Los grupos que sufren mensajes agresivos a través de las redes sociales han llegado a considerar normal esta clase de descalificaciones. Esto ocurre especialmente en el caso de los jóvenes musulmanes, que consideran los mensajes islamófobos como una parte más de su vida. Ésta es una de las conclusiones del proyecto europeo Preventing, redressing, inhibiting hate speech in new media –PRISM-, en el que ha participado la Universidad de Barcelona junto con diez entidades europeas del ámbito social y de la investigación de Italia, Francia, España, Rumania y Reino Unido. El objetivo ha sido analizar el discurso del odio en Internet y apuntar estrategias para sensibilizar sobre este tema.

Redes sociales: la banalización de los insultos e indefensión de las víctimas

En el marco de PRISM se han hecho entrevistas en profundidad a 150 usuarios jóvenes de las redes sociales y a profesionales de ámbitos como la justicia, las fuerzas de seguridad o la educación. También se ha analizado el uso de las redes sociales por parte de grupos xenófobos y de extrema derecha de los cinco países europeos que abarca el proyecto.

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Entre las conclusiones, destaca que la pasividad es la respuesta más común entre los colectivos que sufren este discurso del odio en Internet. A menudo, porque se tiene una actitud permisiva respecto a los contenidos de la red; otras veces, por el miedo a las reacciones si se responde a los insultos. Además, esta actitud se ve reforzada por la pasividad de los gestores de las redes sociales a la hora de responder a las quejas. En este sentido, durante el proyecto se hizo el experimento de denunciar a los responsables de Facebook un centenar de comentarios que contenían incitaciones inequívocas al odio y la violencia. Solo se suprimieron nueve de los comentarios, mientras que los demás se consideraron adecuados a los requerimientos para permanecer en la red social. Tampoco se presentan denuncias a la policía, a las instancias judiciales o a las organizaciones antirracistas. Otras conclusiones del estudio son que la legislación contra el discurso del odio no está suficientemente estandarizada y que falta formación específica para las personas que deben actuar contra este tipo de mensajes desde las administraciones.

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Hacia el diseño de nuevas políticas públicas

Dentro del proyecto PRISM se ha elaborado un informe final para las instituciones europeas y se han editado cuñas de publicidad para televisión y radio contra el discurso del odio.  Por otra parte, la Unidad de Investigación Social Europea ha comenzado ya a trabajar en el proyecto europeo Divercity, que se propone analizar la homofobia y la transfobia en ciudades europeas de tamaño medio.

Fuente: Universidad de Barcelona

Boletín original: http://www.ub.edu/web/ub/es/menu_eines/noticies/2016/07/050.html