Texto por: Biól. Daniel Ramos Huapaya

Desde mí llegada a México, ciertos animales nativos de estas tierras han llamado mi atención, pues me resultan curiosos y ajenos ya que no se encuentran en mi país: Perú. En una ocasión caminando de noche por la unidad habitacional donde vivo, dos animales que nunca había visto rápidamente pasaron chillando. Tales animales tenían una cola muy larga y anillada en la que se intercalaban una banda oscura y otra blanca, sus ojos eran grandes y estaban rodeados por un aro blanco. El cuerpo era de forma alargada, casi del tamaño de un gato. Gracias a algunas referencias y a fotografías de la fauna en la ciudad, supe de qué especie se trataba: nada más y nada menos que del cacomixtle (Bassariscus astutus).

Tal vez para muchos lectores mexicanos, ver un cacomixtle no cause mayor asombro porque este animal está ampliamente distribuido en México. Sin embargo, tal vez pueda atraer su curiosidad si les hablo sobre animales que no estén acostumbrados a ver. En esta nota quiero enfocarme en cuatro animales de la familia Camelidae, muy característicos de la zona andina del Perú y de países vecinos, tales como Bolivia, Chile, Argentina y Ecuador.

Teniendo en cuenta la información publicada por Jane C. Wheeler en la página web de “CONOPA-Perú (acceso: 2017)”, así como por Villalba y colaboradores en el libro “Distribución, ecología y conservación de los mamíferos medianos y grandes de Bolivia (2010)”, se explica que los camélidos se originaron en Norteamérica hace aproximadamente 40 millones de años, evolucionando y originando varios linajes que posteriormente migraron hacia Sudamérica y Asia, hace aproximadamente 3 millones de años.  Actualmente sólo existen dos especies que se distribuyen en el Viejo Mundo: el camello dromedario (Camelus dromedarius) que tiene una única joroba y el camello bactriano (Camelus bactrianus) que tiene dos jorobas.

Por otro lado, de aquellos descendientes que migraron hacia América del Sur, actualmente hay cuatro especies vivas que habitan principalmente en ambientes andinos. Todas estas especies se encuentran en territorio peruano, y son el guanaco, la llama, la vicuña y la alpaca. Con base en estudios moleculares comparativos de estas cuatro especies e información arqueozoológica sobre la domesticación de los camélidos, la clasificación taxonómica más aceptada actualmente considera que de la domesticación del guanaco se originó la llama, mientras que de la vicuña derivó la alpaca. Se estima que este proceso ocurrió en los Andes hace 6-7 mil años.

El ancestro de la llama.

El guanaco (Lama guanicoe) es el camélido sudamericano silvestre de mayor tamaño, de contextura robusta y esbelta. Tiene un hocico largo, sus orejas son erguidas y curvadas hacia adentro, y su cola es corta pero muy notoria, que sobresale claramente por encima de sus ancas. Su coloración es uniforme, siendo principalmente marrón en las partes dorsales y blanco en las ventrales. El guanaco es una especie muy adaptable, pudiendo sobrevivir tanto en ecosistemas altoandinos que son fríos y de poco oxígeno, así como en ambientes áridos cálidos como desiertos. Por ejemplo, en zonas dominadas por cactus columnares, esta especie es capaz de alimentarse del jugoso interior de estas plantas, evitando hábilmente las grandes y tupidas espinas. Además, el guanaco puede cubrir una amplia área en búsqueda de alimento, realizando migraciones locales entre valles y montañas.

En general, el guanaco y la vicuña tienen una organización social muy similar, con grupos familiares que están conformados por un macho dominante y territorial, junto con un harén de hembras y sus crías. Luego del destete, los machos jóvenes se juntan en grupos, y cuando alcanzan la adultez se tornan solitarios y permanecen en busca de un territorio y/o de su propio harén. Aunque las hembras jóvenes también pueden integrarse a estos grupos de machos, por lo general suelen permanecer en su grupo familiar o pueden incorporarse a algún otro.

Guanaco en las pampas de Camana, Región de Arequipa. (Foto: Carlos Santana)

Llamas de Troya.

La llama (Lama glama) es un animal doméstico de gran tamaño, de características similares a la de su ancestro el guanaco. Es utilizado principalmente como animal de carga, pues es capaz de transportar hasta 30Kg por distancias entre 15 y 20 Km por día. Generalmente transportan leña, forraje y productos agrícolas que cosechan los pobladores andinos. También se consume su carne y se utiliza su estiércol como abono y combustible. Dado que su fibra es larga, gruesa y de variadas coloraciones, se emplea para la elaboración de ponchos y frazadas.

Posiblemente la llama es el más popular de los camélidos sudamericanos. Cualquiera que haya viajado a la ciudadela Inca de Machupicchu en Perú u otras zonas andinas, seguramente entre sus fotos y suvenires lleva el recuerdo de una llama, un simpático animal con cara risueña, de ojos grandes y dientes muy notorios, de porte alto y pachonchito. Así mismo, algunas llamas han sido protagonistas de jocosos memes como el tan aclamado: ola q ase?.

Como dato curioso, dos llamas participaron en la película épica de acción “Troya”, inspirada en la Ilíada de Homero. Estos carismáticos animales aparecieron en las escenas donde, en la ciudad de Troya, se tocan las alertas por el avistamiento de las embarcaciones griegas. Mientras los civiles huyen hacia dentro de las murallas, se puede observar a dos llamas corriendo igual de desesperadas por evitar tal batalla. Bajo el contexto temporal y espacial de los hechos épicos, no tiene lógica la aparición de estos animales: ¡Fue un error garrafal!

Llama juvenil en las alturas de Churia, Región de Ayacucho. (Foto: Daniel Ramos)

Poseedor de una de las fibras más finas del reino animal

La vicuña (Vicugna vicugna) es un animal silvestre, de contextura delgada y esbelta. La variedad más común de esta especie presenta una coloración dorsal parda amarillenta y ventral blanca, con un penacho de pelos gruesos y largos en el pecho, conocido como pechera. Al igual que el guanaco, la estructura social de la vicuña consta de grupos familiares, de grupos de machos llamados tropillas y de machos solitarios.

La vicuña ha sido una especie muy apreciada desde tiempos antiguos, debido a la gran calidad de su fibra. Se sabe que desde antes de la época de los incas, los pueblos andinos han realizado actividades comunales para capturarlas y esquilarlas, práctica denominada como chaccu (palabra de origen quechua). El chaccu aún se práctica hoy en día y consiste en acorralar paulatinamente a las poblaciones de vicuñas en libertad y/o semicautiverio, mediante un gran grupo de personas. Los animales son conducidos hasta un enrejado en forma de embudo que da hacia un corral, al cual obligan a entrar. Luego, de ese grupo se escoge a la mitad de las vicuñas adultas para trasquilarlas, y dejan a la otra mitad para el siguiente año. De esta manera, a cada vicuña se le permite un periodo de dos años para la renovación de su fibra y se garantiza un aprovechamiento anual de la población. El chaccu se realiza con el mayor cuidado posible, buscando evitar la muerte de algún animal durante la captura y esquila, así como la separación de los grupos familiares al momento de la liberación.

La fibra de la vicuña es una de las más finas del reino animal y actualmente tiene un gran valor comercial. En la región de Ayacucho, sierra central del Perú, hay varios pueblos cuya economía depende en gran parte de la venta de fibra de este animal. En promedio, en la esquila de cada vicuña adulta se obtiene alrededor de 200g de fibra, y dependiendo de la variedad de producción y comercialización de la fibra, un kilogramo puede llegar a costar entre 350 y 650 dólares estadounidenses. Dada la importancia histórica y actual de la vicuña en el Perú, es que este animal figura en su escudo nacional como representante de su riqueza animal.

Debido a su valor económico, las vicuñas fueron perseguidas y sus poblaciones se redujeron drásticamente, por lo que la situación de la especie se volvió preocupante. Sin embargo, gracias al desarrollo de políticas nacionales e internacionales de protección de la vicuña, así como el apoderamiento y compromiso de las comunidades sobre la utilización de esta especie como recurso renovable, desde hace algunas décadas sus poblaciones se han ido recuperando y se ha ampliado su rango de distribución.

Vicuña en las pampas de Huaytara, Región de Huancavelica. (Foto: Daniel Ramos)

Oveja de los Andes

La alpaca (Vicugna pacos) proviene de la domesticación de la vicuña. Es más pequeña que la llama y tiene el hocico chato, orejas cortas, es muy lanuda y de apariencia robusta. Su cola no sobresale por encima de las ancas, sino ligeramente hacia atrás. Al igual que la llama, su lana puede tener diversas coloraciones como blanquecinas, negras y marrones. Al ser una especie doméstica al igual que la llama, su organización social depende del criterio de los ganaderos. Ambas especies son más abundantes en las zonas altoandinas y de bajas temperaturas, por encima de los 3600 msnm, un tipo de ecosistema conocido como puna que se caracteriza por presentar grandes extensiones abiertas, con abundantes pastos y pajonales, así como humedales llamados bofedales.

Cuando los españoles llegaron a los Andes y vieron a la alpaca, pensaron que se trataba de una variedad extraña de oveja, debido a la abundante lana que éstas tienen. La alpaca es criada principalmente por su lana, que es de mejor calidad que la de la llama, y sirve para  confeccionar una gran diversidad de vestimentas y abrigos. Su carne es muy apreciada en algunas regiones, y al igual que la carne de llama, es preparada de forma tradicional con la finalidad de poder mantenerlas por largo tiempo. Para ello, la carne se expone al sol con sal para deshidratarla, siendo llamada como charqui (palabra de origen quechua).

Alpacas en la puna de Occollo, Región de Ayacucho. (Foto: Daniel Ramos)

Aunque el describir a estas cuatro especies en la presente nota no se iguala a verlas a escasos metros, espero haber generado en ustedes una impresión semejante a la que yo viví al conocer al esquivo cacomixtle. Confío en haber captado su curiosidad al presentarles a estos interesantes animales, provenientes del otro hemisferio, típicos de ambientes andinos y acompañantes de la historia económica y cultural de mi tierra.