Texto por Ana Ibarra

Unas 14 personas de nuestro laboratorio y varios colaboradores de otras instituciones, viajamos en Mayo al desierto de Sonora, específicamente a la Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar. ¿El objetivo? Continuar el trabajo de investigación con el murciélago magueyes menor, Leptonycteris yerbabuenaeque lleva varios años para monitorear a las hembras que emigran a esta zona para dar a luz y estudiar algunos aspectos de su ecología (ver también Una historia muy volada) y de la maternidad en esta especie (ver La maternidad para un pequeño murciélago migratorio).

Sin embargo, en esta ocasión no voy a platicar de la especie con la que trabajamos ni de la majestuosidad del paisaje como en notas anteriores. En esta ocasión, vino un considerable número de investigadores con diversos proyectos y retos metodológicos. Se hicieron grabaciones de video dentro de la cueva para observar las interacciones entre las madres y las crías, se colocaron radio transmisores con GPS para seguir los movimientos y estudiar la ecología de forrajeo de las hembras y se tomaron muestras como parte de un proyecto que investiga la genética de poblaciones de la especie. Por la diversidad de los proyectos, durante la preparación de este viaje, caí en la cuenta lo multifacéticos, adaptables e ingeniosos que aprendemos a ser los biólogos que realizamos investigación en el campo.

¿Quieres ser biólogo? Además de dominar el tema científico de tu interés, aprende un segundo idioma, a usar un machete, una brújula, a armar una tienda de campaña, a hacer una fogata y siempre apagarla, a usar remos o, en su caso, a nadar, entre otras cosas. Todo esto suena bastante lógico y evidente. Sin embargo, cuando eres biólogo y te enfrentas a diferentes proyectos terminas siendo un mil usos de alto nivel. Por ejemplo, este proyecto con L. yerbabuenae en el desierto de El Pinacate me ha hecho aprender algo de electromecánica para calcular voltaje y amperaje de baterías para que nuestro equipo de grabación con las adicionales luces infrarrojas funcionara. Realizar estas grabaciones involucró montar una red de vigilancia nocturna a control remoto para lo que tuvimos que aprender de programación y uso de redes alámbricas. Además, como se usaron radiotransmisores para seguir los movimientos de los murciélagos en el desierto, se tuvieron que programar circuitos eléctricos de sensores, saber de física de ondas de radio y su propagación en el ambiente.

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Begoña Iñarritu, tesista de licenciatura del LECVT, en la cueva de El Pinacate, ensamblando la red de videograbación nocturna para ser controlado remotamente mediante una red de ethernet. La finalidad es registrar el comportamiento de madres y crías de L. yerbabuenae sin necesidad de entrar a la cueva. Foto: Ana Ibarra.

En fin, como biólogo además del interés por estudiar a la naturaleza, puedes acabar aprendiendo algo de electrónica, mecánica automotriz o mínimo a cambiar llantas. Quizá, en medio del desierto, hasta acabes reparando un generador de energía eléctrica a base de gasolina. También quizá aprendas un poco de jardinería, de herrería, algo de artes plásticas; y ¿por qué no?, para no aburrirnos, algo de relaciones humanas y sociales, ya que en el campo, interactuar con las comunidades y dueños de la tierra es fundamental para que nuestras actividades puedan llevarse a cabo.

Cuando decidí estudiar la carrera de biología ni en sueños me imaginé adquirir tantas habilidades. Ahora me doy cuenta que la formación que obtenemos fuera de las aulas es tan importante como la que adquirimos dentro de las mismas. ¿Problemas con tu instalación eléctrica o plomería? Busca al biólogo más cercano, probablemente te resolverá el problema y seguro terminarás en una larga conversación compartiendo tus experiencias acompañado de una buena cerveza o un café.