Por Valeria Towns

En el Hotel Paraíso de algún lugar de nuestro planeta, se celebra la Conferencia de las Partes en Cambio Climático (COP) número 168. Mientras los participantes discuten el futuro del planeta en un hotel con instalaciones futuristas y lujosos campos de golf, un grupo de animales viaja hasta el sitio para descubrir que la construcción de una enorme presa impide el paso del agua que naturalmente fluía por la cuenca y abastecía de un recurso indispensable a su ecosistema. Efectivamente no es la realidad, pero se acerca. Éste es el guión de una película animada de origen alemán cuyo título original es «Konferenz der Tiere” o “ La conferencia de los animales”  y que fue traducida al inglés con el título de “Animals United”. Además del mensaje de cooperación y valores ambientales que transmite, la película es una severa crítica al trabajo y a qué tan tangibles son los resultados de las COP y todo tipo de cumbres y conferencias donde se atienden temas de sustentabilidad y cambio climático.

La argumentación se basa en la lógica de que un futuro sustentable no tiene cabida bajo el modelo actual de desarrollo y que es necesario un profundo cambio de paradigma. O como bien lo diría Cliv Spash, uno de los teóricos económicos más polémicos del decenio de la sustentabilidad: “las políticas para combatir el cambio climático de manera efectiva, tienen posibilidades de éxito, solamente si son acompañadas por movimientos sociales radicales”.

Pero empecemos por el principio. ¿Que es una COP? Seguramente varios hemos escuchado el termino, pero: ¿de qué se trata? ¿qué se hace ahí? y, sobre todo, ¿sirven de algo? La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas. En el caso de París, se trata de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Esta última y su Protocolo de Kyoto, representan un esfuerzo internacional para buscar una solución al cambio climático ante las pruebas, recopiladas por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que indican que realmente está sucediendo un cambio climático en nuestro planeta y que la causa fundamental son las actividades humanas. Entre las dos más importantes se encuentra la quema de hidrocarburos fósiles (sector energético) y la deforestación. La COP se reúne anualmente con el fin de supervisar y examinar la aplicación de la Convención y del Protocolo y desarrollar el proceso de negociación ante nuevos compromisos para resolver los problemas del cambio climático.

Hace más de 20 años, cuando se redactó el Protocolo de Kyoto en 1992, el compromiso era que  durante el periodo 2008-2012 se redujeran 5% las emisiones de CO2 sobre los niveles de los registros obtenidos en 1990. Sin embargo las emisiones aumentaron 58%. En parte porque el Protocolo nunca fue ratificado por algunos de los países que emiten la mayor cantidad de gases a la atmósfera, como lo hace Estados Unidos, y mayormente porque los países desarrollados prefirieron pagar “bonos de carbono” a los países en vías de desarrollo que les permitieron seguir aumentando sus emisiones.  El Protocolo no contempló un conjunto de circunstancias políticas y económicas que hacían inviable su aplicación. Sin embargo, el Protocolo dio pie a un hecho importantísimo: el cambio climático ahora es un tema del que todo mundo habla: en el mundo de la ciencia así como en el discurso político y legislativo. Además, hoy se enseña en las escuelas e incluso algunas estrellas de Hollywood han adoptado el tema como bandera a defender.

¿Entonces qué sigue? El cambio climático es ya una realidad ineludible que va más allá de las negociaciones en las diferentes COP. Hoy en día la mayoría de las medidas que se están diseñando, van dirigidas principalmente hacia la adaptación y la mitigación del problema, más que a frenar el proceso y disminuir las emisiones. Y es que, una pregunta válida es si aún es posible detener el cambio climático. La respuesta parece ser no.

La última Conferencia (COP20) se celebró en Lima, Perú en diciembre del 2014. El objetivo principal de la reunión fue generar un documento base sobre la reducción en la emisión de gases de efecto invernadero que deberá ser aprobado en París (COP21) para sustituir al Protocolo de Kyoto. El compromiso de este nuevo protocolo es evitar que la temperatura de la Tierra aumente 2°C en su promedio anual. Según los científicos, para lograr tal objetivo será necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 40 y un 70 % de aquí al año 2050. Sin embargo, cada vez son más frecuentes los indicadores que muestran que más bien nos dirigimos a un alza de 4°C, lo que será catastrófico para la vida en la Tierra, incluyendo al ser humano.

El documento publicado en septiembre del 2014 titulado Mejor crecimiento mejor clima antecede lo que será discutido en Paris durante diciembre de este año. En general, el documento está redactado con un tono optimista que, entre otras cosas, asegura que el crecimiento económico de los países no debe ser frenado por las políticas relacionadas con la reducción en la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, Spash hace una crítica que nos enfrenta con un paradigma diferente: “Los intereses de las economías internacionales y de las grandes transnacionales, es decir el modelo actual de desarrollo, no son compatibles con la conservación y manejo sustentable de los recursos naturales y mucho menos con otras nociones sociales como la justa distribución de la riqueza y la igualdad de derechos”. Porque siendo realistas, a una tasa de consumo exagerada, donde la definición de “bienestar humano” es interpretada como el modelo de vida de los llamados países desarrollados, la capacidad de carga del planeta se ve rebasada y por consecuencia la desigualdad y el abuso de los recursos naturales y derechos humanos aumentan.

Sin embargo, la solución va más allá de las COP y su parafernalia política. Gran parte de la solución está en el estilo de vida de todos y cada uno de los habitantes de este planeta. Como diría Klein: “No es que nuestras ideas sobre la reducción de emisión de gases y la quema de combustibles fósiles no sean populares; sino que no son poderosas, no están logrando dominar. Por ello, es indispensable convertir lo popular en poderoso, y esto solamente se puede alcanzar mediante la creación de un ambiente radical que permita a los nuevos paradigmas florecer”.

Si en cien años celebramos la COP en las condiciones que expone la película Animals United, será una clara demostración de que no fuimos capaces de modificar el paradigma. Debemos exigir a las empresas y gobiernos el cumplimiento de los acuerdos y la implementación de políticas para detener la quema de combustibles fósiles. Mientras que también necesitamos exigirnos a nosotros mismos modificar la forma en que consumimos y el tipo de productos que adquirimos, buscando tener el menor impacto posible en nuestras actividades. Entonces, podremos empezar a pensar en un cambio de paradigma: un mundo más justo donde el uso sustentable y la conservación de los recursos naturales tiene cabida. Lo que suceda en los meses que antecedan a la COP y la cumbre misma es de importancia prioritaria para el futuro de nuestro planeta, por ello, en notas  posteriores a esta, hablaré sobre las posturas que los países han adoptado y los nuevos paradigmas que han aparecido en busca de una respuesta ante este reto planetario.