Por Ivonne Cassaigne

 

Un puma macho recuperándose de la anestesia después de la colocación del collar satelital. Estos collares nos están permitiendo saber cuál es el porcentaje de animales silvestres y animales domésticos que realmente están depredando. Foto: I. Cassaigne

    En el Estado de Sonora a los jaguares (Panthera onca), se les llama “tigres”. En ese estado se encuentra la población reproductiva más al Norte de su área de distribución, la cual a su vez está conformada por  pocos individuos, en comparación con el resto de las poblaciones de México. Debido a esto es de gran importancia conservar cada ejemplar, si es que queremos que el jaguar, sea parte de las futuras generaciones y no sólo un recuerdo como otras especies que ya hemos perdido en el Norte de México, como lo son  el oso grizzly (Ursus arctus horribilis) y el lobo mexicano (Canis lupus baileyi).

Lamentablemente el jaguar y el puma (Puma concolor – el segundo en tamaño de nuestros felinos en México) son acechados, envenenados y cazados ilegalmente en todo nuestro país debido principalmente a que en ocasiones depredan vacas, borregos, chivos o caballos. Los ganaderos desconocen la importancia de los depredadores en un ecosistema e intentan proteger el ganado que representa su sustento económico. Por otro lado los cazadores ilegales  exterminan a los depredadores por simple gusto o porque compiten con los seres humanos por la carne de monte, como por ejemplo los venados o pécaris, que son sus presas naturales.

Enclavada en la Sierra Madre Occidental en Sonora, se encuentran dos Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMAs), dedicadas a la conservación del jaguar. Las UMAs (http://www.biodiversidad.gob.mx/usos/UMAs.html) son tierras comunales o privadas en las que los propietarios pueden aprovechar  determinadas especies silvestres con el respaldo de estudios que les permiten saber la cantidad de animales que se pueden utilizar (para cacería, comercialización o consumo) y bajo ciertas condiciones, se les otorga una autorización para ello. En el caso de estas dos UMAs, no se hace aprovechamiento de pumas o jaguares, pero sí de cierto número de venados cola blanca (Odocoileus virginianus) que le permiten a los dueños de la tierra compensar las pérdidas del ganado generadas por la depredación, asumiendo a cambio un compromiso de proteger a los jaguares y pumas en sus tierras. En enero del 2003 se estableció la primera de estas UMAs, llamada “Programa de Conservación del Jaguar en la Sierra Alta de Sonora”. En 2007, se creó la segunda denominada “Refugio Privado de Jaguares Silvestres”, las cuales en conjunto suman poco más de 47,000 hectáreas.

Adicionalmente, en enero del 2004 se estableció formalmente la “Asociación Para la Conservación del Jaguar en la Sierra Alta de Sonora, A.C.”, por  propietarios de ambas UMAs, cuyo presidente, el Lic. Jesús Moreno, ha fortalecido el compromiso de conservación y el apoyo total hacia la investigación. Desde 1999 hasta la fecha, se han realizado mesas de trabajo, conferencias, reuniones y talleres de educación ambiental con las comunidades aledañas para concientizar a la comunidad sobre la importancia del jaguar en el ecosistema y nuestra cultura. En el año 2010 se sumó a estos esfuerzos “Primero Conservation” una asociación no lucrativa, binacional, que busca obtener recursos para promover la investigación y conservación dentro de estas UMAs.

En varios ranchos que comprenden estas UMAs se han realizado estudios enfocados en conocer más sobre la ecología y biología de los jaguares y pumas en esta árida región. Entre estos se han analizado heces para identificar de qué presas se alimentan pumas y jaguares y qué porcentaje de su dieta está compuesta de  anímales silvestres y ganado doméstico. También se han realizado otros estudios por medio de trampas cámara para estimar la abundancia de los jaguares y otras especies de fauna silvestre presentes en el área. Algo que nos  entusiasma mucho,  es que del 2008 a la fecha se han detectado un total de 19 jaguares, no hay duda que todos ellos son individuos diferentes viviendo entre ambas UMAs, lo que  indica que esta área es un sitio de vital importancia para conservar a los jaguares norteños.

Para continuar generando mayor conocimiento sobre la biología de estas especies, así como generar alternativas que disminuyan la depredación sobre el ganado, miembros del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres del Instituto de Ecología de la UNAM y Primero Conservation, iniciamos un estudio cuyo objetivo es identificar por medio de ADN, si las heces encontradas corresponden a pumas o a jaguares. En los estudios anteriores no se contaba con técnicas de identificación de ADN por lo que no había certeza para  garantizar si los hallazgos sobre porcentajes de animales consumidos correspondían a pumas o jaguares. Adicionalmente no podría identificarse si el animal consumido fue cazado por el depredador o simplemente hallado y consumido después de su muerte. Esto se debe a que hemos observado que los jaguares en el área de ese estudio se alimentan de carroña. Para poder identificar qué tanto de la dieta de estos carnívoros corresponde a animales cazados o a carroña, hemos colocado collares satelitales a pumas y jaguares los cuales nos permiten identificar los sitios donde éstos se están alimentando, posteriormente inspeccionamos el sitio e identificamos si el animal fue cazado o si simplemente los restos que hallamos son de un animal muerto anteriormente. En febrero del 2011 colocamos el primer collar satelital a un puma y le dimos seguimiento durante un año a cada sitio donde este animal cazó una presa grande, con lo que pudimos conocer cuántas y cuales especies consumió durante ese año.  Posteriormente, con un poco más de fondos, entre marzo del 2012 y febrero del 2013 colocamos collares satelitales a cinco pumas (tres machos y dos hembras) y dos jaguares (un macho y una hembra). Actualmente, aunque  algunos collares dejaron de funcionar por problemas técnicos, estamos realizando el seguimiento de los sitios donde comen, para conocer que especies están cazando y con qué frecuencia. Así también podemos saber qué distancias se mueven y el tamaño de su territorio.

Un jaguar recientemente levantado de la anestesia. En la fotografía se puede apreciar el collar satelital con el que fue equipado. I. Cassaigne

 Sin embargo, nuestro estudio no trata solo de conocer estos datos importantísimos, sino también de demostrar que los jaguares y pumas prefieren comer presas naturales (venados y pecaríes entre otros). Esperamos así contar con la evidencia necesaria para decir  que cuando estas presas disminuyen en cantidad, entonces buscarán comerse al ganado de forma más frecuente. Como mencionábamos al principio, es muy común que en muchos de estos ranchos se cacen venados, pecaríes, guajolotes, etc., por lo que la abundancia de estas especies disminuye. En este estudio también realizaremos dos actividades con las que pretendemos aumentar el número de presas, por un lado colocaremos comederos durante un año para venados y por otro liberaremos grupos de pecaríes en al área de estudio. A lo largo de un año, junto con estos esfuerzos de aumentar las poblaciones de presas,  seguiremos recolectando y analizando las heces de los felinos y durante cinco meses los seguiremos por satélite para a identificar los sitios de alimento de los mismos ejemplares.

Pecaríes (Pecari tajacu) en un encierro temporal para reproducción y posterior liberación en la Sierra Madre Occidental de Sonora.
Foto: I. Cassaigne

De esta manera podremos evaluar si incrementando las presas naturales podemos disminuir la depredación sobre ganado, protegiendo así la inversión económica de los ganaderos y por ende los pumas y jaguares de esta región del Norte de México. Sin embargo, si tenemos éxito, ésta sería solo una de otras medidas que deben tomarse para continuar disminuyendo la depredación. Estamos convencidos de que la depredación se puede disminuir si en todos estos ranchos se mejoraran las prácticas en el manejo del ganado. Por ejemplo, es muy importante que los ganaderos sincronicen los partos de sus animales, para que todos los becerros nazcan en solo una temporada y esto permita mayor control porque así los pueden poner en pasturas más abiertas e incluso con  mayor vigilancia en la época en que los becerros son más vulnerables a jaguares y pumas. Solamente si los investigadores trabajamos en colaboración con los ganaderos estaremos en posibilidades de asegurar la persistencia de estos últimos tigres del norte.

Lecturas recomendadas:

Rosas-Rosas, O. C, L. C. Bender, and R. Valdez.  2008.  Jaguar and puma predation on cattle calves in northeastern Sonora, Mexico.  Rangeland Ecology and Management 61: 554-560.

Rosas-Rosas, O. C., and R. Valdez.  2010.  The role of landowners in jaguar conservation in Sonora, Mexico.  Conservation Biology 24: 366-371.

Chávez, C. y G. Ceballos (eds.). 2006.  El jaguar mexicano en el Siglo XXI: situación actual y manejo. CONABIO – UNAM – Alianza WWF Telcel. México D. F.