Un trabajo, elaborado por un equipo científico internacional y coordinado por el Grupo de Investigación BETA de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVIC-UCC) y del Grupo de Investigación Freshwater Ecology and Management (FEM) de la Universidad de Barcelona –UB- pone de manifiesto que actividades humanas como la agricultura o la extracción de recursos (carbón, minerales, gas) están aumentando la salinidad del agua y provocando efectos adversos para la salud humana y el funcionamiento de los ecosistemas. Llaman a desarrollar e implementar políticas públicas para frenar este fenómeno.
Regular urgentemente los niveles de salinización de las aguas
La salinización puede tener costes económicos muy elevados, debidos tanto a la pérdida de servicios ecosistémicos como a los costes directos relacionados con el tratamiento del agua para el consumo humano. El trabajo también avisa de que, en la gran mayoría de los casos, las acciones preventivas se enfocan únicamente hacia los usos humanos del agua, ignorando la protección de la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos.
Algunos países como Australia y Estados Unidos han hecho algunos avances para regular el nivel de salinización permitido basándose en criterios ecológicos. Sin embargo, el nivel de protección es insuficiente.
Diseñar políticas preventivas globales con consenso científico
Ante estas evidencias, los autores de la investigación, publicada recientemente en la revista Science, reclaman soluciones y políticas preventivas globales surgidas del consenso científico. Dichas medidas deben tener en cuenta los efectos sociales, económicos y medioambientales para proteger los ecosistemas acuáticos de la salinización y garantizar el acceso de generaciones futuras a los bienes y servicios que estos ecosistemas nos proporcionan. Asimismo, el artículo apunta que esta situación empeorará con el cambio climático; ya que aumentará la evaporación del agua, lo que disminuirá la capacidad de los ríos y lagos para diluir las sales. Además, el agua salada entrará en los actuales espacios costeros de agua dulce a causa de la subida del nivel del mar.
Incentivos para buenas prácticas
El trabajo defiende que se deben implementar nuevas prácticas en la agricultura mediante la creación de nuevos cultivos que faciliten un uso racional del agua. También se recomienda pactar permisos y controles a las empresas responsables de los vertidos salinos para descargar sus residuos en determinados períodos (en función de la capacidad de los ríos para diluir las sales) y en determinadas concentraciones, tal como se está haciendo en Australia. El artículo admite que los grandes desastres ecológicos causados por la salinización, aunque son pocos, han significado pérdidas de diversidad enormes, así como sufrimiento para las poblaciones afectadas: así ha sucedido con la salinización y contaminación del mar de Aral o con la imposibilidad de tener agua dulce para la población del delta del Ganges en Bangladesh. No obstante esta llamada de atención, los científicos consideran que se está todavía a tiempo de prevenir desastres mayores de este tipo si se ponen en marcha acciones preventivas y de gestión adecuadas.
Fuente: Universidad de Barcelona
Boletín original: http://www.ub.edu/web/ub/es/menu_eines/noticies/2016/08/003.html