Tras una década de trabajo, un equipo de geólogos argentinos acaba de publicar en la revista científica Journal of Vertebrate Paleontology, los resultados de un estudio que confirma el descubrimiento de una nueva especie de plesiosaurio, bautizada como Vegasaurus molyi, en los suelos congelados del permafrost de la Isla Vega, en la Antártida.

 

Todo empezó en el año de 1989, cuando se avistó una de sus aletas anteriores. Y a partir de ahí, la extracción del ejemplar se llevó a cabo con grandes dificultades, debido principalmente al clima extremoso. No fue sino hasta 1993 cuando se pudo realizar la primera campaña paleontológica de rescate. Luego, en 1999, se continuó con la expedición, que recién pudo ser finalizada en el año 2005. Desde entonces, comenzó el estudio de los fósiles hasta la mencionada publicación. Cabe señalar que, salvo la cabeza, se logró rescatar la casi totalidad del esqueleto y en muy buen estado de conservación: se recuperaron costillas, más de 100 vertebras, la cintura escapular, la cintura pélvica, sus miembros y el cuello completo.

 

Una posible explicación de este hallazgo en tan buen estado pudiera ser que, en ése entonces, a finales del Cretácico, la península antártica tenía bosques y un clima templado. Se estima que este plesiosaurio quedó cubierto rápidamente en un ambiente marino, lo cual ayudó a su preservación y a que los animales carroñeros no llegaran a desmembrar su cuerpo. No obstante, antes de que el cadáver fuera sepultado por sedimentos, hubo animales que comenzaron a depredarlo y, quizás, alguno de ellos arrastró su cabeza. Entre sus vértebras, se encontró una docena de nautiloides, que son moluscos carnívoros, así como un diente de tiburón clavado en una de sus vértebras

 

Fuente: Agencia CTyS

Boletín original: http://www.ctys.com.ar/index.php?idPage=20&idArticulo=3139