Texto por Sergio Madrid L.

 Durante el trabajo de campo uno puede ser testigo de cosas increíbles que en la naturaleza pasan de forma normal todos los días. En mi reciente viaje al municipio de Jamapa, Veracruz, me encontré con la interesante relación entre palmas de la especie Sabal mexicana y árboles jóvenes del género Ficus, específicamente del subgénero Urostigma.

Arbol de Ficus adulto rodeado de palmas. Foto por Sergio Madrid L.

Arbol de Ficus adulto rodeado de palmas (Sabal mexicana). Foto por Sergio Madrid L.

Estos árboles hemiepífitos, se caracterizan por germinar y crecer encima de otra planta hasta que finalmente la matan. Literalmente son plantas asesinas, de ahí que se conozcan como matapalo o estranguladores. Pero no juzguemos al Ficus antes de tiempo. Para entender por qué ocurre este interesante proceso natural es necesario conocer esta complicada relación vegetal.

Todo comienza cuando un ave o murciélago se alimenta de los dulces higos del Ficus. Por su tamaño pequeño, pueden tragar las semillas junto con la pulpa y pasan por el aparato digestivo del animal. El animal se mueve de un lado a otro buscando frutos de distintos árboles y parando de vez en cuando en otras plantas para comerlos o descansar. Ahí es donde entran en escena las palmas. Cuando un murciélago se alimenta de un higo, lo toma y vuela a un sitio seguro donde pueda percharse y comer. En Jamapa, abundan las palmas, las que se usan para techar las casas. Por otro lado, los higos proporcionan alimento y sombra al ganado. El resto de los árboles son cortados para evitar que le hagan sombra al pasto del que este se alimenta. Cuando un murciélago encuentra una palma para percharse y comer un fruto de Ficus, defeca o escupe las semillas del fruto que llevó hasta ahí.

En ese momento las semillas del higo han llegado al final de su viaje, pero apenas comienza su vida. Primero deben germinar sobre la palma, la cual constituye una excelente maceta natural. Los fragmentos rotos de las estructuras que unen al tallo con la hoja, denominados peciolos, se quedan adheridos al tronco de las palmas a lo que la gente local llama tarros. En estos fragmentos se acumula materia orgánica y forman el sitio perfecto para que las semillas de Ficus germinen. Estas crecen sobre la palma al mismo tiempo que desarrollan unas largas y delgadas raíces colgantes, y que tienen como finalidad unir al higo con la tierra firme.

Planta de Ficus estrangulador creciendo sobre una palma. Foto por Sergio Madrid L.

Planta de Ficus estrangulador creciendo sobre una palma (Sabal mexicana). Foto por Sergio Madrid L.

Una vez que esto sucede, las raíces aéreas se engrosan alrededor del tallo de la palma marcando así el destino de la planta que alguna vez sirvió al árbol de Ficus para crecer. Pero aún queda la pregunta de por qué el Ficus debe comenzar así su vida en vez de simplemente germinar en el suelo como lo hacen la mayoría de las plantas. La respuesta está en la luz que junto con el agua disponible, es uno de los recursos más importantes para cualquier planta. En los bosques tropicales donde evolucionaron los Ficus, el agua es un recurso abundante, pero la luz no. Esta la capta casi totalmente las hojas de los enormes árboles de la selva, que pueden alcanzar alturas impresionantes de más de 30 metros, y cuyas copas son en general bastante amplias. Así que los árboles jóvenes tienen que competir por conseguir la luz necesaria para crecer y llegar a árboles adultos.

Esta competencia favoreció la evolución de los higos estranguladores que obtienen numerosas ventajas al crecer encima de una palma y obtienen dos beneficios importantes: 1) mayor exposición al sol y 2) menor posibilidad de ser comidos por animales terrestres como insectos y roedores depredadores de semillas. Además, la materia orgánica que se acumula en los tarrosles sirve de nutrientes durante su rápido crecimiento. Esta ventajosa forma de crecer cerca de la luz utilizando el tallo de otra planta no es exclusiva de los Ficus, también la utiliza una amplia variedad de plantas conocidas como epífitas, entre las que se incluyen las orquídeas y bromelias. Sin embargo, la diferencia entre estas epífitas y los higos estranguladores es que al crecer las raíces aéreas del Ficus se unen entre sí alrededor del tronco de la palma limitando su crecimiento. Al mismo tiempo, el Ficus y la palma compiten por el agua y nutrientes, y la va cubriendo con su propia sombra, lo que generalmente termina por matarla.

Ficus estrangulador o matapalo creciendo alrededor de una palma (Sabal mexicana), lo que probablemente terminará matándola. Foto por Sergio Madrid L.

Ficus estrangulador o matapalo creciendo alrededor de una palma (Sabal mexicana), lo que probablemente terminará matándola. Foto por Sergio Madrid L.

Pero no se preocupen por las palmas, ya que no todas son parasitadas por los matapalos. Además, generalmente las palmas que sufren este destino son plantas adultas que ya tuvieron su oportunidad de reproducirse antes de morir. Las palmas no desaparecerán, al menos no por culpa de los Ficus estranguladores. Lo que sí debería preocuparnos es el avance del cultivo de caña de azúcar en esta zona, ya que sus habitantes están cambiando la ganadería por este cultivo. El problema con la caña de azúcar es que requiere un clima cálido y húmedo para prosperar pero a cambio exige que no haya otras plantas dentro del terreno de cultivo. Por otro lado, en la ganadería extensiva algunos árboles nativos permanecen para darle sombra al ganado o para aprovecharlos de otra manera, como las hojas de las palmas. No obstante, cada vez se utilizan menos las palmas para techar las casas por lo que su valor ha disminido.Por lo tanto, aunque parezca irónico, el fin de estas palmas en el paisaje costero de Veracruz, no llegará por culpa de los mortíferos Ficus con los cuales han convivido durante miles de años, sino por causa del ser humano quien tiene la capacidad para arrasarlos por completo, pero también, para conservar este valioso recurso vegetal. Por esta razón, la próxima vez que adquieran un producto hecho con palma podrían estar contribuyendo a la supervivencia de estas plantas, y tal vez, la de un Ficus también.