Un equipo internacional de astrofísicos, haciendo uso de datos del Gran Telescopio de Canarias, halló nebulosas planetarias ricas en metales en las zonas exteriores de la galaxia de Andrómeda, hablando de un posible choque de galaxias. Cabe señalar que la cercana galaxia espiral M31, más conocida como la galaxia de Andrómeda, se encuentra a sólo 2 millones de años luz de distancia de la Tierra. La siguiente galaxia similar a la nuestra y a M31 en tamaño, se encuentra diez veces más lejos, de ahí que resulte de gran interés para estudiar sus propiedades.

Pero, pese a sus similitudes con la Vía Láctea, Andrómeda se diferencia de nosotros por tener un número significativo de nebulosas planetarias muy brillantes fuera de su disco interno. Al igual que en la Vía Láctea, el disco interno es el lugar en el que continuamente están naciendo y muriendo estrellas de todos los tamaños. Estos discos son muy comunes y producen muchísimas nebulosas planetarias excepcionalmente brillantes, puesto que se forman a partir estrellas masivas. Sin embargo, no se espera ver nebulosas planetarias de las mismas características lejos de ese disco interno ya que, a esas distancias, las estrellas del entorno son muy viejas y cualquier estrella masiva debería haber desaparecido hace mucho tiempo. Esto se debe a que la vida de las estrellas más masivas es mucho más corta.

Tras numerosas observaciones, haciendo uso del Gran Telescopio de Canarias, los resultados obtenidos fueron sorprendentes: estas nebulosas planetarias muy luminosas, las que no deberían existir en una zona tan externa y lejana a los brazos espirales, contienen casi tanto oxígeno como el Sol. Esto contrasta con el hecho de que las estrellas en esta parte de M31 tienen sólo un 10% de hierro en proporción al del Sol. ¿Por qué es esto importante? La razón por la que las estrellas ultraperiféricas de las galaxias tienen abundancias tan bajas de hierro es porque son casi tan antiguas como la galaxia. Dado que allí no se han estado formando nuevas estrellas, todas las regiones exteriores deben mostrar los tipos de estrellas que se formaron primero.

En este caso, las investigaciones sugieren que estas estrellas se quedaron atrás por un “encuentro” con la galaxia espiral compañera de Andrómeda, M33, la galaxia del Triángulo, que tuvo lugar hace 3.000 millones de años. El encuentro no fue un choque frontal. Por el contrario, las dos galaxias se rozaron la una a la otra. Durante el encuentro, las fuerzas de gravedad de cada galaxia actuaron sobre la otra, agitaron el gas y las estrellas más cercanas al encuentro, y parte de este material fue lanzado lejos.

Fuente: Instituto de Astrofísica de Canarias

Boletín original: http://www.iac.es/divulgacion.php?op1=16&op2=400&id=75