de un techo y de vestido- modificamos nuestras actividades y estado de ánimo durante un día nublado, ¿qué pasará con los animales silvestres durante estos días?  En varios estudios se ha observado y experimentado que tanto aves como peces se desorientan fácilmente en días nublados. Así mismo, la actividad de los reptiles depende de la temperatura por lo que puede disminuir en días nublados con bajas temperaturas. Algunas especies de pequeños mamíferos pueden tener el comportamiento contrario al estar más activos en días y noches nubladas, como lo han reportado para algunas especies de musarañas y roedores. Incluso, especies de murciélagos emergen de sus refugios más temprano en tardes nubladas. El biólogo Christian C. Voigt tiene evidencia de que  pueden llegar a volar durante el día cuando está nublado. Esto puede ser debido a que la radiación solar es menor y por lo tanto el animal se deshidrata menos.

Sin embargo, no toda nubosidad se debe a fenómenos naturales. Debido a las partículas contaminantes que abundan en las ciudades, es común que estén cubiertas de nubes. La luz se refleja en las nubes, lo que causa una amplificación en la cantidad de iluminación  o contaminación luminosa. Como resultado en las ciudades las noches son sin oscuridad. Esto provoca que los animales de hábitos nocturnos permanezcan menos tiempo fuera de su refugio para buscar alimento y aumentan las probabilidades de que un depredador los vea, como ocurría únicamente durante noches con luna en un ecosistema natural. Un caso sobresaliente es el de las tortugas marinas a las que les afectada la luz en dos etapas diferentes. En primer lugar el reflejo de las luces artificiales detrás de las playas a donde llegan a desovar, disuade a las hembras de desovar en un sitio seguro. En segundo lugar, cuando las crías salen de su cascarón, se dirigen hacia la zona con mayor luminosidad que normalmente debería ser el reflejo de la luna sobre el mar, pero que en estos casos es en dirección a las ciudades. Esto provoca que frecuentemente sean víctimas de algún depredador o mueran de deshidratación.

Finalmente, la nubosidad es un fenómeno omnipresente que nos puede ser útil  durante una excursión o como inspiración mientras sólo miramos al cielo. Pero cuando se hace investigación en el campo es un fenómeno que debemos tomar en cuenta porque afecta el comportamiento natural del ser vivo que estamos estudiando. Al influir sus actividades diurnas y nocturnas, o sus hábitos reproductivos es posible que se modifiquen el número y tipo de muestras que obtendremos. Considerar la nubosidad cuando estamos trabajando en campo no es un hecho trivial.