Conocimientos profundos de la química del tejido cartilaginoso podrían abrir la puerta a cirugías plásticas sin bisturí en las que el paciente se recupere más pronto y con menos dolor.

Hoy en día la cirugía plástica implica incisiones espeluznantes, una recuperación dolorosa y cicatrices que pueden durar para siempre. Un procedimiento presentado en la Reunión de Primavera 2019 de la Sociedad Química Americana propone una forma de quitar el bisturí de algunas cirugías, se trata de un nuevo método que usa impulsos eléctricos moderados para ablandar el tejido de modo que pueda ser remodelado sin necesidad de cortar.

Los desarrolladores de la técnica señalan que funciona tanto en el cartílago de conejo como en el tejido fibroso de la córnea del ojo. Se cree que un día podría inspirar procedimientos en humanos como cirugías de nariz o corrección de la visión que permitieran una recuperación menos dolorosa.

Michael Carron, jefe de cirugía plástica y reconstructiva de la Universidad Wayne State en Detroit, Michigan señala que la técnica, a la que calificó de simple y elegante, tiene el potencial de ser aplicada ampliamente para tratar desde tráqueas dañadas hasta deformidades en una costilla.

La historia ocurrió así. Brian Wong, un cirujano de cabeza y cuello de la Universidad de California Irvine, quería una forma menos invasiva de remodelar cartílago, un paso clave en muchas cirugías de nariz y orejas. Originalmente trató de usar un rayo infrarrojo para calentar el cartílago y hacerlo más flexible. Ese enfoque funcionó pero el calor también dañaba y mataba parte de los tejidos. Posteriormente trató de aplicar una corriente eléctrica, eso funcionó mejor, pero aún no comprendía muy bien por qué sucedía.

Para saber qué estaba sucediendo, inició una colaboración con Michael Hill, un químico del Occidental Collage en los Ángeles California, quien ha profundizado en el estudio de la química del cartílago, el cual está compuesto de fibras de colágeno con forma de espaguetis rodeadas de proteínas cargadas negativamente y iones de sodio cargados positivamente. Mientras mayor es la densidad de las cargas, mayor es la dureza del cartílago. El grupo de investigación de Michael Hill encontró que al pasar una corriente de tan solo dos voltios a través del tejido, se daba la electrólisis de las moléculas de agua, dividiéndolas en iones o protones de hidrógeno y oxígeno. La carga positiva de los protones cancelaba las cargas negativas de las proteínas, haciendo el cartílago más maleable. “Una vez que el tejido es flexible, puedes darle cualquier forma que tú quieras” asegura el investigador.

En la reunión de la Sociedad Química Americana, Michaell Hill reportó que él y sus colegas han mostrado que esta técnica funciona en la córnea, el tejido transparente rico en fibras de colágeno que cubre al ojo.

Los investigadores usaron una impresora tridimensional para fabricar unos lentes de contacto rígidos, los cuales adaptaron con electrodos y los colocaron en ojos de conejos. Aplicaron una breve y tenue corriente y comprobaron que la córnea se reblandeció y tomó la forma de los lentes de contacto.

La técnica funcionó tan bien que la córnea tomó la forma incluso de los pequeños defectos que la impresora 3D dejó en los lentes de contacto.

Los investigadores reconocieron que falta mucho tiempo para que la técnica se encuentre disponible para el público porque está en sus primeras etapas. Sin embargo, en el futuro, remodelar la córnea podría sustituir procedimientos que actualmente se utilizan para corregir la visión como la cirugía láser. Además, dado que los tejidos ricos en colágeno están en muchos lugares del cuerpo, la técnica podría tener numerosas aplicaciones.

Redacción Ciencia UNAM: Naix´ieli Castillo

Fuente: Revista Science