Según el último informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018”, presentado el pasado 11 de septiembre, por la Organización de las Naciones Unidas, 821 millones de personas, 1 de cada 9 en el mundo, padecen hambre y más de 150 millones de niños sufren retraso del crecimiento. América Latina y el Caribe aportan 39 millones de este trágico total

Inseguridad alimentaria y malnutrición

El hambre ha aumentado en los últimos tres años, volviendo a los niveles de hace una década. Este retroceso envía una señal clara de que hay que hacer más y de forma más urgente si se pretende lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible de alcanzar el Hambre Cero para 2030.

La situación está empeorando en América del Sur y en la mayoría de las regiones de África, mientras que la tendencia decreciente de la subalimentación que caracterizaba a Asia parece estar ralentizándose de forma significativa.

El informe anual de la ONU señala que la variabilidad climática que afecta a los patrones de lluvia y las temporadas agrícolas, y los fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones, se encuentran entre los principales factores detrás del aumento del hambre, junto con los conflictos y las crisis económicas.

Los signos alarmantes de aumento de la inseguridad alimentaria y los elevados niveles de diferentes formas de malnutrición son una clara advertencia de que hay mucho trabajo por hacer para asegurarnos de no dejar a nadie atrás en el camino para lograr los objetivos de los ODS en materia de seguridad alimentaria y una mejor nutrición”, advierten en su prólogo conjunto al informe los responsables de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Impacto de la variabilidad climática y los fenómenos extremos

Los cambios en el clima ya están socavando la producción de algunos cultivos principales como el trigo, arroz y maíz en las regiones tropicales y templadas y, si no se desarrolla resiliencia climática, se espera que la situación empeore a medida que las temperaturas aumentan y se vuelven más extremas.

La naturaleza de las temporadas de lluvia también está cambiando, con el inicio tardío o temprano de las precipitaciones y su distribución desigual dentro de la propia temporada.

Los daños a la producción agrícola contribuyen a la falta de disponibilidad de alimentos, con efectos colaterales que provocan alzas en los precios alimentarios y pérdidas de ingresos que reducen el acceso de la población a los alimentos.

Progreso lento en eliminar todas las formas de malnutrición

Según el informe, se ha avanzado poco en la reducción del retraso del crecimiento infantil, con casi 151 millones de niños menores de cinco años demasiado bajos para su edad debido a la malnutrición en 2017, en comparación con 165 millones en 2012. A nivel global, África y Asia contaban con el 39 y el 55 por ciento de todos los niños con retraso del crecimiento, respectivamente.

La prevalencia de la emaciación (desnutrición aguda infantil) sigue siendo extremadamente alta en Asia, donde casi uno de cada 10 niños menores de cinco años tiene bajo peso para su estatura, en comparación con solo uno de cada 100 en América Latina y el Caribe.

El informe describe como “vergonzoso” el hecho de que una de cada tres mujeres en edad reproductiva en el mundo se vea afectada por la anemia, que tiene notables consecuencias para la salud y el desarrollo tanto de las mujeres como de sus hijos. Ninguna región ha mostrado una disminución de la anemia entre las mujeres en edad reproductiva, y la prevalencia en África y Asia es casi tres veces mayor que en América del Norte.

La otra cara del hambre: aumenta la obesidad

La obesidad adulta está empeorando y más de uno de cada ocho adultos en el mundo es obeso. El problema es más acuciante en América del Norte, pero África y Asia también están experimentando una tendencia al alza, según el informe.

La subalimentación y la obesidad coexisten en muchos países e incluso pueden darse juntas dentro del mismo hogar. La falta de acceso a alimentos nutritivos debido a su mayor costo, el estrés de vivir con inseguridad alimentaria y las adaptaciones fisiológicas a la privación de alimentos ayudan a explicar por qué las familias con inseguridad alimentaria pueden tener un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad.

Llamada a la acción

El informe hace un llamamiento para implementar y ampliar las intervenciones dirigidas a garantizar el acceso a alimentos nutritivos y romper el ciclo intergeneracional de la malnutrición. Las

Tabasco, México, damnificados por inundaciones / Fotografía: Marco Polo Guzmán Hernández /CUARTOSCURO.COM

políticas deben prestar especial atención a los grupos más vulnerables a las consecuencias negativas de un acceso inadecuado a los alimentos: lactantes, niños menores de cinco años, niños en edad escolar, muchachas adolescentes y mujeres.

Al mismo tiempo, debe hacerse un cambio sostenible hacia la agricultura atenta a la nutrición y sistemas alimentarios que puedan proporcionar alimentos inocuos y de calidad para todos.

El informe pide igualmente mayores esfuerzos para desarrollar la resiliencia climática a través de políticas que promuevan la adaptación y mitigación del cambio climático y la reducción del riesgo de desastres.

Fuente: ONU

Boletín original: http://www.who.int/es/news-room/detail/11-09-2018-global-hunger-continues-to-rise—new-un-report-says