Por Marina Rivero

     Dentro de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar se encuentra la cueva de maternidad del murciélago magueyero menor, Leptonycteris yerbabuenae, más grande conocida hasta ahora.

Durante los meses de abril a agosto, esta cueva alberga alrededor de trescientas mil hembras preñadas y lactando cada año. Sin embargo, la cueva se encuentra muy lejos de su fuente principal de alimento, el néctar de los sahuaros.

Flor de sahuaro de la cual obtienen el néctar con el que se alimentan las hembras de L. yerbabuenae durante su estancia en la cueva de maternidad. (Foto por Marina Rivero)

Lugares marcianos

     El Pinacate se encuentra al Noroeste del estado de Sonora, en uno de los sitios más calientes, secos y desolados de México. Sus paisajes que parecerían marcianos, están llenos de cráteres, derrames de lava y dunas de arena, resultado de su violenta y dinámica historia geológica. Sin embargo, plantas y animales han sido capaces de adaptarse a estas condiciones tan extremas. Los investigadores que han trabajado en esta reserva han encontrado alrededor de 500 especies de plantas vasculares como las pitahayas, chollas y cardones y cientos de especies de animales como el borrego cimarrón, el berrendo, el monstruo de Gila y la tortuga del desierto. Pero también ha sido el lugar sagrado de los indígenas Hia C´ed O´odham o pápagos, y fuente de curiosidad de geólogos, naturalistas  y aventureros de todos los tiempos.  Como el Padre Kino, que en 1687 comenzó la evangelización de los grupos indígenas, además de que cabalgó gran parte del desierto de Sonora y gran parte de Arizona en busca de una ruta terrestre que lo llevara a la Península de Baja California.

Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar ubicada al Noroeste del estado de Sonora, México. (Foto por Leonora Torres)

Un experimento muy colorido

La accidentada orografía del Pinacate ha permitido que muchas especies hayan encontrado sitios donde refugiarse de las condiciones tan extremas del lugar. Las cuevas son un ejemplo de ello,  en especial la de maternidad de la que hablábamos al principio, se formó por un flujo de lava de trece mil años de antigüedad.  Esta cueva, durante la primavera se convierte en el hogar de cientos de miles de hembras y sus crías del murciélago magueyero menor. La vegetación que rodea la cueva está dominada principalmente por pequeños arbustos como la gobernadora (Larrea tridentata) y el ocotillo (Fouqueria splendens), sin embargo, los sahuaros (Carnegiea gigantea), son muy escasos. Estos últimos son el rasgo de la vegetación vital para estos murciélagos, dado que la especie se alimenta únicamente del néctar de las flores de los sahuaros durante esta temporada. Sin embargo, los bosques de sahuaros, se encuentran a más de 30km de la cueva, distancia demasiado grande para un murciélago que mide a penas 8cm de pies a cabeza y que además tiene que recorrer cada noche para alimentarse y mantener a su cría.

Con estos antecedentes y mucha imaginación, en el laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres hicimos un experimento para conocer los movimientos nocturnos que realizan las hembras desde su salida de la cueva hasta los sitos donde se encuentra su fuente de alimento.  Para ello, utilizamos polvos fluorescentes de distintos colores que brillan con luz ultra violeta. Lo que hicimos fue dividirnos en tres equipos: uno se quedó espolvoreando a los murciélagos desde el techo de la cueva con polvo de color amarillo durante su salida nocturna. Mientras tanto, dos equipos fueron a los sitios donde se encuentran los bosques de sahuaros más próximos a la cueva, uno a 50km y el otro a 30km. Estos dos últimos, colocaron redes de niebla para capturar murciélagos y ver si alguno de ellos tenía algún rastro de polvo amarillo de la cueva. Sorprendentemente, encontramos que muchos de los murciélagos que fueron capturados con las redes traían pequeñas partículas de polvo amarillo sobre el pelo.

Murciélago magueyero menor impregnado con polvo fluorescente. (Foto por Marina Rivero)

Pero la historia no acaba aquí. También queríamos saber si los murciélagos volaban de regreso a la cueva esa misma noche o buscaban algún otro refugio para pasar la noche. Para esto, todos los murciélagos que capturamos en los bosques de sahuaros los impregnamos de polvo fluorescente, pero de colores diferentes. Un equipo marcó a los murciélagos de color naranja, y el otro equipo de azul. A la mañana siguiente, recorrimos la cueva, que ya estaba llena de murciélagos, solo con lámparas de luz ultravioleta en busca de rastros de polvo azul o anaranjado. Para sorpresa de todos, encontramos excremento de murciélago color azul. Este hallazgo nos ayudo a confirmar que esta especie es capaz de volar hasta 80km en una sola noche.

Después de buscar por toda la cueva, al fin hayamos la prueba de la travesía nocturna de L. yerbabuenae de mas de 30km, una excreta llena de polvo fluorescente. (Foto por Marina Rivero)

Aunque nos pareció imposible, las hembras realizan esta travesía de ida y vuelta a la cueva porque no pueden dejar a sus crías solas más de unas cuantas horas en la noche, ya que tienen que volver para alimentarlas, cuidarlas y asegurar su bienestar. Si lo analizamos, lo más extraordinario de todo es que son capaces de moverse tal cantidad de distancia con un combustible compuesto básicamente de azúcar, el néctar.

Parches de crías del murciélago magueyero menor. Estos se forman para mantener el calor mientras las madres se encuentran fuera. (Foto por Marina Rivero)

La información que obtuvimos sobre los movimientos de la especie, no solo nos demuestra lo maravillosa y desafiante que es la naturaleza. Sino que además, como biólogos nos surgieron infinidad  preguntas sobre este ecosistema tan extremo y misterioso.

 

Cría de L. yerbabuenae dentro de la cueva. Las crías aguardan pacientes la llegada de su madre para poder alimentarse de la leche que produce (Foto por Marina Rivero).